En 2018 se modificó la estrategia estatal contra el narcotráfico de hachís en España. Varios sucesos muy preocupantes provocaron que el Ministerio del Interior se replantease la manera de afrontar un problema que se estaba acrecentando sobre todo en el Campo de Gibraltar.

Los narcotraficantes se habían vuelto más violentos en la forma de huir de las fuerzas y cuerpo de seguridad, y se vivió un hecho que alertaba del nivel de osadía a la que los clanes de narcotráfico que estaban dispuestos a seguir. Entre el 1 de enero de 2017 y el 30 de septiembre de 2020 fueron agredidos 236 agentes (143 policías nacionales y 93 guardias civiles) en el Campo de Gibraltar en incidentes relacionados con el narcotráfico, y todo ello sin contar en la estadística con los miembros del Servicio de Vigilancia Aduanera.

El 6 de febrero de 2018 una docena de encapuchados irrumpieron en el hospital de la Línea de la Concepción (Cádiz) para liberar al narcotraficante Samuel Crespo. Ese día Crespo fue detenido por una patrulla policial tras una persecución mientras conducía una moto con la que tuvo un accidente que ayudó a que fuera detenido en el acto. En el traslado desde el barrio del Zabal al hospital de la Línea para que fuese atendido allí, miembros del clan de los Castañas planearon liberarlo de la custodia policial. Dos policías nacionales fueron heridos y los narcos liberaron a uno de sus líderes. La fuga le duró hasta junio de 2018 cuando se descubrió que un narco con contacto con la Ndrangheta, la mafia calabresa, le estaba protegiendo en una vivienda de Jimena de la Frontera.

Por estas circunstancias, se creó el plan especial de seguridad del Campo de Gibraltar en julio 2018 con el que se formó un organismo que centralizaba la lucha contra el narcotráfico en la zona y que en 2020 se amplió a toda la provincia de Cádiz, Huelva, y Málaga. Ahora en 2022 este plan se aplica también en las provincias de Granada, Almería y Sevilla. La Guardia Civil creó el OCON-Sur (Organismo de Coordinación del Narcotráfico) con el que se ha dado grandes resultados con multitud de detenciones e incautaciones de droga.

Esta presión policial ha provocado que se reestructuren la mayoría de clanes dedicados al tráfico de hachís, porque las costas gaditanas han sido especialmente vigiladas ya que eran el lugar preferencial para alijar la droga. Pero eso ya no es así, muchas organizaciones criminales se han trasladado a la costa onubense y al Levante en detrimento del Campo del Gibraltar. Desde Murcia a Girona se han detectado decenas de narcolanchas que han tenido como destino preferente el Delta del Ebro, un lugar que durante bastante tiempo estuvo lejos del narcotráfico a gran escala pero que ha vuelto con fuerza.

En lo que afecta a Málaga, ya informamos aquí que muchas organizaciones criminales se habían trasladado al interior de la provincia para dirigir su negocio. En estos últimos 3 años se han reducido los alijos en la que una narcolancha de potentes motores, y cargada con miles de kilos de hachís se presentaba en alguna playa de la costa para descargar la mercancía.

Desde que se aprobó el Real Decreto-ley 16/2018, de 26 de octubre prohibiendo las embarcaciones semirrígidas de alta velocidad, las llamadas narcolanchas, a los clanes de narcotráfico se le complicaron algo las cosas. El traslado de estas lanchas de gran eslora ha tenido que ser más discreto, ahora se usan camiones tráiler que desplazan estas embarcaciones a lugares del interior de la provincia para que sean resguardadas en naves de polígonos industriales.



Las gomas cargadas hasta los topes de fardos de hachís son usadas cada vez más como embarcaciones nodriza. En el método habitual, abastecen a barcos de recreo que discretamente introducen la droga por los puertos del litoral andaluz. Como botar una narcolancha se complica cada vez más, las de más eslora pueden permanecer en alta mar hasta varias semanas esperando el mejor momento para cargar otras embarcaciones de hachís.

Alrededor de la narcolancha que transporta hachís se crea una importante logística para que siempre esté abastecida de combustible y los tripulantes tengan comida. Se realizan pequeños traslados de drogas, de forma más discreta y sin tanto uso de las conocidas collas (la cuadrilla que se encarga de desembarcar la droga). Otra forma para que el hachís llegue a la costa en la de depositar los fardos de hachís en el fondo marino, y quedan demarcados con boyas. Utilizan a buzos especializados para reflotar la droga, y discretamente trasladarla a la costa elegida. Estos portes se pueden dar en motos de agua.

Todos estos cambios han originado más costes a las organizaciones criminales. Lo ideal para ellas era introducir la droga en las costas del Campo de Gibraltar, depositarla en un lugar custodiado y esperar a que sobre todo las organizaciones criminales internacionales viniesen a recoger el hachís para trasladarlo a sus países de origen. Ahora es necesario más combustible, y al iniciar las nuevas rutas necesitan cambiar hábitos que estaban muy interiorizados. Desde Murcia a Girona están alquilando nuevas viviendas que hace años no eran necesarias porque la mayoría de guarderías se encontraban en Cádiz y Málaga.

La adaptación de los clanes del narcotráfico ha provocado que Huelva sea el lugar predilecto para introducir el hachís por Andalucía con narcolanchas. La principal razón es la presión policial en el Estrecho, y que en Portugal las narcolanchas no están prohibidas. Le es más fácil botarlas en aguas portuguesas y luego alijar en la costa onubense. Con el plan especial del Ministerio de Interior se ha dado una circunstancia que en Línea de la Concepción, considerado el centro neurálgico del tráfico de hachís en España, ha habido semanas que ni siquiera se ha intentado desembarcar un alijo. Y luego todo la costa de Murcia hasta Girona la actividad de narcolanchas ha aumentado porque hay una cosa clara, si el hachís no se introduce por el Campo de Gibraltar entrará por otro lugar.

El Plan de Interior en el Campo de Gibraltar suma 1.663 detenidos desde marzo, lo que hace una idea de la actividad de narcotráfico que detecta las fuerzas y cuerpos de seguridad. A principios de mayo una banda abandonó una narcolancha en la Cala de Mijas, una imagen que ha sido más habitual estos últimos años pero que ahora sería un riesgo que evitan los clanes dedicados al narcotráfico. La costa de Cádiz a Málaga es la más vigilada en España contra estos delitos, por lo que para las mafias es más sencillo introducir la droga en camiones con doble fondo por el puerto de Algeciras o en pequeños portes en embarcaciones de recreo. El hachís sigue entrando en España, pero de forma más discreta. En 2020 se aprehendió 473 toneladas de hachís en España, y ese ritmo no va a ceder.

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