María Guerrero y Alexia Molina son dos malagueñas de 20 años que decidieron cursar en Turquía el tercer año del Grado de Periodismo. El 2 de septiembre llegaron a la ciudad de Ankara con las maletas cargadas de ilusión y ganas por conocer cada palmo de Turquía, un país que ha quedado sumido en la devastación tras los terremotos que desde el pasado lunes han dejado más de 11.000 víctimas en la frontera con Siria y miles de personas sepultadas entre los escombros.
Ambas están a unos 600 kilómetros del epicentro, una zona segura y lejana de la catástrofe, pero "lo estamos viviendo con mucha tristeza y preocupación porque después de cinco meses aquí, una parte de esto ya lo sentimos dentro de nosotras", cuentan a Europa Press en una llamada telefónica. Las jóvenes, lejos de decidir abandonar el país, se han implicado en la ayuda humanitaria, tan necesaria en estos momentos.
María, de Marbella, y Alexia, de Humilladero, comparten piso junto a Raquel Hernández, una joven de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), a la que le pilló el terremoto visitando a su familia en España. No fue igual para las malagueñas, que se despertaron en la madrugada del lunes --cuando tuvo lugar el primer gran terremoto-- por las llamadas de sus padres al conocer la noticia.
"Nosotras estábamos dormidas y no notamos nada", recuerda María, que se despertó "en shock" en mitad de un momento de "preocupación e incertidumbre": "Me desperté con cuatro llamadas perdidas de mi padre y mi madre llorando. Era una situación caótica y recién levantadas no entendíamos nada; cuando vimos las noticias al principio no llegábamos a entender la gravedad de la situación, pero ahora que ya han pasado dos días lo hemos asimilado y la realidad que hay es preocupante", relata.
A pesar de ser una zona bastante alejada del epicentro, la pasada noche sí sintieron alguna réplica y conocen a gente que también ha notado el temblor, "aunque muy levemente". Ankara no ha sido sacudida por el terremoto, pero sí por las consecuencias que se derivan de esta catástrofe, algo que traspasa fronteras y ahora mismo se centra en recoger toda la ayuda humanitaria posible.
En Ankara vive mucha población procedente de zonas rurales de fuera de la capital y que tiene familiares en las zonas afectadas por los terremotos, así que la situación "está muy tensa, hay una tristeza generalizada súper fuerte". De hecho, estas malagueñas tienen una amiga de Adana, a 200 kilómetros del epicentro del terremoto, y su familia ha vivido los seísmos aunque, "por suerte su edificio resistió pero tuvieron que refugiarse en unos viñedos, a la intemperie". "Es una situación muy dura y nos cuentan el miedo que tienen de no poder volver a sus casas y de no saber qué va a pasar en los próximos días".
Al final, estas estudiantes lo están viviendo muy de cerca. "Nosotras no lo estamos viviendo como ellos porque no tenemos la familia allí, que es lo que más duele, pero lo estamos viviendo con mucha tristeza y preocupación porque después de cinco meses aquí, una parte de esto ya la sentimos dentro de nosotras". Por ello, han sentido la necesidad de colaborar y ayudar y de animar al resto de personas a que colaboren.
Ayuda humanitaria
Por las calles de Ankara "se ve la preocupación de la gente y, sobre todo, la implicación y la solidaridad. La gente se ha volcado con las donaciones", se alegra María, quien no ha dudado en acudir con Alexia a los puestos de donación de sangre habilitados por la organización Medialuna Roja para intentar colaborar, pero "nos dijeron que no podían aceptar más donantes porque estaban abastecidos por cinco días; esta está siendo una parte bastante sorprendente".
Además, su universidad ha puesto un pabellón a disposición de donaciones para la recogida y empaquetado de alimentos y todo tipo de suministros para la zona afectada, "y es brutal como todos están implicados". María y Alexia han estado este miércoles allí, llevando productos de higiene y alimentos no perecederos, que es lo que más están reclamando. También se han intentado poner en contacto con la embajada española en Turquía para colaborar como voluntarias si inician alguna campaña en Ankara.
En Turquía las temperaturas no sobrepasan los cero grados y las nevadas y las lluvias son constantes, lo que disminuye la posibilidad de encontrar a personas atrapadas con vida. Por ello, otra de las necesidades más urgentes es recoger ropa de abrigo, cuenta María, explicando que "los más importante ahora mismo es que la gente que no fallezca sepultada no lo haga de frío".
Así, estas estudiantes malagueñas animan a que se implique el mayor número de personas en la ayuda humanitaria. "Es muy urgente la colaboración de todo el mundo. Hay muchas maneras de ayudar y no hace falta hacer grandes donaciones", recuerda María, quien señala que "tres euros nos los podemos gastar sin darnos cuenta, y aquí pueden ser muy importantes".