El catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga José Damián Ruiz Sinoga no tiene pelos en la lengua. Habrá gente a la que le guste su discurso y otra que no, pero habla siempre bastante claro.
Nos reunimos con él en su despacho en el edificio Ada Byron, en la ampliación de la UMA, donde está el laboratorio de Geomorfología y Suelos que dirige desde hace 25 años y que se ha convertido en uno de los más importantes del país.
Estamos a 33 grados en abril. Y luego hay gente que dice que el cambio climático es mentira.
Ahí ni siquiera entro. No es cuestión de una opinión. El cambio climático se va constatando por la sucesión de anomalías basadas en datos y en series estadísticas. Este pasado lunes, cuando se disparó la temperatura, fue anómalo. Cuando es una cosa suelta no pasa nada. El tema es que cuando sumamos el número de anomalías al año y vemos que cada vez es mayor significa que están pasando cosas.
Si cada vez son más frecuentes las anomalías ya sean térmicas, pluviométricas, vinculadas con rachas secas o sequías…dejan de ser anomalías para formar parte de la cotidianidad. Es decir, para configurar un clima nuevo. Esa es la base científica del cambio climático. Si en Málaga en el mes de abril van a empezar a ser frecuentes temperaturas máximas por encima de los 34 grados, dejaran de ser excepcionales y formaran parte de la normalidad climática. Es también absolutamente anómalo que estemos en una racha de no lluvia de tantos días consecutivos cuando teóricamente deberíamos estar en la estación de lluvia.
Y cuando llueve lo hace a mansalva.
Claro, se produce una concentración de las precipitaciones en menor número de días y son intensas. Pasa además que como hace muchos días que no llueve, el suelo está completamente seco y, en el caso de Málaga que tenemos suelos muy arcillosos, es un problema. La arcilla bloquea y la primera lluvia, si es intensa, genera un efecto de hidrofobia, de repelencia al agua, que hace que se vea una mancha de barro bajando por los montes, las laderas y los cauces de los ríos. Es un problema terrible porque ese barro son toneladas de suelo fértil que está siendo erosionado en unas zonas para ser acumulado en otras y es una degradación de suelo permanente que puede terminar en la desertificación.
¿En qué momento se encuentra Málaga?
El 49% del territorio de la provincia de Málaga está en riesgo grave de desertificación.
La Diputación de Málaga ha publicado este mes un informe para combatir el cambio climático en la provincia.
Es un buen informe y lo han hecho de forma participativa. Me llamaron y di una serie de datos de nuestro grupo de investigación. Como documento de partida está muy bien pero la variabilidad de la provincia de Málaga es espectacular. Hay que ir focalizando en diferentes sitios porque la problemática de indicadores de cambio climático y vulnerabilidad en Almáchar o Algarrobo no tiene nada que ver con la de Genalguacil o Benaoján. A ese informe le tienen que suceder otros informes con estrategias de acción más locales.
¿Por dónde hay que empezar para frenar el cambio climático?
Es fundamental la adaptación y la mitigación. En el cambio climático las personas somos agentes, porque todos contaminamos con lo que hacemos, y además somos víctimas. No nos podemos hacer trampas al solitario. Hay que poner en marcha estrategias de gestión ya. Vamos tarde. Cuando se habla de cambio climático parece que es algo que está por venir y no es así. Ahora hay muchas informaciones diarias de cosas que están pasando por el cambio climático. Eso es inequívoco, por lo que es un tema de actualidad. Vamos a preguntarle a los de Algarrobo o Torre del Mar, a los que tienen aguacates y mangos, si esto del cambio climático se lo creen o no. A ver qué te dicen. Hay pueblos en Brasil que están desapareciendo porque la playa avanza seis metros por año.
¿Podría pasar lo mismo en Málaga?
En Málaga quizá la mayor afección no va a venir por ahí porque la costa es fundamentalmente montañosa. Ese medio metro del nivel del mar que puede subir igual no tiene una gran connotación en Málaga ni en el resto del Mediterráneo español. Lo que veremos es la tropicalización del clima.
¿Son exagerados esos informes que se presentan de vez en cuando diciendo hasta dónde quedaría inundada Málaga?
Son informes para provocar. Si cogemos la lámina de agua del Mediterráneo y la subimos 4 metros inundamos hasta Álora seguro. Es para generar alarma, pero la alarma la estamos viendo ya en el día a día. El año pasado ya hubo zonas de Málaga donde todas las noches fueron tropicales, por encima de 20 o 25 grados. Hace 10 años había una serie de noches tropicales, pero no todas.
