"Málaga ha roto esa costra de invisibilidad provinciana que provoca el deslumbramiento de Madrid y Barcelona"
"Que las peatonalizaciones han hecho que el ciudadano sea dueño de su ciudad es un sarcasmo, lo que han hecho ha sido entregar la ciudad a los turistas" / "Convenzamos de una vez al paquete catarí de que puede hacer esa torre en otro sitio y zanjamos de una vez esta polémica".
21 mayo, 2023 05:00Noticias relacionadas
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El minuto uno de esta conversación tiene el despacho de Salvador Moreno Peralta como epicentro. Casi tres horas y media después finaliza en el restaurante María. Cuántas conversaciones no habrán oído estas paredes. Tertulias inacabables de las que Moreno Peralta ha participado en las últimas décadas. Muchas con el añorado Manuel Alcántara como interlocutor. Ahora suele almorzar con su amigo el economista y escritor Juan López Cohard.
Es un vendaval de oratoria. Su discurso no tiene descanso ni lo busca. No da tiempo siquiera a hacer una primera pregunta para que entre en faena. Y lo hace con mensajes lapidarios y frases interminables.
"El otro día un compañero tuyo de El Mundo me sometió a un tercer grado sobre la Expo 2027", suelta de inicio antes de que arranque la conversación. Y continúa durante casi 20 minutos reflexionando sobre la cuestión… "Quiero modestamente prevenir sobre cuáles son los riesgos que tiene hacer una Expo. Porque exposiciones universales ya ha habido muchas y los eventos de este tipo que hayan dejado algo verdaderamente positivo tenían sentido en un mundo analógico, como las exposiciones del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX. En épocas recientes siempre se habla como caso positivo el de los Juegos Olímpicos de Barcelona en el 92, pero hoy día la mayoría de las veces estos eventos aportan poco y dejan en la ciudad hipotecas futuras", comenta.
-Pues empecemos por la Expo 2027.
-La Expo puede ser una buena idea si con ello se obtienen recursos para abordar actuaciones que en circunstancias normales no se podrían hacer con los presupuestos corrientes. Pero hoy, a diferencia de las primeras exposiciones universales, estos eventos no sirven para lanzar al mundo ningún descubrimiento tecnológico ni dar a conocer nada que no conozcas ya en tiempo real, a través de Siri o Alexa.
Las expos no son otra cosa que campañas publicitarias de las ciudades, que rivalizan entre ellas como productos en un mercado global y fuertemente competitivo. Se suele decir que lo importante de una Expo es la planificación del día después. Pues no, no es el día después, sino la ciudad que queda después lo verdaderamente importante, y eso puede ser beneficioso, o, por el contrario, una hipoteca muy gravosa, como fue el caso de La Cartuja de Sevilla.
Estas expos tienen poco fundamento y comportan una dificultad añadida, como es la advocación bajo la cual se celebra, que es nada menos que el de la ciudad sostenible. El objetivo es impecable, pero el problema es que Málaga no es en modo alguno una ciudad sostenible. Es una ciudad creciente, poderosa, emprendedora, que ha tenido siempre el mérito de sacarse las castañas del fuego ella solita… Sí, pero de sostenible, nada. Hay una confusión interesada y falaz sobre el concepto de sostenibilidad de la que se deriva una de las mayores estafas que se producen en el mundo.
"Lo importante de una Expo no es la planificación del día después, sino la ciudad que queda después; eso puede ser beneficioso o una hipoteca muy gravosa, como fue el caso de La Cartuja de Sevilla"
Tras el concepto de la sostenibilidad se esconde una industria brutalmente monopolista amparada en la corrección política. Te dicen que la sostenibilidad consiste en controlar las emisiones de CO2 para obtener certificados de eficiencia energética, expedidos por determinados organismos que están previamente involucrados en las emisiones de gases que producen el calentamiento global.
No, la sostenibilidad no es colocar sensores de emisiones de gases al pie de rascacielos ni en impedirte hacer un jardín con plantas que no sean autóctonas y con la fea costumbre, además, de consumir agua de riego. Hoy el Parque de Málaga o los Jardines de la Concepción no se podrían construir en aras de la sostenibilidad, porque las plantas no son autóctonas, lo cual tiene bemoles.
