Inmaculada y Mariló trabajan juntas en un centro de salud de la provincia de Málaga. Llevan más de 20 años engrasando los engranajes de un sistema que no ha evolucionado en ningún momento, "ni antes ni ahora".
"Cada vez tenemos más responsabilidades médicas, más responsabilidades burocráticas, más carga de pacientes", explica Inmaculada, antes de ser interrumpida por Mariló: "Las jornadas de los sanitarios son exhaustas, extenuantes".
Estas médicas de familias ven a diario "consultas totalmente desbordadas". Atienen a "unos 40" pacientes cada jornada, pero van más allá de la mera cifra: "Puede ser 40 o 50, pero cada uno de ellos puede venir con tres, cuatro o cinco motivos de consulta. Luego, cada acto médico conlleva una pregunta, una exploración, llegar a una conclusión, pedir pruebas, poner un tratamiento y explicárselo a los pacientes. Eso por cada motivo de consulta", relata Mariló.
En sus mentes están todavía los apoyos recibidos durante la crisis del coronavirus, pero ahora dicen que lo que les llega es "todo lo contrario". "La población se ha olvidado de la pandemia. Ahora hay más agresiones que nunca a los profesionales. Francamente, nos sentimos muy maltratados y muy mal pagados", apostilla Inmaculada.
La sensación de ambas es que la Atención Primaria "se hunde":
- No podemos más, y no es una frase hecha, es que no podemos, asegura Mariló.
- Los médicos de familias jóvenes que se forman con nosotros, médicos excelentemente formados, se van y los que quedamos no podemos más
- Y así se va a hundir la puerta del sistema. Y detrás de la puerta del sistema va el sistema entero.
Sergio: "No puedo ver a un paciente en diez minutos"
Sergio trabaja en un centro de salud de la costa y tiene entre ceja y ceja la necesidad de "defender una sanidad pública de calidad". "Como médico de Atención Primaria
no puedo ver a un paciente en diez minutos. Necesitamos más tiempo por cada visita médica, la calidad es importante y el tiempo de escucha para el paciente es imprescindible", relata.
En la década que lleva trabajando ha sido testigo, dice, de "un desmantelamiento de la Atención Primaria". "Los recursos que tenemos no son apropiados ni acordes a las necesidades de la población. Si la población va en aumento, las necesidades de salud van en aumento también y el presupuesto que se destina a sanidad en general y a la Atención Primaria en particular es insuficiente", explica.
Según los datos esgrimidos por la Administración autonómica en los últimos días, la Junta de Andalucía ha invertido en Málaga 199 millones de euros entre 2019 y 2022 y tiene la previsión de alcanzar este 2023 los 240 millones en los Presupuestos.
En cuanto a los profesionales, atendiendo a sus datos, hay 4.674 sanitarios más en los centros de la provincia. "Una inversión histórica e inaudita", en palabras del delegado territorial de Salud en la provincia, Carlos Bautista.
Sin embargo, según Sergio, lo que se aprecia es un desmantelamiento de lo público, que "que se va a privatizar", tal y como este médico ve reflejado en la última orden de la Consejería de Salud en cuanto al concierto con la atención primaria.
Algo que rechaza por completo Bautista: "Hoy se abren más centros sanitarios y se concierta menos. Es falso que se esté privatizando la sanidad andaluza".
Pese a todo, Sergio considera que el déficit que la sanidad lleva arrastrando desde hace décadas deja insuficiente cualquier pequeño gesto para paliarlo. "Se necesita un cambio político de calado. No se puede aumentar un poquito el presupuesto porque termina yendo a vacunas o a medicamentos. Tiene que ir a recursos humanos", afirma.
Apunta a la falta de médicos, pero no porque no haya suficientes profesionales, sino porque "o se van a la privada o se van a otro país o se jubilan". Aunque, a su juicio, "hay muchos que si se mejoraran las condiciones de la pública, se vendrían". "Lo que se trata es de mejorar las condiciones laborales", resume.
Bautista indica en este sentido que los actuales procesos de oferta de empleo público en marcha, que "lograrán estabilizar a finales de 2024 al 94% de la plantilla del Servicio Andaluz de Salud".
"Hoy el 70% de los facultativos que finalizan el MIR eligen Andalucía para continuar su carrera profesional, en el caso de Atención Primaria lo hace el 78%. En 2018 solo lo hacía el 50%. Los profesionales ahora sí perciben que se lucha por ellos y por la equiparación salarial", apostilla el delegado territorial de Salud en la provincia.
Beatriz: "La salud no puede ser un negocio"
Beatriz es médica de familia en un centro de la capital. Acabó la especialidad hace ahora 10 años, pero las malas condiciones de sector la llevaron a montarse en un avión rumbo a Suecia, donde ha pasado cinco años trabajando antes de volver.
A su juicio, el deterioro del sistema viene de lejos. "Nunca se ha cuidado ni se ha valorado la sanidad pública como debería. Y así vemos poco a poco cómo se está deteriorando", opina.
"Me fui por las condiciones de trabajo que me ofrecía la sanidad malagueña. Estudié medicina de familia porque desde siempre era lo que quería ser. Me encanta mi profesión y lo volvería a hacer, pero cuando yo acabé me ofrecían contratos muy malos. Acabé cogiendo un contrato en un hospital de Urgencias al 66%, pero luego me ponían turnos como si estuviera trabajando al 100% y me negué. Es, por ejemplo, como si en tu contrato pone que tienes que trabajar 10 horas pero luego te piden 16", explica.
Por entonces, ya compaginaba ese trabajo con otros en clínicas privadas y, viendo las circunstancias, decidió probar suerte en Suecia. La experiencia allí le demostró que "la sanidad no es perfecta en ningún sitio": "Suecia es mejor en muchas cosas, pero la sanidad española está mejor en muchas otras".
La mayor diferencia que encontró, dice, es que fuera de España "ser médico está muy respetado". "Allí no vi las agresiones que veo aquí, los pacientes te tratan siempre con respeto y, sobre todo, te respetan quienes te contratan, que al final es importante. El sueldo es negociable, tú tienes voz y si algo no te gusta lo puedes decir y te tienen en cuenta", narra.
Otra diferencia es que en Suecia tenía 20 minutos por paciente y aquí ahora tiene 8. "Y el sueldo mejor no lo pienso porque me echo a llorar", ironiza.
El calor de la tierra y de su familia la hicieron renunciar a todo eso para volver y ahora, dice, solo hace escuchar que el problema es que no hay dinero: "Y, sin embargo, para hacer un concierto con la privada sí. A ellos pueden pagarles 65 euros por paciente. Nosotras hemos hecho cuenta y nos saldría a unos dos euros por paciente. Una barbaridad".
"Se pueden hacer muchas cosas con el mismo dinero si los usamos bien, pero me parece que no hay mucho interés. La privada no deja de ser una empresa que va a mirar siempre por ganar dinero y con la salud no puede ser eso. La salud no puede ser un negocio. La salud tiene que ser un derecho y tenemos que garantizarlo", afirma.