En ese informe de Diputación, el Plan Adapta, se dice que a final de siglo habrá olas de calor en Málaga que durarán un mes.
Que a mediodía en julio en Málaga haga 38 grados es normal por nuestra latitud, estamos en el paralelo 37. El problema es que a las cinco de la mañana en lugar de tener 19 grados tenemos 27.
¿Tendrá Málaga zonas desérticas dentro de décadas o siglos?
Ni siquiera siglos. La desertificación implica que el suelo pierde capacidad productiva y eso ya está pasando. En Málaga hay zonas donde el suelo se ha erosionado mucho. Si avanzamos hacia Almería vemos que hay zonas donde el suelo es absolutamente improductivo. Málaga será Almería dentro 80 ó 90 años como ambiente. No tanto desierto como el paisaje. Lloverá poco, pero intensamente, con mucha erosión y mucho desmantelamiento de suelo. En pocos años tendremos las condiciones climáticas que Almería posee en la actualidad. Esto es algo más que una anécdota, porque significará que tendremos indicadores climáticos semiáridos, con los recursos propios de áreas semiáridas, pero con nuestros recursos humanos, es decir, con un turismo disparado y una agricultura demandante de agua, con lo que el desequilibrio entre recursos naturales y humanos será cada vez mayor, es decir, una importante crisis en nuestros recursos ecosistémicos.
Usted ha publicado, junto a otros autores, varios artículos sobre el impacto del Covid en Málaga. ¿Qué aspectos le han llamado más la atención?
Cuando llegó la pandemia, en esos primeros tiempos de zozobra, salieron unos fondos de investigación para temas vinculados con el Covid. Trabajábamos con la Fundación Ciedes y el OMAU para diseñar unos mapas de vulnerabilidad social en Málaga atendiendo a distintos indicadores y llegó el Covid. Pedimos el proyecto, que era una convocatoria Feder, y nos lo dieron a los 20 días de solicitarlo. Es uno de los proyectos de investigación que más satisfacción me ha dado como coordinador en mis 41 años de carrera.
Hemos publicado varios artículos a nivel internacional en revistas de prestigio. Nuestra idea era no conformarnos con lo que nos decían sino tirar del hilo e investigar. “De esta salimos mejores”, “El Covid afecta a todos por igual”… fueron frases que estuvimos leyendo en los momentos iniciales del Covid. ¿Era verdad? No. Ha habido unos barrios mucho más afectados que otros por el Covid. Se podía infectar cualquiera al principio, pero cuando el Covid empezó a controlarse variaba en función del lugar en el que vivieras.
¿En qué sentido?
Los barrios más pudientes afrontaron el Covid mucho mejor que los menos pudientes y obreros. Solo hace falta irse a Cerrado de Calderón y a Carretera de Cádiz y ver los tipos de vivienda. Las viviendas unifamiliares grandes y los bloques donde viven varias personas en pisos de 70 metros cuadrados. La capacidad de contagio no es la misma.
Estamos a mes y medio de las elecciones municipales. ¿Cree que De la Torre obtendrá la mayoría absoluta?
No tengo la bola de cristal [se ríe] pero parece que las encuestas le dan un resultado muy bueno.
Gane quien gane, ¿qué sería lo primero que debería hacer el alcalde o alcaldesa de Málaga?
Lo primero es abandonar ya las infografías. Ya está bien de vendernos proyectos que no se van a hacer o que no los vamos a ver. He visto un montón de infografías del edificio del Astoria, del Guadalmedina, hasta de un puente sobre la bahía que iba a resolver la movilidad en Málaga. Lo más importante es gestionar la ciudad con su realidad del día a día. No podemos estar gestionando la ciudad con proyectos de dentro de 20 ó 30 años. Málaga está de moda. Eso es cierto. Esta Málaga está de moda, no esa Málaga que nos están queriendo vender mediante un plan de mamotretos que ya será otra Málaga, no esta. A ver si cuando hagamos la siguiente Málaga va a dejar de estar de moda porque ha muerto de éxito. Yo le pido al alcalde que salga que gestione los problemas de la Málaga actual.
¿Cuáles son los más importantes en su opinión?
Por supuesto, Málaga no es una ciudad sostenible. Eso no es culpa del alcalde ni de ningún político. No es sostenible en sí misma porque tiene un condicionante geográfico importante, es decir, tiene una mayor incidencia al cambio climático. La afección es mayor en Málaga, por ejemplo, que en Santander donde llueve más y la temperatura es más baja. En Málaga hay que invertir más en el incremento de la sostenibilidad, es decir, gastar menos recursos de los que tenemos.