La sostenibilidad, concretamente en Málaga, no es llenar la ciudad de torres como si eso fuera un emblema de la modernidad, sino en el modo de establecer las relaciones de la ciudad con su entorno, en un concepto de ciudad enriquecido por las enormes fortalezas que la provincia te puede aportar, sus paisajes, sus pueblos, y el potencial productivo de su sector primario, abandonado por el modelo de ladrillo, turismo y emigración en el desarrollismo del siglo pasado.
-Usted lleva años defendiendo la idea de ciudad-región.
-Sí, me temo que estoy dando demasiado la tabarra con esta idea. ¿Y por qué? Porque en esa relación con la naturaleza y el entorno está el verdadero sentido de la sostenibilidad. El campo y la ciudad tienen que dejar de ser conceptos opuestos y refractarios. Hay que entender que el mundo rural y sus actividades son también ciudad.
No se lleva esto de elogiar a políticos, pero te digo, con conocimiento de causa profesional, que Málaga ha tenido buenos alcaldes. Los años de Pedro Aparicio fueron los de las cañerías, los de la creación de unas infraestructuras elementales de las que Málaga carecía. Pedro dejó el testigo de una ciudad, de una urbs cuya existencia empezó a consolidar una cívitas.
Celia Villalobos lo recogió y la impulsó, de forma que cuando llega Paco de la Torre el crédito urbano se venía fraguando desde hacía tres décadas. Pero lo cierto es que en el mercado urbano global las ciudades estaban ya compitiendo entre ellas como si fueran empresas y el éxito comercial sólo se consigue con la definición nítida y atractiva de su nicho de mercado.
Málaga necesitaba la visibilidad de su branding y es ahí donde entra Paco apostando por el de una capital turística con una fuerte impronta cultural, la cuna de Picasso. Ha conseguido romper esa costra de invisibilidad provinciana que provoca hoy el deslumbramiento de Madrid y Barcelona, y poner la ciudad en ese mercado competitivo entre ciudades. Porque esa era la dificultad: era más fácil cambiar Málaga que la propia imagen de Málaga.
Encontrarle a Málaga una potente imagen de mercado creo que fue la primera gran intuición del alcalde. A partir de ahí se ha desarrollado una vertiginosa espiral de crecimiento basado en el turismo urbano, la cultura y la alta tecnología.
¿Cuándo cree que se inició ese proceso?
Aventuro que se produjo en 2016, cuando el mal llamado fracaso de la Capitalidad Cultural Europea. Yo estaba con el alcalde en este asunto y te digo que no fue ningún fracaso. Creo que estaba contentísimo de que no nos hubieran dado la capitalidad cultural porque ya tenía una estrategia montada, pero sin el compromiso temporal ni el apremio de tener que embarcarse en los actos de la capitalidad. Al final se la llevó San Sebastián por esas razones políticas por las que los vascos se llevan todo, pero me consta que los donostiarras estaban bastante arrepentidos.
-Hablaba de la competencia entre ciudades. En esto Málaga ha estado a la altura.
-Sí, lo importante de un producto comercial que se lanza al mercado es la nitidez del producto ofertado. El producto no puede ser ambiguo; esto es de primero de mercadotecnia. "Yo vendo esto". Y Málaga, una ciudad periférica que no se concebía sin Torremolinos, de repente va y aparece con su marca particular. Primero fue el Museo Picasso, luego tres toquecitos bien hechos en la ciudad, la peatonalización de calle Larios, los muelles 1 y 2, nuevos museos que sirvieron para aportarle un valor patrimonial y cultural que no había soñado tener, rodeada como estaba por tres ciudades Patrimonio de la Humanidad: Granada, Córdoba y Sevilla.
Soy malagueño, pero nunca había vivido en Málaga porque pasé toda mi infancia y juventud en un Madrid maravilloso. Desde el primer día la ciudad me entusiasmó incluso en su muy mediterránea cochambre. Eso nos permitía ver valores que quizás otros no veían por el roce de la cotidianidad, como un casco histórico del siglo XIX con una unidad de estilo elegante, pausada, sin estridencias, que me parecía precioso, y al que le veía unas posibilidades enormes. Posibilidades que, muchos años después, se han desencadenado con esas peatonalizaciones que realmente lo que han permitido es valorar esa arquitectura, ese patrimonio.
