La primera vez que se enamoró de una mujer tenía 12 años, pero le hicieron falta cerca de 10 más para encontrarse con ella misma y poner nombre a lo que la sociedad en la que vivía entonces quería aceptar: la diversidad, el amor en todas sus formas; o, simplemente, el amor.
Charo Alises es abogada, activista y presidenta de la Asociación LGTBI+ Ojalá de Málaga. Tiene "el corazón partío" entre Sevilla y Málaga. En la primera nació y encuentra a toda su familia; en la segunda ha pasado la mayor parte de su vida.
Fue en la Universidad de Málaga donde estudió Derecho sin apenas vocación. Lo que le gustaba, dice, era "el teatro, la literatura y la historia". De hecho, hizo las pruebas de acceso a Arte Dramático y fue admitida, pero consciente de que no iba a poder compaginarlo todo renunció, aunque solo en parte: unos años más tarde se doctoró en Comunicación Audiovisual y asegura que ha logrado unir sus dos pasiones. "El cine se ha convertido en una herramienta que llevo a mi terreno para hacer que el Derecho sea más accesible y comprensible", explica.
Quizá por eso en su conversación todo es pedagogía y una basta experiencia que la ha enseñado a no mirar nunca al pasado sino a servirse de él para mejorar el futuro.
¿Cuándo se dio cuenta de que le gustaban las mujeres?
Me enamoré por primera vez de una niña cuando tenía 11 años y ella tenía 12, pero no supe que eso era enamorarme hasta más tarde. Yo era muy pequeña y nadie me hablaba de eso. Fue algo que sentí de pronto, pero no sabía que era amor, solo que era diferente a lo que sentía por otras amigas en ese momento. Luego, en mi adolescencia, empecé a darme cuenta de que me sentía muy atraída por las protagonistas femeninas en películas y series, siempre por las mujeres. Pero en aquella época no tenía información ni referentes. Las personas de mi edad no tuvimos adolescencia porque no nos dejaron vivirla, no pudimos aceptarnos completamente porque no tuvimos la posibilidad.
La importancia de tener referentes...
Los personajes LGTBI en la cultura, la literatura, el cine y las series de televisión son muy importantes porque todas las personas necesitan referentes. Imagina crecer viendo películas de amor en las que solo hay parejas heterosexuales o leer literatura en la que las historias de amor y sexo son entre hombres y mujeres. Si no te ves reflejado en ningún ámbito, ¿cómo te sentirías?
"Las personas de mi edad no tuvimos adolescencia porque no nos dejaron vivirla, no pudimos aceptarnos completamente porque no nos dieron la posibilidad"
También es importante el apoyo del entorno más cercano, ¿no?
Es importante tener un entorno cercano que apoye y acepte a las personas LGTBI. En mi familia no noté homofobia ni nada parecido pero siempre existe el miedo a ser rechazado por los pilares de tu vida. Ese miedo es lo que muchas veces impide salir del armario. Hay personas de diferentes edades que no salen del armario porque temen el rechazo familiar o perder esos vínculos.
¿Sintió ese miedo?
Lo mío fue una combinación de factores. Primero tuve que aceptarme a mí misma. Aunque lo tenía claro desde joven y me di cuenta de ello, realmente tomé conciencia cuando ya no pude negarme a mí misma. Una cosa es ver series y pensar en ello, pero no fue hasta que tuve mi primera pareja cuando sentí el peso de la tradición judiocristiana en la que me había educado desde los cuatro años.
¿Llegó a rechazarse?
Sentí como si estuviera haciendo algo mal. Fue algo que no había sentido antes cuando solo tenía deseos hacia mujeres en series y libros. Cuando lo materialicé, sentí culpa. Me di cuenta de que esa culpa estaba arraigada en mí desde los cuatro hasta los 18 años que fui educada en colegios religiosos. Pasé una semana horrible, pero la superé. Una de las razones por las que trabajo como activista es para que nadie tenga que pasar por esa experiencia, ni siquiera durante un minuto. Nadie debería sentir culpa por algo tan natural como tener relaciones o enamorarse de una persona del mismo sexo.
"Nadie debería sentir culpa por algo tan natural como tener relaciones o enamorarse de una persona del mismo sexo"
¿Y a partir de ahí qué cambió?
Cuando me enamoré por segunda vez tenía 21 años y tuve que aceptar quién era y que no había nada malo en ello. Tuve que permitirme vivir como quería, amar a quien quería y desear a quien quería. Con el tiempo y mi creciente involucramiento en el activismo, me empoderé mucho. Conocer a otras personas y tener referentes en mi vida diaria fue importante. Antes, no tenía relación con personas abiertamente LGTBI, sentía que era la única en el mundo, como le ha sucedido a miles de personas. Recuerdo la primera vez que fui a un bar de ambiente en Chueca, en Madrid, en 2002. Fue como el paraíso terrenal y un momento muy contradictorio: sentí que podía tener esa libertad, pero no la tenía.
¿Cuándo comenzó su participación en el activismo LGBTI?