Tenemos un déficit importante de espacios de uso ciudadano, que se ha visto especialmente con el Covid. Nos falta espacio verde. Hay que hacerlo. Tenemos un carril bici de la señorita Pepis, que en un momento dado desaparece. No se puede ser sostenible además si no se es inclusivo. Una ciudad no puede ser sostenible si hay barrios que viven cinco veces mejor que otros. Nosotros estamos en la ampliación de la UMA y a 200 metros tenemos la mayor vergüenza que hay en la ciudad de Málaga, que es Los Asperones.
Paralelamente podemos mirar proyectos que nos vengan bien, pero hay que gestionar la Málaga del día a día. Yo creo que Francisco de la Torre no lo ha hecho mal en la gestión del día a día. Donde está metiéndose en libros de caballería es en lo que le están vendiendo de una Málaga que no es la actual.
¿Le gusta el proyecto de la Expo de Málaga, que es precisamente sobre ciudades sostenibles?
Lo único que le reprocho al proyecto de la Expo es el lema. Málaga no está en esa carrera de ciudades sostenibles. Habría sido más interesante hacerlo sobre el turismo resiliente porque en Málaga, que está batiendo récords turísticos otra vez, hace tres años estábamos todos encerrados y preocupados por lo que iba a pasar con el turismo. Se ha demostrado que es una ciudad y una provincia muy resiliente en el sector. Se nos ha ido la mano y se ha ocupado todo el espacio con terrazas y demás, y habrá que regularlo.
¿Cree que es necesario un bosque entero en los terrenos de Repsol?
Si analizamos la densidad de ocupación del entorno la respuesta es obvia. Hace falta ahí un bosque urbano, con el diseño que sea, pero una zona de expansión. Con una particularidad porque aquí no se está diciendo todo. Si te vas a Central Park en Nueva York, su entorno es de una máxima pujanza desde el punto de vista económico y arquitectónico. Los pisos ahí están carísimos porque es un pulmón auténtico. Si se hace un bosque urbano en Málaga se va a revalorizar el espacio de alrededor.
Hablamos mucho de la gobernanza, que es involucrar al ciudadano en la gestión de su entorno. Hay una plataforma que reclama un bosque urbano y el Ayuntamiento plantea la construcción de rascacielos. Vamos a sentarnos. ¿Se puede llegar a algún acuerdo o esto es blanco o negro? Yo creo que esos tiempos de blanco o negro ya han pasado. Si actuamos así y se hacen edificios no me gusta pero lo acepto, pero luego no se puede ir defendiendo que somos inclusivos y sostenibles.
¿Qué opina de los rascacielos que se están haciendo?
Los rascacielos no son buenos o malos por definición, sino que depende dónde los pongas. El de Martiricos se ha cargado el paisaje del cauce del Guadalmedina. Eso es innegable. Antes no había nada y ahora el impacto paisajístico es enorme. Solo hay que tener ojos en la cara para verlo. A partir de ahí habrá gente que le guste y otra que no. Si lo colocas en la mitad de la bahía, como el hotel que se quiere hacer en el puerto, el impacto paisajístico sería espectacular y te puedes cargar todo el paisaje tradicional de Málaga.
¿Cómo se gestiona lo que usted llama la Málaga actual?
La Málaga actual está planteando una serie de problemas nuevos que requieren nuevas soluciones. El primero es que nos están metiendo todos los días 10.000 personas en calle Larios. Eso en una situación postcrisis son 10.000 personas para comprar, comer, ir a los museos, etcétera. Genial, pero hay que gestionar eso. Estamos viendo colas para poder entrar a comer o tomarse algo. ¿Cuánto tiempo van a seguir los turistas queriendo venir a Málaga si cada vez que quieran tomarse una cerveza tienen que hacer una cola? ¿Se va a correr la voz de que Málaga está petada y que es mejor ir a otro sitio? Ese es uno de los elementos que todos pensamos cuando decidimos irnos de vacaciones. Hay que establecer un límite.
La dificultad de acceso a la vivienda también está sobre la mesa.
Es un problema gravísimo. Tengo a gente trabajando en mi laboratorio que de estudiantes vivían en Teatinos hace diez años y ahora, que tienen un sueldo mejor, se han tenido que ir a otras zonas más alejadas porque Teatinos los ha expulsado. No quieren pagar 500 euros por una habitación y compartir piso, ya con una edad se quiere una independencia, por lo que se tienen que ir a Cártama, a Maqueda, a Santa Rosalía… El alquiler de un estudio de 35 metros cuadrados que da a un patio en Armengual de la Mota cuesta 750 euros al mes. Eso es una barbaridad. No se puede gastar el 50% o más del sueldo en un alquiler.