"Que las peatonalizaciones han hecho que el ciudadano sea dueño de su ciudad es un sarcasmo, lo que han hecho ha sido entregarles la ciudad a los turistas"
Eso de decir que las peatonalizaciones han hecho que el ciudadano sea dueño de su ciudad es un sarcasmo, lo que han hecho ha sido entregarles la ciudad a los turistas. Pero, bueno, esos turistas no atiborrarían el Centro si la arquitectura fuera un desastre; o sea, que lo que las peatonalizaciones han hecho no es recuperar para el malagueño el espacio público, sino la arquitectura de su ciudad. Gracias a esto empezaron a hacerse familiares los nombres de los arquitectos Strachan, Cirilo Salinas, Juan Nepomuceno Ávila, Joaquín de Rucoba, Gerónimo Cuervo…
Eso sirvió para perfilar el branding y si a eso le sumas la riqueza de la provincia, la existencia del PTA y la Universidad, el aeropuerto y el AVE… Pues ya tienes armado el embrión de la idea de ciudad-región.
Cuando les preguntas a los CEO de las empresas tecnológicas por qué quieren estar en Málaga, te esperas una respuesta muy sofisticada, pero lo que te responden es: "Porque aquí se vive muy bien". Es una respuesta simple pero que encierra un contenido muy complejo y rico. Lo que están queriendo decir es que esos factores por los que consideran que aquí se vive muy bien no los suministra sólo la capital sino toda la provincia, considerada como una ciudad-región o una ciudad-territorio.
-¿Y qué papel juega entonces Málaga dentro de esa ciudad región?
-Málaga sería el barrio principal, el hub que liga los productos de la provincia con el mundo, la sede de las instituciones y de los principales sistemas de comunicación externos. Y Vélez, Antequera, Ronda, o las conurbadas ciudades de la costa serían otros barrios, más pequeños, pero no por ello menos importantes. Y entre ellos, las zonas verdes; es decir, el campo como productor de paisaje y poniendo en valor los recursos agrarios.
Dentro de este marco competitivo las ciudades tienen que jugar en sus correspondientes ligas, y Málaga puede jugar en la Champions de las ciudades globales. Hoy las ciudades globales y los lugares fuertes de la Nueva Economía no se caracterizan sólo por una abultada demografía. La provincia de Málaga tiene la misma población que la del condado de Santa Clara, en Palo Alto, donde están arraigadas las sedes de las 20 multinacionales tecnológicas más importantes del mundo.
Hoy la economía mundial no se articula en torno a los Estados-Nación sino en un entramado transnacional de ciudades globales. ¿Y cuáles son las características de estas ciudades globales? Que acumulan la mayor diversidad de funciones en el mismo lugar: la pertenencia a la órbita del euro, seguridad política y jurídica, simultaneidad de la residencia, el ocio y el trabajo, clima privilegiado... ¿Y qué sale de ese cóctel? Muy pocos lugares en el mundo, pero uno de ellos es Málaga, la Costa del Sol y su provincia.
El énfasis está en mejorar el espacio físico, propiciando un entorno con gran calidad de vida e incorporando el paisaje, la agricultura y la ganadería al paquete de recursos. ¿Y estamos haciendo eso? Me parece que no. Aquí el énfasis de lo que se concibe como modernidad está en llenar Málaga de unas torrecitas agresivas siguiendo con ello un modelo antiguo y analógico. Diríase que Málaga está volviendo a los años 70 con el prefijo de la sostenibilidad y la cínica vitola de lo moderno.
Y ya estamos viendo con las torres de Martiricos que el modelo a seguir no es uno nuevo basado en nuestras propias potencialidades, sino en un remedo de Mumbai o de un Dubái de provincias. Una pena, pero estamos a tiempo de corregirlo si no se nos va la cabeza con la Expo.
"Estamos viendo con las torres de Martiricos que el modelo a seguir no es uno nuevo basado en nuestras potencialidades, sino en un remedo de Mumbai o de un Dubái de provincias"
-Hablemos de eso. ¿Le gusta lo que se está haciendo en Málaga?
-No mucho, la verdad. Creo que en esa liga de la que hablábamos Málaga no va a ser ejemplo por cuatro torres que se construyan. Hemos desatado una espiral de actividades e iniciativas, con el riesgo de no controlarlas. Podemos repetir que Málaga está de moda, pero si formulamos esto por la constatación de la invasión inmobiliaria como expresión de modernidad, el razonamiento no puede ser más irreflexivo y estúpido.
Y más tonto aún es eso de que podemos morir de éxito por los efectos no deseados de esa invasión. Uno se muere de una enfermedad incurable, de asco o de aburrimiento, pero de éxito no se muere nadie, porque entonces de lo que realmente te has muerto es de un fracaso, por haber hecho las cosas mal.
