La trata de seres humanos es un fenómeno complejo, una máscara que oculta “la esclavitud del siglo XXI” y, sobre todo, “un gran negocio” que mueve miles de millones de euros cada año. Es una realidad que, por ajena que parezca, está en nuestras calles, en nuestros polígonos y en las redes sociales en las que buceamos durante horas cada día. Para erradicarla es necesaria la implicación de todos, desde la sociedad civil hasta las administraciones, pasando por todo el tejido asociativo y llegando incluso hasta la reina Letizia, que este jueves ha inaugurado en Málaga el segundo Congreso Internacional sobre este tema.

La cita ha reunido a expertos nacionales e internacionales para poner sobre la mesa cuestiones esenciales para impulsar la lucha contra la trata en sus diversas expresiones, comenzando desde lo más básico, entender qué es.

Para Beatriz Sánchez, fiscal de Sala de Trata de Personas y Extranjería de la Fiscalía General del Estado, consiste en arrancar a una persona de su entorno, de sus vínculos, y trasladarla mediante violencia, intimidación, coacción, abuso o engaño a otro lugar en el que, aprovechando la vulnerabilidad con la que se queda, comienza la explotación a través de diferentes vías: lo sexual, lo laboral… “Afecta a lo más importante de una persona, su dignidad, y a lo que nos conforma como seres humanos, a nuestros derechos”, ha explicado esta experta.

La trata de seres humanos afecta a niños y adultos, a hombres y mujeres, pero tiene un claro sesgo de género (el hombre como demandante, la mujer como producto) y, por ello, es esencial adoptar esta perspectiva para abordarla. El 75% de las víctimas son mujeres y niñas y, poniendo si solo se tiene en cuenta la trata con fines de explotación sexual, este porcentaje se eleva al 98%.

Una de las causas es la pobreza, que para Sánchez no hay duda de que "tiene nombre de mujer”; aunque también influyen otros factores como los conflictos bélicos, que van mucho más allá de la guerra de Ucrania y que se han convertido en “fábricas de máquinas de trata”. Eso promueve que constantemente el perfil de las víctimas vaya cambiando. Actualmente, la mayor parte de las supervivientes que llegan a asociaciones como Betania, organizadora del Congreso, son del Magreb, de Europa del Este o de Colombia.

La Junta de Andalucía puso en marcha en 2021 un proyecto piloto para detectar y ayudar a mujeres y niñas víctimas de trata con fines de explotación sexual en Almería, Málaga y Jaén. Tan solo en lo que va de 2023, han atendido a 2.789 mujeres, 426 de ellas supervivientes de esta lacra. En Málaga, se contabilizan 239 casos, casi una cada día. "Y por cada mujer detectada, hay otras 20 que no lo están", ha advertido la fiscal.

Para erradicar esta realidad, las expertas han coincidido en subrayar en especialmente dos cosas. La primera es la necesidad de visibilizar y luchar contra las mafias, los proxenetas y los puteros que hay detrás y que sostienen un negocio que, solo con fines de explotación sexual, mueve más de 40.000 millones de euros al año y afecta a 2,5 millones de personas en todo el mundo. La segunda, muy vinculada a ello, es poner el foco en la prostitución, base de la trata.

ABOLICIONISMO

La fiscal de Sala de Trata de Personas y Extranjería ha asegurado que solo el 8% de las mujeres que llevan a cabo esta actividad lo hacen de forma voluntaria y se ha preguntado si la libertad de estas compensa la vulneración de los derechos humanos del 92% restante. Por ello, ha apostado abiertamente por poner en el centro el consentimiento y ha defendido que solo una ley que siga el modelo "abolicionista" francés, que penalice también a los clientes, será el adecuado para erradicar la prostitución y la trata.

A su juicio, el inicio del camino está en esa legislación, que ha de ir acompañada de la protección integral a la víctima “que ya ha sufrido demasiado y el sistema muchas veces victimiza”, y en la prevención. “La sociedad cambia con cultura y educación”, ha asegurado Sánchez, abogando por trabajar para la gente “sea consciente de que en nuestras calles hay esclavos”.

Sin embargo, ahora el foco también se mueve en torno a las redes sociales, que cosifican a las víctimas e incentivan la pérdida absoluta de la empatía. El consumo de porno cada vez a menor edad o la naturalidad con la que ahora se habla de las ‘sugar mommy’ o de vender rompa interior o fotografías de pies por OnlyFans, han ejemplificado las expertas, hacen que el fenómeno se “vista de glamour” y que inocule a las nuevas generaciones unos conceptos que las convierten en el caldo de cultivo idóneo para que caigan en el negocio de la trata.