Ardieron más de 8.400 hectáreas en Estepona, Casares, Jubrique, Genalguacil, Júzcar, Faraján y Benahavís. Un paraíso pasto de las llamas en el que resultaron calcinados miles de árboles, entre los que se encontraba un pinsapar único en el mundo, plantas y animales. Una tragedia en Sierra Bermeja que, un año después del gran incendio forestal declarado en la zona, sigue sin tener culpables a los que acusar de semejante delito contra el medioambiente y contra las personas, pues no hay que olvidar que en las tareas de extinción falleció el bombero Carlos Martínez Haro.
¿Qué pasa con ese paraje destruido? ¿Cuándo se podrá recuperar? Los expertos consultados por EL ESPAÑOL de Málaga creen que Sierra Bermeja podrá recuperar su esplendor, pero habrá que esperar unos 15 años. Y siempre que las condiciones de temperatura y pluviométricas sean favorables, algo difícil de saber en pleno proceso de cambio climático.
"Si hay borrascas con lluvias no demasiado intensas es probable que se pueda recuperar en ese periodo de tiempo, pero la crisis climática está apretando en todos sitios y si nos empezamos a encontrar de forma continua con olas de calor con noches por encima de los 30 grados en verano se puede retrasar", indica Enrique Salvo, profesor de Botánica y Fisiología Vegetal en la Universidad de Málaga.
"El proceso de regeneración natural se inició justo cuando se extinguió el incendio, pero no ha sido tan exitoso como habríamos esperado debido a un año pluviométrico anómalo. Se trata de un proceso lento y, paralelamente, se han ido haciendo trabajos de readaptación postincendio. Hay que aprender de este tipo de macroincendios y poner en marcha estrategias preventivas para evitar futuros. Esperemos que mejoren las condiciones ambientales en este año hidrológico", explica José Damián Ruiz Sinoga, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga y uno de los mayores investigadores, junto a su equipo, de la degradación de los suelos forestales.
Salvo detalla que "la capacidad de resiliencia del ecosistema mediterráneo es muy alta, pero el crecimiento de variedades autóctonas como el alcornoque o la encina es más lento". Este experto apunta que "antes de que el hombre apareciera en la Tierra los bosques ya ardían casi regularmente cada siete u ocho años y se iban regenerando solos". En este sentido, señala que hay especies que se han adaptado a las circunstancias por selección natural siendo el alcornoque una de ellas. "El corcho del alcornoque es como un escudo, como un traje de bomberos que se cae cuando hay un incendio y que le permite al árbol seguir viviendo cuando se extingue el fuego", señala.
La vegetación autóctona se recupera, lentamente, en el interior de la zona afectada por el incendio en Sierra Bermeja, pero los investigadores están apreciando que el perímetro está siendo invadido por especies exóticas como la caña brava, las vinagretas, el ricino, la acacia o el árbol del cielo. "Suelen avanzar por los arroyos y empiezan a desplazar a la vegetación autóctona, transformando el ecosistema", dice Salvo. Si hace más calor podrían entrar incluso especies propias de zonas desérticas como el Rif.
Por otra parte, los bosques mediterráneos, como el de Sierra Bermeja, se caracterizan por su maleza. Es una aceleradora evidente de incendios y tradicionalmente ha sido devorada por animales como los burros, que no solo se alimentaban sino que hacían cortafuegos y abonaban el campo con sus excrementos. Pero, ¿cuántos burros hay ahora en el campo? Prácticamente, se pueden contar con los dedos de la mano. Los animales, claro. Los humanos, como los que incendiaron el año pasado Sierra Bermeja o este verano las sierras de Mijas, Alhaurín de la Torre y Alhaurín el Grande, se multiplican sin control.