Hay mucha gente que está tomando nota de cómo Málaga está sacando la cabecita entre la costra de invisibilidad de la que hablábamos, buscando ahí un plausible modelo para las ciudades medias. Lo verdaderamente singular de Málaga es haberse incorporado, aunque tardíamente, al turismo urbano, desarrollando inteligentemente los tres sectores productivos más importantes del planeta: el turismo, las TIC y la enorme capacidad de acumulación de la cultura.
Y de una descubierta capital turística hemos pasado a una ciudad tecnológica con la implantación de una serie de empresas de servicios avanzados y unos polos de innovación y talento tan extraordinarios como Andalucía Tech y el Polo de Contenidos Digitales. En su lugar, ¿nos vamos a presentar con un modelo urbanístico basado en unas torres ratoneras y adocenadas? Poner ladrillos y hacer torres lo sabe hacer cualquiera, pero lo otro no. ¿O es que después de todo lo realizado el modelo resultaba ser La Malagueta?
Entonces ves cual es el verdadero significado de eso de estar de moda, porque para quienes realmente lo estábamos era, una vez más, para la industria del ladrillo: el turismo y las tecnológicas son las que agitan el árbol, pero quién recoge los frutos son los fondos de inversión inmobiliarios, de imprecisa localización, que vienen aquí a país conquistado, con sus propios equipos de arquitectura e ingenierías.
Cuando por primera vez crees que esta ciudad es dueña de su destino, resulta que no pasa de ser una simple usufructuaria. Nos lamentábamos no hace mucho Javier González de Lara y yo de lo poco que hacemos valer el know how en tantas cosas en las que podíamos ser líderes, porque pesa todavía mucho un fondo social marcadamente cateto y provinciano.
-¿Ninguna de las torres que se plantea le gusta?
-Los primeros rascacielos neoyorquinos eran una declarada manifestación de poderío económico de la corporación que lo construía. Eran unas magníficas obras de arte e ingeniería. Hoy lo que se le pide a un rascacielos es ser el más alto del mundo en una carrera bastante tonta y que sea distinto. Si quieres hacer una burrada, desiste de hacerla o llévala hasta el extremo, porque entonces será algo interesante. Lo que no puedes hacer es quedarte a medias, porque entonces resultará un churro. Dubái, las ciudades asiáticas o, en su escala, Benidorm, tiraron por el mucho más. En Málaga, con las torrecitas colocadas en los lugares de la ciudad donde más duelen, el resultado final siempre será vulgar.
-Una de las operaciones más controvertidas es la de las torres de Repsol.
-Cuando redactamos el PGOU de 1983, los terrenos de la Campsa iban de zona verde, los de la Misericordia, también, y los de Repsol, lo mismo. Hoy la Misericordia es un parque maravilloso, como también lo es el Parque de Huelin sobre los terrenos de la Campsa. ¿Qué ha cambiado en la gestión urbanística de esta ciudad para que ahora el parque de Repsol no se pueda hacer sin unas torres?
Puedo ponerme en la piel de los gestores públicos que tienen la obligación de hacer realidad los equipamientos previstos y pueden resultar muy caros. Pero ante esta situación hay que hacer valer el poder municipal con un envite fuerte. Si fuimos fuertes con Campsa, ¿por qué no podemos serlo en Repsol? Creo que es una cuestión de firmeza en la gestión urbanística y Málaga ha adquirido la suficiente autoridad como para que le obliguen de alguna covachuela capitalina qué es lo que tiene que hacer.
-Al final, cuando hablamos de Paco de la Torre hablamos del impulsor de la Málaga actual, pero también de todo lo demás.
-Paco de la Torre tiene el mérito enorme de haber impulsado todo lo que venimos diciendo. Es un político nato y eso significa pertenecer a una raza especial, como los toreros. Hay que ser muy especial para estar todos los días sometido al escrutinio permanente de la población. Paco tiene una gran preparación técnica, una tenacidad a prueba de bomba y una vocación de entrega a su ciudad yo diría casi mesiánica.
Tiene muchísima más información, general y local, que la que pueda tener cualquier ciudadano, con claves que no todo el mundo maneja, aunque eso no nos impida ser a veces muy críticos con algunas de sus decisiones. Por ejemplo, esa desvinculación personal y, digamos, presidencialista, con las vicisitudes del día a día, con la que parece quedar al margen de algunos clamorosos desastres que se producen en la gestión de lo cotidiano.
