El incendio arrancó prácticamente donde se quedó el de Sierra Berrmeja de septiembre del año pasado. El pasado miércoles 9 de junio pasadas las 15:00 horas, el Servicio de Emergencias 112 recibió varias llamadas que avisaba de una columna de humo en el paraje La Resinera, donde en otra época el exdictador libio Muamar el Gadafi proyectaba 1.200 viviendas y hoteles.
"Las hectáreas que no se quemaron el año pasado se van a quemar ahora", predijo el miércoles el alcalde de Pujerra, Francisco Macías, en cuyo término municipal se iniciaron las llamas. Finalmente, en la mañana de este viernes se dio por estabilizado el fuego, que —de acuerdo con las primeras estimaciones— habría quemado unas 3.500 hectáreas. Un nuevo bocado que el fuego ganó a Sierra Bermeja, y que se suman a las 9.600 hectáreas que tocó el del año anterior.
Los expertos han subrayado que las diferencias entre las características de un desastre y otro son notables. Si el primero fue un incendio de sexta generación, el actual está algún escalón por debajo en cuanto a gravedad. También son distintos los fenómenos que han dificultado su extinción: si en septiembre era el famoso pirocúmulo, una suerte de nube de fuego; en esta ocasión ha sido la inversión térmica, una especie de tapa de gases que impide que entre aire fresco en la zona.
Durante una semana en septiembre de 2021, España entera estuvo en vilo hasta la estabilización del incendio de Sierra Bermeja, que además se llevó la vida del bombero almeriense Carlos Martínez Haro y no se extinguió completamente hasta mes y medio después. En junio, han sido dos (largas) jornadas contra las llamas de Pujerra, y todavía pueden quedar días para su control total e incluso semanas para su extinción. Las cifras de desalojados sí andan en términos similares: unas 2.600 hace nueve meses, más de 2.500 esta semana. En ambas ocasiones, el despliegue fue impresionante: 1.100 efectivos en Sierra Bermeja, casi un millar esta vez.
Más allá de los aspectos propios del desastre natural, también ha cambiado el contexto político en torno a la tragedia. En esta ocasión, la campaña electoral para la Junta de Andalucía también ha sido protagonista y se han sucedido por el puesto de mando avanzado de Benahavís distintos candidatos electorales. El consejero de Presidencia, Administración Pública e Interior de la Junta, Elías Bendodo, ha sido implacable contra este fenómeno: "Si algunos están desesperados, que estén a la altura".
La gestión forestal podría colarse a partir de ahora en el debate electoral; sobre todo, al producirse el inicio de las llamas apenas unos días después de que bomberos forestales de Infoca se manifestaran frente al Palacio de San Telmo, sede del gobierno autonómico, para denunciar la "precariedad" del organismo.
La oposición se ha hecho eco de tales demandas ante la irrupción del fuego en la provincia de Málaga, y está por ver cómo afectarán esas críticas a las expectativas de un Juanma Moreno que salió reforzado del relato de una lucha casi mitológica contra el que bautizó como "demonio voraz" del septiembre pasado.
Ahora, alcaldes críticos de la zona critican que no se ha hecho lo suficiente en este corto periodo de menos de un año para prevenir que el desastre volviera a ocurrir. Las ayudas y trabajos que en aquel momento se impulsaron se han ejecutado de una forma minoritaria; en algunos casos, porque los propios ayuntamientos todavía tienen sus proyectos en redacción.
Lo que es muy complicado que haya cambiado en tan corto tiempo son las condiciones estructurales que alimentaron la gravedad del incendio, de acuerdo con los expertos en la zona: urbanismo agresivo, cambio climático, despoblación, etc. La naturaleza sí que ha hecho su trabajo pese a los meses de sequía y hay brotes verdes de vegetación en la zona que hace un curso veíamos arder en directo.
Un último cabo queda suelto. El presidente de la Junta prometió el año pasado "cazar" a "esos señores cabrones" que presuntamente habrían provocado el incendio de Sierra Bermeja. No ha habido ninguna detención a ese respecto y, en esta ocasión, todavía no ha trascendido si la hipótesis es que ha sido intencionado este nuevo fuego que nació casi el borde de donde se quedó el otro.
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