Málaga

Galyna Ganushchak y su hija Alina ya están a salvo de la guerra de Ucrania. Esta madre coraje, afincada en Málaga desde hace 16 años, decidió volver allí para salvar a su hija. La pequeña de nueve años vivía hasta hace no mucho con su abuela en Horodenka (Ivano-Frankivsk), una ciudad al oeste del país ahora bombardeada por las tropas rusas, mientras todo transcurría con normalidad.

La mujer ucraniana no tomó la decisión de marcharse hasta el 24 de febrero cuando vio por la televisión cómo Rusia atacaba ciudades como Kiev (la capital) y Járkov. "Mi hija estaba en Ucrania con mi madre en ese momento. Hasta hasta el último momento no creí posible que Putin iba a declarar la guerra. Tenía un miedo que me impedía trabajar. No podía comer ni nada. En dos días cogí un billete y me fui", cuenta al teléfono durante una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga.

Galyna ha viajado este fin de semana en el autobús fletado de forma desinteresada por el malagueño Vicente Jiménez Ifergan, al que le estará agradecida eternamente, para traer familias de refugiados hasta la ciudad andaluza. Antes debió pasar la frontera ucraniana hasta llegar a Polonia, concretamente a Cracovia. "Lo pasamos muy mal. Había una cola enorme de gente. Llegamos a las seis de la tarde y la pasamos a las seis de la mañana del día siguiente", relata.

Una imagen de la frontera entre Ucrania y Polonia. E. E.

Gente sin comer durante tres días

Allí le atendieron voluntarios polacos con una sonrisa, mantas y café caliente. Las imágenes de niños llorando rondan todavía la cabeza de esta valiente ucraniana. "Hubo gente que estuvo tres días sin comida y con niños de diez meses. Todo lo que tomaron fue leche materna. No tenían posibilidad de comer. Algunos llevan de viaje ocho días", dice en alusión a los refugiados de vuelta en autocar a Málaga, la mayoría provenientes de la parte este, sur y de Kiev, la zona peor parada en el conflicto. 

Cuando Galyna vio posible coger ese autobús, una iniciativa solidaria del coleccionista malagueño, vio el cielo abierto porque había pasado "mucho miedo". "Me quedé más tranquila y no llevaba a cuestas tanto sufrimiento. Ahora no hay posibilidad de salir de Ucrania. Los hombres de 18 a 60 años lo tienen prohibido", explica mientras recuerda su viaje en furgoneta hasta la frontera polaca. 

-¿Cómo lo están pasando los ucranianos en estos difíciles momentos?

-Muy mal. Cada persona está sufriendo por su casa. Mucha gente ha perdido su hogar. Están bombardeando también a civiles.

Esta madre coraje, que habla en perfecto español, espera que "la guerra acabe muy pronto". "No queremos estar con Rusia ni ser sus aliados", deja claro la ucraniana, que se siente ya mucha más segura mientras cruzan por Francia de camino a la capital malagueña. "Aquí obviamente no hay tanto peligro, ni nos van a bombardear. Aquí estamos seguros de nuestra vida", dice. 

Galyna ha visto a muchos ucranianos volver de diferentes países europeos para ir a la guerra. Su madre incluso ha decidido quedarse allí. "No quiere irse, ni tampoco salir de casa. Cuando suenan sirenas, no va al búnker porque no quiere creer que hay guerra", se lamenta. Su sobrino, de formación militar, también está combatiendo en el frente, pero no puede decir el sitio donde se encuentra. 

"Nuestro presidente está con el pueblo"

Toda su familia vive en Ucrania menos su hermana, su familia, ella y su hija. "Confío en que la cosa cambie", afirma en un tono desesperanzador. Al hablar de su presidente, Volodímir Zelenski, sólo tiene buenas palabras para él. "Tenemos un dirigente muy bueno. Es una persona que no ha abandonado a su país, cosa que si han hecho otros presidentes en guerra. Nuestro presidente está con el pueblo", defiende.

Más de 15 años en España

Al llegar a Málaga este lunes tras tres días de viaje en autobús, esta mujer valiente y su hija marcharán a Marbella. Allí vive su hermana con su familia y ella, quien se mudó hace apenas un año. "Llevo ya 16 años en España y estoy muy feliz de vivir aquí. Conozco a gente que me ha ayudado mucho todos estos años. Cuando llegué no conocía nada, ni siquiera el idioma", rememora mientras alaba la paciencia y cariño de los españoles. "A todos los refugiados van a ayudarnos, lo sé", sostiene.

Su hija perdió la residencia española y ahora intentará conseguirla de nuevo para que vaya al colegio y haga vida normal en el municipio marbellí. "Toda la gente quiere que Ucrania entre en la Unión Europea y seamos gente normal. Aún sigo sin creerme esta guerra y lo mal que está la situación. Tengo mucho miedo", confiesa. Hoy lunes ya estará a salvo con su hija en tierras malagueñas junto a familias de refugiados, ahora en busca de una nueva vida tras el inicio de una guerra con serias consecuencias para todos.

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