"Equivocado o acertado, nadie podrá poner en duda la absoluta entrega de Paco a favor de los intereses de esta ciudad; se hace muy difícil concebir ya el paisaje de Málaga sin él"
Tratar con el alcalde es siempre una maravilla. El problema es cuando desciendes un escalón más abajo. Ahí es cuando te encuentras el laberinto del Minotauro. Y a cuatro años de la Expo. Pero equivocado o acertado, nadie podrá poner en duda la absoluta entrega personal de Paco a favor de los intereses de esta ciudad. Realmente se hace muy difícil concebir ya el paisaje de Málaga sin él.
-¿Dónde situaría la transformación del Centro Histórico, entre los aciertos o las equivocaciones?
-El Centro Histórico ha sufrido un proceso de gentrificación de libro. Es un proceso absolutamente generalizado que nadie ha sabido o querido detener, porque está en la esencia misma de eso que decíamos de la identificación del nicho de mercado. Si lo importante era la nitidez en la identificación del producto, la historia y el patrimonio son el nicho de mercado de una ciudad, algo singular que se da en ella y solamente en ella. La paradoja es que aquello que resulta singular se acaba consumiendo turísticamente de una manera banal como producto.
Los rebaños de turistas que descienden de los cruceros consumen el Centro de Málaga exactamente igual que lo puedan hacer en Roma, Venecia, Sevilla, Londres o Venecia. Todas las políticas que habíamos diseñado con mucho cuidado y mucha dificultad en los años 80 y 90 para el mantenimiento de la población residente en los centros históricos han saltado por los aires.
Y cuando con mis amigos Vicente Granados y Enrique Torres postulábamos que la nueva demanda turística lo que buscaba era autenticidad no sabíamos lo equivocados que estábamos. El turismo no quiere autenticidad sino "simulacros verdaderos", como llama a esto Félix de Azúa.
Los habitantes del Centro pasaban de ser vecinos a ser figurantes en una obra de teatro urbano. Y ahora ya ni eso, porque los hemos echado. Ya he dicho que un urbanismo que se basa en el sufrimiento de los vecinos y en el expolio del espacio es algo inmoral. Pero es una inmoralidad de la que participan todas las ciudades del mundo como algo ineluctable. Y me niego a aceptar eso.
-Es algo que viene denunciando desde hace años el OMAU.
-El OMAU lo que ha hecho es poner las cifras y los datos encima de la mesa. No ha tomado ninguna decisión política porque no le corresponde. Las conclusiones las sacamos los demás. ¿Y qué pasa? Pues que no te sigue nadie porque la gente está entusiasmada con el Centro, sobre todo si lo comparas con la degradación de los 80. La transformación resulta fascinante. Además, se produce el fenómeno de descubrimiento. Es decir, estamos muy contentos porque desde fuera nos han descubierto como una ciudad maravillosa que estaba poco menos que oculta.
El descubrimiento le encanta al descubridor porque le reafirma en su capacidad de arbitraje. Y le encanta al descubierto, porque le sube su autoestima. Y así empezamos a desbarrar diciendo que estamos de moda y que le hemos echado la pata por encima a Sevilla, Granada, Córdoba… Incluso a Barcelona. Estas ciudades no están tan de moda porque con su enorme capital fijo como ciudades históricas nunca han dejado de estarlo.
-Es usted tan vehemente que parece que siempre está de mal humor.
-(Carcajada de Salvador Moreno Peralta). No, no, qué va. Pero estas cosas sí que me enervan, sobre todo los topicazos burdos que surgen del provincianismo y del catetismo. Todavía hay mucha gente que no se da cuenta de que ya hemos subido de división, que estamos ya en otra liga y que, como decía González de Lara, hemos acumulado un know how en muchos temas que siguen sin valorarse ante el papanatismo hacia lo foráneo.
Entre otras, en una visión innovadora sobre la propia ciudad, por ejemplo, el valor de los barrios de la capital. Soy un apasionado de los barrios y la gente no parece darse cuenta de los fenómenos tan interesantes que en ellos se han producido en los últimos 40 años. He visto construir y crecer los barrios del desarrollismo de los 70 y he visto la infraurbanización de la mayoría de ellos.
"Es en los barrios donde se ha producido la transformación urbana edificante y optimista, mucho más interesante que la del Centro; es Málaga la que está ahí y es una Málaga vital, auténtica y singular"
A favor del Ayuntamiento hay que decir que hoy son barrios perfectamente equipados, y bien urbanizados, son esas ciudades de 15 minutos que ese urbanista colombiano ha descubierto y que los abrazafarolas del urbanismo admiran como si se tratara del invento de la pólvora. Son verdaderas ciudades de proximidad en las que han crecido los jardines, se han implantado zonas infantiles y de la tercera edad, con un vecindario participativo e identificado con su hábitat.
