Si fuera un amor de verano, lo primero que pensarías es que Tolox es de los que enamoran a primera vista: basta con el olor de las flores colgadas en los balcones de sus casas de fachadas de cal blanca y sus estrechas calles. Este pueblo malagueño, sin embargo, tiene miles de años a sus espaldas, ha sido hogar de muchas culturas y, quizá por eso, va desplegando su atracción con cada paso que se da por él, con cada mueva historia que se descubre, con cada secreto que desvela.
Uno de ellos se esconde entre los numerosos barrancos y los impresionantes tajos que lo rodean. En plena Reserva de la Biosfera de la Sierra de las Nieves, Tolox aguarda la Chorrera de la Rejía, un enclave espectacular con una caída vertical de más de cincuenta metros, el salto de mayor altura de la provincia creado por la naturaleza.
Llegar a él no es fácil, pero la dificultad merece la pena. Partiendo desde la localidad, hay que tomar un carril que sale desde Fuente Amargosa y sube hacia el conocido como puerto de las Golondrinas, en sentido suroeste. Ahí comienza un camino de unos 3,5 kilómetros que desemboca en el comienzo del sendero que guía hasta el salto.
El trayecto discurre entre frondosas masas de pinar y matorrales y pasa por lugares tan especiales como el tramo alto del río de Los Caballos, así como por numerosos arroyos y cursos de agua clara. Si hay algo que llama la atención del camino es su suelo, compuesto por peridotitos que le dan un característico color rojo.
UN PUEBLO CON HISTORIA
Por las aguas que brotan del salto se bañaron, por seguro, fenicios, romanos, moros y cristianos. Algunos materiales hallados en el municipio hacen sospechar que los primeros habitantes de Tolox tuvieron contactos comerciales o fueron ocupados por pueblos fenicios y romanos, aunque la estructura de su castillo dejan testigo de un importante pasado árabe que, incluso, lo vinculan con el Tulus de las crónicas musulmanas del reino nazarí de Granada.
Las primeras noticias fehacientes de la existencia de esta localidad datan del año 883, cuando el castillo fue ocupado por Omar Ben Hafsúm, quien lo fortaleció y lo hizo uno de los principales del territorio que controlaba desde la fortaleza de Bobastro. Su negativa a entregar el castillo provocó la furia de Abderramán III, que preparó un fallido ataque contra el recinto.
Lo volvió a intentar en el 912, después de que la muerte de Omar dejara el poder del castillo en manos de uno de sus cuatro hijos, Soleiman. Tras su victoria, Abderramán III mandó destruir la iglesia y la alcazaba de la villa y ordenó construir una mezquita aljama.
La paz se mantuvo hasta que en 1484 llegara al municipio los ecos de la campaña militar de conquista emprendida por los Reyes Católicos. La resistencia duró un año. Tras ello, los nuevos monarcas establecieron sus reglas: permitieron a todos los musulmanes seguir en Tolox, aunque en un barrio aparte, bajo la condición de que se declarasen vasallos, respetándolos en su religión, justicia, lengua, indumentaria, usos y costumbres.
Estos privilegios fueron suprimiéndose poco a poco hasta desembocar en la sublevación de los moriscos de 1568. Estos musulmanes rebautizados tras la conversión forzosa al catolicismo huyeron de la villa para unir fuerzas con los alzados en Istán, pero fueron derrotados por el Duque de Arcos en la batalla del Fuerte de Arboto y exiliados al interior de la península.
Así, según la historia, quedó Tolox despoblada hasta 1571, cuando fue repoblada por orden de Felipe II con cristianos procedentes de Galicia, Sevilla y Córdoba. A día de hoy, la localidad cuenta con poco más de 2.000 habitantes.