El alcalde de Florencia, Dario Nardella, avisó el pasado miércoles: no va a derribar la estatua del escritor ruso Fiódor Dostoyevski por la guerra en Ucrania. "No nos confudamos. Esta es la guerra loca de un dictador y su gobierno, no de un pueblo contra otro", tuiteó Nardella, que abogó por no borrar "siglos de cultura rusa".
La invasión por parte del régimen ruso a su país vecino ha abierto debates lejos del frente de batalla, en regiones y ciudades donde los tiempos de paz fomentaron fuertes relaciones culturales entre el gigante del frío este y lugares del templado Mediterráneo. Es el caso de Florencia, pero es también el de Málaga: a su Ayuntamiento ahora le persiguen las buenas relaciones de años previos con Rusia.
Ante la agresión bélica del régimen de Putin, el gobierno municipal activó este jueves puntos de recogida de alimentos y medicamentos que donen los ciudadanos malagueños para Ucrania, mientras que otras instituciones como los hosteleros de Aehcos o el gobierno regional de la Junta de Andalucía también se han pronunciado públicamente contra la invasión rusa y se han puesto a disposición de las demandas de los refugiados ucranianos.
No obstante, la imagen que más se ha repetido en los últimos días en el debate malagueño respecto a la guerra es del alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, siendo felicitado por el presidente ruso, Vladimir Putin, tras lograr la medalla Pushkin por sus lazos artísticos y culturales con la Federación Rusa.
Después de recibir un tirón de orejas por parte del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, que le pidió que "reflexione" sobre si merece la pena devolver la condecoración; De la Torre se reafirmó en sus preocupaciones: condena a la invasión y apoyo a las sanciones europeas, sí, pero también mantener la Colección del Museo Ruso en la Tabacalera y "no perjudicar las relaciones bilaterales entre España y Rusia".
Entre las demandas de cortar cualquier atisbo de relación con el país invasor tanto por parte del gobierno autonómico como por parte de la oposición municipal del PSOE, el alcalde señaló su legitimidad más arriba todavía.
Su posición, explicó, quedaría supeditada a "lo que el Gobierno español decida en esta materia". Y, según relató, conversó con el ministerio de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, con el que se reafirmó en que está todavía por decidir si siguen cabiendo -en el contexto de las sanciones económicas de la Unión Europea- las transferencias municipales al Museo Ruso de San Petersburgo a cambio de sus colecciones artísticas.
Y pese a que opinión que prevalecerá será la de Exteriores, De la Torre señaló que también querría consultar al embajador ruso en España, porque "condenar radical y tajantemente la invasión no impide tener una relación correcta con él". Un complejo juego de equilibrios en el que no le acompaña su concejala de Cultura, Noelia Losada, de Ciudadanos, que se ha posicionado reiteradamente contra transferir "un solo euro más a Rusia" mientras dure su invasión a Ucrania.
"Persecución" a los rusos en Marbella
Mientras tanto, varios colectivos y expertos vinculados a Rusia asentados en la Costa del Sol han expresado su preocupación por la "persecución" que están sufriendo las personas con esa nacionalidad residentes en la provincia malagueña, entre otros, por las sanciones económicas aprobadas por la Unión Europea.
La reacción por parte del consistorio marbellí ha sido rotunda. El portavoz del Ayuntamiento, Félix Romero, señaló su preocupación por el posible impacto de la guerra en el sector del turismo.
"Tenemos un mercado ruso muy importante que, lógicamente, va a verse afectado", previó, tras lo que buscó alternativas: "Tenemos que adaptarnos a las circunstancias y buscar mercados distintos".