Naturalmente que queda mucho por hacer, pero es ahí donde se ha producido la transformación urbana edificante y optimista, mucho más interesante que la del Centro Histórico. Es Málaga la que está ahí y es una Málaga vital, auténtica y singular.
Usted es uno de los defensores de la operación de Rafael Moneo en Hoyo de Esparteros. ¿Tiene la impresión de que la gente se va a acostumbrar?
Suele haber una relación interesante del ciudadano con su entorno que se rompe cuando de repente algo nuevo aparece en escena. La clave del éxito de una obra nueva es que eso que aparece se inscriba rápidamente en una especie de percepción o memoria colectiva, de manera que lo nuevo pareciera que siempre hubiera estado toda la vida ahí. Siempre pongo el ejemplo del Edificio de Previsión Española que diseñó el propio Moneo nada menos que frente a la Torre del Oro en Sevilla. ¿Qué había ahí antes del edificio de Moneo? Nadie se acuerda, nadie.
-¿Y eso va a acabar pasando con el edificio de Moneo aquí?
-Rotundamente sí. No me parece nada mal que haya habido polémica, lo contrario hubiera significado una indolencia cívica preocupante. Responde a lo que te decía de que de repente en un sitio de toda la vida aparece una cosa nueva que a la gente le puede costar trabajo asimilar. Pero esto ha tenido mucha polémica prejuiciada más allá de lo estrictamente arquitectónico.
De repente irrumpe en la polémica con una fuerza enorme el edificio de La Mundial, pero no tanto por su calidad intrínseca, que la podía tener en su integración con un entorno de arquitectura decimonónica. Y aquí, como suele suceder con todo, había varios intereses gremiales concernidos en su conservación que terciaban en la polémica perturbándola.
¿Cuánta gente había oído hablar de La Mundial antes? Me atrevo a decir que muy pocos. Pasabas por ahí y nadie se daba cuenta porque el edificio estaba ahí, desdibujado en el entorno caótico de Hoyo de Esparteros. Y de repente unos deciden que aquello es poco menos que el Partenón y que no vale eso de que Moneo haya decidido coger el edificio y trasladarlo a otro lado para encajarlo en la nueva lógica de la ordenación. Pues nada, a degüello, Mamoneo y otras lindezas malaguitas.
"¿Cuánta gente había oído hablar de La Mundial antes? Muy pocos. Estaba ahí, desdibujado en el entorno caótico de Hoyo de Esparteros. Y de repente unos deciden que aquello es poco menos que el Partenón"
Lo que podía ser una discusión totalmente legítima estaba bastante perturbada y trufada de prejuicios. Si alguien quiere saber lo que es una agresión que mire hacia las torres de Martiricos. Eso sí que no hay manera de integrarlo en ningún tipo de percepción colectiva. En el edificio de Moneo, la rotundidad de su volumetría (sólo supera a los edificios colindantes en planta y media) está llena de matices y detalles.
A los que estamos a favor del edificio casi nos obligan a considerarlo poco menos que el Taj Majal para defenderlo, cuando se trata simplemente de un edificio inteligentemente integrado en un trozo de fachada urbana anodino al cual confiere una personalidad que antes no tenía.
-¿Le crispa tanto la torre de Martiricos como la Torre del Puerto?
-Lo que opino de la Torre del Puerto es que ese no es el sitio para una torre, al menos en Málaga, lo haga mi amigo Pepe Seguí o Frank Gehry. Aducimos en su defensa que ya tiene al lado La Malagueta, pero ¿es que ahora va a resultar que La Malagueta es de lo que más orgullosos podemos sentirnos? Si esa torre es imprescindible para el futuro de nuestra ciudad, lo mejor es llevársela a otra parte que no quede directamente emparentada con La Malagueta.
El lugar no es algo neutro, sino cargado de simbología, de memoria, de historia; en ellos la arquitectura tiene que contribuir a enriquecer esos sentimientos, no a humillarlos. Así que convenzamos de una vez al paquete catarí de que puede hacer esa torre en otro sitio y zanjamos de una vez esta polémica que solo sirve para que los ministros de Cultura digan la gilipollez más grande.