Bastante tarde. Entré en 2005, muy poquito a poco, sin hablar mucho, porque yo no sabía nada del activismo. Durante muchos años, a pesar de tener pareja, no fui visible. La visibilidad es un tema complicado, no siempre es posible. A menudo se recomienda ser visible primero para uno mismo, salir del armario y expresarse como realmente eres, pero a veces no es la ley sino la sociedad la que lo impide.
Yo lo busqué de manera intencionada después de coincidir durante un viaje con mi pareja a Turquía con otra pareja de chicas. Esos 15 días fueron como vivir en una burbuja y cuando regresamos a la realidad, fue terrible. Experimentar esa libertad y luego volver al armario, a no tener contacto con ninguna persona LGTBI, fue duro y decidí buscar apoyo. En ese momento, los foros eran lo más común en línea, así que ingresé a uno y contacté con una chica mayor que no era visible en su entorno ni era activista pero me ayudó mucho. A veces hay personas que hacen activismo sin darse cuenta. Ella me sugirió usar un chat de mujeres lesbianas y la persona que lo moderaba vivía en Málaga. Empezamos a quedar, me presentó a otras chicas y algunas pertenecían a la organización.
Según un informe reciente, el 44% de las personas del colectivo ocultan su orientación sexual para encontrar trabajo. ¿Cómo ha sido su proceso?
En mi trabajo no tuve mayores problemas porque trabajaba con mi pareja en nuestro propio despacho. El el mundo de la abogacía he encontrado las puertas abiertas. El el Colegio formo parte de una comisión de derechos humanos y, en ese marco, empecé a realizar actividades relacionadas con el tema LGTBI. Ahora llevamos dos años alzando la bandera en la sede y celebrando el Orgullo.
¿Nunca ha sentido rechazo?
Yo es que soy muy despistada y si me ha pasado no me he dado cuenta. Solo una vez recuerdo que iba por Madrid con mi pareja de ese momento y una señora pasó por nuestro lado y nos llamó cerda. Fue mi pareja la que me lo dijo, pero yo no me enteré. A lo mejor tiene algo de bueno ser despistada para no reparar en esas cosas.
Si vuelve la vista atrás, con la experiencia de estos años, ¿habría dado el paso antes?
Hacer eso no sirve porque cada uno tiene la situación que tiene con la edad que tiene en ese momento. Yo hace mucho decidí que nunca en la vida me iba a arrepentir de ninguna decisión que tomara. Ahora no puedo mirar atrás y decir que tenía que haberlo hecho porque las circunstancias entonces eran otras. Lo que puedo decir es que hubiera preferido estar en la situación que estoy ahora con 12 años, pero es que eso no era posible. Por eso desde el activismo intento que los niños, desde que tienen conciencia de su orientación sexual, no tengan ningún problema y tengan un sitio donde puedan ser acogidos y tengan referentes. Para eso sirve la experiencia de personas que no hemos tenido esa adolescencia, que no tuvismo referentes cuando teníamos 12 años.
¿Cuánto ha avanzado el país y la sociedad desde que tenía 12 años?
Ha avanzado muy lentamente, pero mucho. Se han conseguido muchas cosas a base de mucho trabajo, de mucha lucha de las personas LGTBI.
¿Cuál cree que ha sido el mayor avance en estos años?
Es muy difícil. La gente suele poner el foco en el matrimonio igualitario porque no solo nos permitió a las personas del mismo sexo tener el derecho de casarnos, sino que también nos dio más visibilidad como comunidad y legitimó a nuestras familias.
El último hito ha sido la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos LGTBI, más conocida como Ley trans. Y ha traído consigo mucha polémica...
Es una pena que personas que luchamos por lo mismo nos dividamos. La aprobación de la ley se trataba de una cuestión de derechos humanos. Nadie que trabaje por los derechos humanos desde cualquier ámbito, el LGTBI, el antirracismo o el feminismo, debería estar en contra de una ley que es una herramienta para conseguir derechos humanos. A pesar de los bulos y las críticas infundadas que se han difundido, esta ley no perjudica a nadie, al igual que la ley del matrimonio igualitario no perjudicó a nadie. Creo que todo parte del desconocimiento de la realidad de la LGTBI, especialmente de las personas trans. Si la gente conociera de verdad la realidad de las personas trans, se hubiera arrepentido mucho de haber criticado la ley, haber insultado y ofendido a estas personas y haber banalizado tanto el tema.
"Es una pena que personas que luchamos por lo mismo nos dividamos. La Ley Trans se trataba de una cuestión de derechos humanos"
¿Qué pasos todavía quedan por dar para el colectivo LGTBI?
Se quedaron fuera de la norma el reconocimiento de los menores trans de 12 años y de las personas no binarias, que son una realidad. También queda el tema de las personas intersexuales, pero el gran reto es luchar por la implementación de la ley. Si no se implementa no sirve para nada. Y ahí está el ejemplo de la ley andaluza LGTBI, que la tenemos desde el 2017 y no se ha implementado.
