Acabar con el narcotráfico es imposible actualmente pero se necesitan planes específicos para limitar lo máximo posible noticias como esta. Que una narcolancha transporte cocaína en la costa de Barbate es algo que ya era conocido pero que ha confirmado que ya no solo se meten fardos de coca por las costas andaluzas, sino que transporta una cantidad muy importante de esta droga y que es una ruta estratégica para grandes organizaciones internacionales. Si en las mafias dedicadas al hachís ha aumentado la violencia en sus acciones en territorio europeo, ni que decir tiene que los grupos que trafican con cocaína a escala internacional juegan en otra liga.

La primera ruta confirmada que introdujo cocaína por la costa de Andalucía fue la del Guadalquivir. Se inició tras establecerse relaciones entre clanes locales, que siempre se han dedicado al hachís, con relevantes grupos de la criminalidad organizada. Mucha culpa de esto la tienen clanes de la Mocro Maffia, por eso se debe luchar para conseguir cortar tales lazos. Estas bandas no escatiman en los Países Bajos en el uso de explosivos, en las amenazas a políticos y en la infiltración en la administración. Suena a ciencia ficción un escenario similar en España pero en Rotterdam han sobrepasado este año los 50 atentados con explosivos. Y nadie se imagina que un hecho de ese calibre suceda en esa ciudad aunque se introduzcan al año más de 50 toneladas de su cocaína por su puerto.

La presión policial que se ha ejercido en el Campo de Gibraltar reactivó la vía del Guadalquivir, lo que hizo que las costas de Huelva sean las predilectas para introducir hachís y que el Levante español tenga mucha más importancia en el narcotráfico que hace años porque están llegando narcolanchas hasta las Islas Baleares.

Un alijo de droga.

Las consecuencias de la ruta africana

África se ha convertido en un territorio clave para hacer llegar droga tanto a Europa como a Asia. Esto es debido a que hay más cocaína que nunca en el mercado y las mafias le deben dar salida por cualquier vía. Aparte de los múltiples factores que han provocado que los puertos africanos hayan aumentado su tráfico marítimo y, por lo tanto, cualquier alijo de droga pasa más desapercibido. Un ejemplo es el de Tánger, donde el pasado mes de abril se incautaron 60 kilos de cocaína en un envío desde Ecuador. Desde el Sahel la cocaína es llevada a Marruecos, y los mismos clanes autóctonos que controlan la logística del hachís la utilizan para la cocaína. Eso quiere decir que en el norte del país gobernado por la dinastía alauita se está acumulando considerables alijos de cocaína que deben ser entregados en Europa.

Por esta razón aparece una narcolancha cargada de cocaína en los acantilados del Parque Natural de la Breña de Barbate. El alijo era 772 kilos y fue recogido por agentes de la Guardia Civil tras ser abandonado por los narcos tras percatarse de la presencia de la autoridad. La tripulación tomó rumbo mar adentro y los portadores que estaban en tierra lograron huir, pero en el coche con el que pretendían retirar la droga de la playa dejaron dos armas. Algo que en el tráfico de hachís no es tan habitual, pero cuando se maneja cocaína se hace imprescindible por la peligrosidad de tus rivales. El miedo a sufrir un robo de la droga en esos niveles te hace no escatimar en el uso de armas. Y si es posible adquirir fusiles de asalto lo hacen.

Una narcolancha

Nuevas vías

Tras esa goma trasladando polvo blanco veremos también embarcaciones similares desde Málaga a Girona porque las mafias simplemente deben cambiar de mercancía para ganar muchísimo más dinero por la misma labor, ya que la logística es la misma. Los lancheros de clanes gallegos ya tienen experiencia en realizar y se están subastando al mejor postor.

Esto se irá incrementando por los intercambios que se están realizando entre organizaciones criminales internacionales a un lado y otro del Atlántico. Unas producen cocaína y otras hachís, así que deciden tomar rumbo a un lugar elegido del Atlántico para realizar un trueque de toda la vida. Todos ganarán mucho más con el mismo esfuerzo que antes.

La Palmilla

La Palmilla

El pasado fin de semana un clan dedicado al narcotráfico realizó decenas de disparos con armas automáticas en el bulevar Mari Ángeles Arroyo de la Palma-Palmilla. Es un suceso que es habitual para marcar territorio donde una organización criminal vende droga. El primer mensaje está dirigido contra sus rivales: otro conocido clan del barrio. Pero el segundo mensaje es contra sus vecinos, algo que se repite en todo el planeta. Desde Nápoles, Marsella, Berlín, París, Rotterdam, Amberes, Estocolmo, Nueva York, Taipei, o Tijuana.

El uso de armas automáticas en nuestros barrios sucede muy de vez en cuando aunque tristemente ya tenemos víctimas inocentes de hechos similares. En 2020 murió Mateo Vallecillos por una bala perdida disparada por un Kalashnikov accionada por un desalmado. Vallecillos, de 74 años, estaba asomado a una ventana de su vivienda cuando ocurrió todo. También sucedió en la Palmilla.

En Nápoles a lo acontecido el pasado fin de semana en Málaga lo nombraron hace años como “Stesa”, algo muy característico de la Camorra. Han tenido que inventar una palabra para describir como unos jóvenes en motos se introducen en territorio de clanes camorristas ajenos y en cuestión de pocos minutos disparan al aire en múltiples ocasiones con cualquier arma. Normalmente estos mafiosos se dirigen contra viviendas de personas afiliadas a clanes enemigos, pero al final accionan armas dañando vehículos de particulares o fachadas de edificios en los que viven personas completamente ajenas a la criminalidad organizada.

La Camorra, cuando ejercita su poder de esa manera, solo intenta intimidar porque su dominio se basa en el miedo. Lo vivido la semana pasada en la Palmilla está en otro nivel, pero es un mensaje también contra sus vecinos. Las balas dañaron fachadas de edificios, y tres vehículos. Muchas personas en sus viviendas se tumbaron por miedo a ser alcanzados por una bala. Y precisamente para evitar eso está el Estado. No se puede permitir que una organización criminal altere la vida de un vecindario que simplemente quiere hacer su vida.

Nota internacional

En Japón la Yakuza está en horas bajas, y este último capítulo lo deja claro. Los mafiosos Fujio Sakai (78 años) e Hideki Deguchi (52 años) afiliados al anteriormente poderoso clan Takumi-gumi quisieron ver el pasado 8 abril un partidito de beisbol. El encuentro lo disputaban los Tigres de Hanshin y el Tokio Yakult en el estadio de beisbol Hanshin Koshien (Nishinomiya, prefectura de Hyogo).

En la entrada del campo reza un cartel en el que se deja claro que no pueden entrar miembros del crimen organizado, pero estos dos mafiosillos se hicieron los locos. Incluso en la web oficial del estadio se informa de que los miembros del crimen organizado no pueden acceder al recinto deportivo y que serán expulsados si se descubre que se les ha vendido entradas.

Así que estos dos mafiosos que trataban de ver un agradable partido de beisbol fueron detenidos por la policía de Koshien. Será interesante saber el desenlace del juicio. Es muy probable que sean condenados a ver el encuentro de la última jornada de Segunda División entre el Málaga-Ibiza. Esperemos que el partido al que asistieron no fuese tan malo porque les salió muy cara la asistencia.





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