Entramos de lleno en el universo María
-Ahora estamos en campaña electoral. ¿Tiene claro a quién va a votar?
-Claro que lo tengo.
En ese momento aparece Enrique, el propietario de María, con las cartas en la mano. En la portada principal, una caricatura de Manuel Alcántara dibujada por Moreno Peralta. "Es la última que le hice de la serie. Cada año le hacía una distinta", explica. Y en honor de Alcántara, un Dry Martini en copa helada, sin hielo.
"Pega, ¿eh? Está buenísimo. Tiene tres o cuatro primeros sorbos… si se calienta un poquito ya no tiene nada que ver. A mí Manolo me destrozó el hígado con mucho cariño. Han sido más de veinte años almorzando con él dos veces por semana, y seguirle en sus libaciones costaba un trabajo del carajo. Pero en sus últimos días, el pobre suprimió el Dry Martini", expresa emocionado.
-Le preguntaba por De la Torre. Resulta difícil imaginar una Málaga sin Paco de la Torre.
-Claro, Paco es tan imprescindible en el paisanaje como en el paisaje. Y no porque se vaya a morir, porque Paco es inmortal. Acumula tal cantidad de datos en su cabeza que no sé hasta qué punto puede llegar a metabolizarlos para convertirlos en políticas concretas. No soy nadie para juzgarle, pero estas personas tan apabullantes y con personalidades tan arrolladoras me parece que encuentran dificultades en la formación de equipos y en articular políticas que han de ser llevadas a cabo por mucha gente.
"La política tiene muchos lados obscenos; es dificilísimo sacar adelante un proyecto porque la oposición, sea cual sea, te dice en privado que te apoya pero de cara a su público no tiene más remedio que estar en contra"
Ya hemos hablado de los enormes méritos de Paco que lo harán pasar a la historia, pero cabe preguntarse por todos los proyectos que llevan pendientes muchos años y que tal vez estén bloqueados por esa dificultad en compartirlos. El Guadalmedina, los Baños del Carmen, el auditorio...
También te digo que la política tiene muchos lados obscenos y resulta dificilísimo sacar adelante un proyecto de interés general, porque la oposición, sea cual sea, te dice en privado que te va a apoyar un proyecto pero que de cara a su público no tiene más remedio que estar en contra.
-En cualquier caso habla de muchos proyectos que no se han acometido.
-Es que sacar hoy adelante un proyecto con el nivel de esta política es dificilísimo. Lo excepcional es lo que se ha hecho en Estepona: levantar un Centro Cultural, una torre-biblioteca, un conservatorio de música, un museo, un mirador y un parque. Todo eso en un año y cuatro meses. Esto sólo se ha podido hacer con la determinación de un alcalde con mayoría absoluta y una entrega de los profesionales y funcionarios con la actitud y modos de operar inusuales. Se ha podido hacer por eso y porque no lo ha bloqueado nuestra terrible burocracia estamental, que es hoy el verdadero enemigo del pueblo.
-Pero si en Estepona se puede hacer ¿por qué en Málaga no es posible?
-Porque todos los organismos públicos y empresas de servicios que intervienen en la tramitación de los proyectos están configurados para que no salgan y así asegurar las pequeñas esferas de poder de cada corralito competencial. El lema podía ser: "entorpezco, luego mando".
-No sé si coincide conmigo, pero probablemente hay candidatos a la alcaldía que no lo serían hace 30 años.
-Eso tiene que ver con la brecha intergeneracional que se ha producido en todo el mundo derivada de la globalización y con el efecto de fugacidad, banalidad e irrelevancia de las redes sociales. Hoy los líderes tienen que inventarse una política para la cultura banal del Tik-Tok, por un lado, y, por otro, han sido formados en un mundo digital que tiene sus propias reglas. Son políticos formados en esa brecha, en ese vacío, sin sentirse tributarios de ninguna memoria, porque han sido formados en el cultivo del olvido.
Escudriño a mis hijos y mis nietos, que son productos de este tiempo, y sólo veo unas personas formidables, así que con respecto a esto, me callo y observo, desde el absoluto convencimiento de que su tiempo ya ha dejado de ser el mío. Y es de entre ese mundo de donde deberán salir los alcaldes y los nuevos dirigentes. Revolverse contra eso ciegamente sólo provoca que al mirarte en el espejo te veas más viejo de lo que realmente eres.
-Muchos le reconocen como el padre de Pablo Alborán más que como Salvador Moreno Peralta, el arquitecto. ¿Cómo es Pablo?