Es muy peligroso tener una ley LGTBI y que no se implemente porque es un arma que pueden utilizar políticamente quienes no quieren la igualdad real de las personas LGTBI para decirnos: "¿Qué más quieres si ya tienes una ley?". Claro, tenemos una ley, pero no se ha implementado. Otra cosa que queda por hacer es mucha pedagogía social, porque la diversidad depende de cómo te la hagan ver, puede ser muy complicada o puede ser muy sencilla. El lenguaje contra la diversidad es muy sencillo y lo entiende todo el mundo y el lenguaje de respeto a la diversidad debe ser también muy sencillo para contrarrestar esos mensajes de odio.
¿Se han incrementado en los últimos años los ataques contra el colectivo?
Las cifras van al alza, pero hay que tener en cuenta que la infradenuncia es uno de los grandes obstáculos para luchar contra los delitos de odio. Un 90% de las personas que lo sufren no lo denuncian, no lo verbalizan. Por eso, no sé si es que los delitos han aumentado o son más visibles. El colectivo no es como una persona negra, que no puede esconder su raza. La persona LGTBI sí puede esconderlo, hay mucha gente que oculta su expresión de género para evitar el rechazo, sobre todo los hombres gay. A Ojalá nos llegaron el año pasado 37 denuncias, pero no me creo que solo haya 37. Hay 37 personas que han dado el paso de coger el teléfono y contárnoslo pero no solo 37 personas las que han sufrido insultos o incluso ataques físicos.
En los últimos días, se han originado varias polémicas en torno al uso de algunos partidos políticos de la bandera del colectivo LGTBI. ¿Cree que el colectivo está siendo utilizado políticamente?
Sí, creo que en ocasiones se utiliza políticamente al colectivo, especialmente durante las elecciones. Algunos partidos buscan figurantes que posen con la bandera arcoíris, incluso aunque no sean parte del colectivo. Es posible que les paguen por aparecer en fotos y afirmar que el partido defiende los derechos LGTBI. Hay partidos políticos que no solo no defienden los derechos LGBTI, sino que también desean derogar las leyes que nos otorgan derechos.
"Algunos partidos buscan figurantes que posen con la bandera arcoíris, incluso aunque no sean parte del colectivo"
¿Están derechos LGTBI están en peligro?
Siempre digo, especialmente cuando hablo con personas jóvenes que han crecido con el matrimonio igualitario ya aprobado, que los derechos requieren un gran esfuerzo para conseguirse y es muy fácil perderlos. Tenemos ejemplos impactantes en Europa: Italia, Hungría o Polonia. Incluso en ciertas partes de Estados Unidos se está persiguiendo a las familias LGTBI y obligándolas a abandonar los estados donde residen.
Es crucial que las personas tengan cuidado y no solo protesten después si sus derechos se ven amenazados. Es importante que ejerzan su derecho al voto: si no votas, te perjudicas a ti mismo porque sufrirás las políticas de aquellos que lleguen al poder y no defiendan tus derechos. Insto a la gente a que, por favor, acuda a votar. Es la forma de hacer escuchar su voz y evitar políticas que atenten contra los derechos humanos y LGTBI. No estoy hablando de ningún partido en particular, cada uno debe votar según su criterio, pero es importante ejercer ese derecho al voto.
"Si no votas, te perjudicas a ti mismo porque sufrirás las políticas de aquellos que lleguen al poder y no defiendan tus derechos"
¿Cree que Málaga es una ciudad abierta al colectivo LGBTI?
Por una parte sí y por otra parte no. Es decir, hay una intención política, parece, de querer dar la impresión de que el Ayuntamiento de Málaga apoya al colectivo LGTBI, pero no hay una implicación como con otras cuestiones. Yo, personalmente, no lo veo.
¿Qué medidas echa en falta?
Trabajar realmente por la visibilidad del colectivo LGTBI todo el año, no vale hacer un curso. Mi impresión es que desde el Ayuntamiento de Málaga no se quiere trabajar por la visibilidad de las personas LGTBI como se debería por no molestar a parte del electorado.
¿Cómo ve que ha avanzado la ciudad en los últimos años?
Creo que ha habido un cambio positivo en Málaga, es algo muy notable. Por ejemplo, en el ámbito cultural gracias a los movimientos sociales que han trabajado mucho para ofrecer una cultura alternativa muy valiosa. Cuando estudiaba en la Universidad, entre 1989 y 1995, solía salir con mi pareja los fines de semana y, aparte de la vida nocturna, no había mucho más que hacer: ir al cine y poco más. Ahora apenas tengo tiempo para ir a todas las actividades que se organizan.
¿Y cuál considera que es su principal desafío?
En mi opinión, hay un problema de gentrificación y el riesgo de que Málaga se convierta en un parque temático para turistas que, además, no gastan tanto dinero. Las personas que llegan en los cruceros, por ejemplo, suelen hacerlo con todo incluido: bajan del barco, dan un paseo por la ciudad y, como mucho, compran una botella de agua, pero causan muchos problemas, sobre todo para aquellos que vivimos en el centro. El impacto que dejan es mucho más negativo que lo que realmente aportan económicamente.