-Siempre es mejor que Pablo tenga un padre conocido que haber sido recogido de un canasto en el Nilo, como Moisés. Por otra parte, lo verdaderamente importante es que mis tres adorados hijos, sus parejas y mis nietos, se estén dedicando a lo que realmente les gusta y sean felices. Si no eres un perfecto cretino, en las relaciones paterno-filiales lo que cuenta es la armonía y la felicidad en ese inviolable refugio que es la familia.
Y en este aspecto la felicidad es plena, porque aunque la vida esté llena de problemas el principio de su solución está en el hogar, como venimos comprobando a lo largo de 6.000 años de historia. En mi caso el hogar es algo más que una metáfora, es una persona de carne y hueso, mi mujer y la madre de mis hijos.
"Pablo es un tipo excepcional y, con sus hermanos, Casilda y Salva, son como ramas de un mismo tronco, apasionados del arte, con una condición humana que ha hecho de la fidelidad una cuestión de honor"
Como parece ser que eso es ley de vida, pues no le damos importancia a algo que no cabe en las relaciones sociales: vivir absolutamente entregado a la felicidad de los demás, sin esperar nada a cambio así en la tierra como en el cielo. Eso es lo que hace mi mujer con toda la familia que está bajo su cobijo. Decir esto en tiempos de elucubraciones compositivas del concepto de familia puede que sea hasta ilegal.
Pero me has preguntado cómo es Pablo. Pues bien, es un tipo verdaderamente excepcional y, con sus hermanos, Casilda y Salva, diríase que son como ramas de un mismo tronco, apasionados del arte en todas sus manifestaciones, con una condición humana que ha hecho de la fidelidad una cuestión de honor y con una determinación de hierro a la hora de concluir todo lo que se proponen.
-Hablemos de la operación portuaria. Usted considera que no ha sido todo lo profunda que debiera.
-No exactamente. Lo que quiero decir es que esto de la incorporación a la plena vida urbana de los waterfronts es un tema que ha estado muy de moda. En las ciudades marítimas los puertos y la ciudad formaban parte indisoluble de una misma entidad.
El crecimiento de la mayoría de estas ciudades se ha producido dando un paso adelante sobre terrenos y dársenas interiores que quedaban incorporados a la lógica del crecimiento urbano. Hoy en el Parque de Málaga, en la Alameda o en el Soho nadie reconoce el pasado portuario de esos terrenos.
En ese paso al frente la ciudad acarrea en su mochila todos los atributos de lo urbano. Pero con el tiempo, esos lugares adquirieron tal valor que ya no permiten quemarlo con usos normales, sino con artefactos productores de una renta acorde con el valor de posición del lugar.
"Lo que tímidamente defiendo es que los terrenos portuarios que puedan incorporarse a Muelle Heredia lo hagan como una extensión del Soho, y, por qué no, con usos residenciales normales"
Y es así como se dedican normalmente a auditorios, centros comerciales, museos, acuarios y piezas singulares. Lo que tímidamente defiendo es que, por ejemplo, los terrenos portuarios que puedan incorporarse a Manuel Agustín Heredia desde el muelle 4 lo hagan como una extensión natural del Soho; es decir, con ciudad en el sentido amplio y profundo de la palabra, con calles, comercios, oficinas, equipamientos y zonas libres, pero también, por qué no, con usos residenciales normales.
El anterior presidente de la Autoridad Portuaria, Paulino Plata, acertó un día al decir que el muelle 4 debería convertirse en un barrio portuario. Pero en su partido se lo iban a comer, porque hoy para el sectarismo ultraconservador de derechas o de izquierdas, en el puerto se pueden construir iconos, pero viviendas no.
-Es un espacio ciertamente sensible.
-Estos sitios están marcados con una enorme carga sentimental, de manera que construir ahí viviendas, aunque sean unas poquitas, es una monstruosa operación especulativa y tal. Esta concentración de tanta electricidad estática sentimental impide que haya tiempo y espacio para la reflexión, sustituido por prejuicios absolutamente consolidados.
Eso fue lo que sucedió en la Isla de La Cartuja en Sevilla después de la Expo. Ya que has ganado cerca de 500 hectáreas para la ciudad, ¡haced ciudad! Y no unos artefactos a remolque para salvar la cara como fueron el Parque Tecnológico, Isla Mágica, un estadio absurdo y ya, en el colmo del disparate, la Torre Pelli. Todo menos hacer una ciudad normal.