La Universidad de Málaga elegirá el próximo 1 de diciembre a su nuevo rector o rectora, que sustituirá en el cargo a José Ángel Narváez. El catedrático de Derecho Financiero y Tributario Juan José Hinojosa es uno de los cuatro profesores de la UMA que optan al puesto. Desde 2011 es decano de la Facultad de Derecho. Presenta su candidatura al Rectorado con un proyecto basado en el "cambio del modelo de gobernanza" y la "renovación" de la universidad.
¿Cuáles son los principales puntos de su candidatura?
La renovación de la universidad, que significa cambio y actuación y que empieza por el cambio de personas. El cambio del modelo de gobernanza, para adaptar la nomenclatura y funciones de los vicerrectorados a los que requiere una universidad moderna como la nuestra.
La reestructuración de la gestión de la administración universitaria, atendiendo a las necesidades actuales de la universidad, de sus centros, sus departamentos, grupos e institutos de investigación, que no son las de hace más de treinta años, cuando se creó la que estructura que tenemos ahora y que, con algunas adaptaciones, ha venido siguiendo el mismo patrón.
La planificación del futuro de un modo coherente con nuestras fortalezas en ofertas formativas, en relaciones con nuestra sociedad, en posicionamiento internacional, en docencia, investigación y transferencia, en el diseño de las plantillas, y en el apoyo al estudiante en muchos aspectos de su vida en la universidad que van más allá de la titulación que curse.
¿Cómo afronta este proceso electoral? ¿En qué momento decidió presentarse a rector?
Con mucho ánimo y con enorme serenidad, porque tengo mucha ilusión y ninguna ambición, de modo que no le tengo miedo a perder, ni a ganar, porque sería un reto que afrontaría con gran decisión, pero con la misma serenidad.
Decidí presentarme cuando conocí a mis compañeros que se estaban postulando y me di cuenta de que todos eran miembros del equipo de gobierno. Pensé que la Universidad debía tener una opción de elegir más allá del número limitado de personas designadas por el rector para su gobierno. Después de tantos años, más de 30, de sucesión de vicerrectorado a rectorado, ha llegado el momento de cambiar la dinámica. Tengo un enorme respeto por las personas que han trabajado para la Universidad, pero los cambios de rumbo que necesitamos los tienen que hacer personas distintas a las que ha habido, porque muchos de esos cambios ya tenían que haberse hecho o empezado a hacer y no ha sido así.
¿En qué se debería fijar la UMA hoy en día? ¿Está preparada para el futuro laboral?
En sus personas y poner los medios para hacerse más humana, esta alarma hay que tenerla activada siempre. Después viene todo lo demás.
Sí está preparada, lo venimos haciendo desde siempre. Pero lo que se ha hecho siempre, ahora no vale igual. La tipología de trabajos y profesiones ha cambiado mucho y tenemos que adaptar nuestras ofertas formativas a las nuevas necesidades laborales, muchas de ellas basadas en conocimiento multidisciplinares, incluida la tecnología y el manejo de idiomas.
En este curso se han estrenado nuevos grados. ¿Qué carreras añadiría a la UMA?
En el sentido que he indicado, hacen falta currículos con perfiles profesionales muy definidos en el ámbito tecnológico y científico, pero también en el humanístico y social. La realidad actual exige en buena medida unas enseñanzas mixtas en varias direcciones: de lo científico tradicional a lo tecnológico, de este a lo social, de lo social a lo humanístico. Tenemos profesorado preparado. Lo que necesitamos es creatividad, en los grados y, sobre todo, en los posgrados.
¿Qué papel debe jugar la UMA en el desarrollo tecnológico de Málaga?
Muchísimo. Ya lo está jugando, de hecho. Tenemos grupos e institutos de investigación que interactúan habitualmente con las empresas tecnológicas. La UMA participa en iniciativas como Málaga TechPark Execs y en InnovaIRV, en el entorno del antiguo PTA, que es un ecosistema tecnológico muy activo; también participa en iniciativas de grandes empresas tecnológicas instaladas en Málaga. Aún así hay que avanzar, penetrar más en el mundo empresarial tecnológico y también en el no tecnológico, por cierto. Y para eso hay que planificar y actuar. La ciudad corre demasiado rápido y la Universidad tiene que hacer todo el esfuerzo que necesite para ponerse a su lado.
¿Cuál sería su primera medida como rector?
Ninguna medida se toma aisladamente, pero por pura coherencia, lo primero sería cambiar la estructura de gobierno del rectorado, que hay, no sólo que adelgazar, sino también reordenar para prestar un servicio más moderno y ágil. Y, a partir de ahí, todo lo demás.
¿Qué cambiaría de la universidad actual?
Tiene que mirar hacia dentro y corregir deficiencias estructurales que dificultan el trabajo, la enseñanza y el aprendizaje y debe apoyar las iniciativas que crean conocimiento y hacen cultura, que hay muchas.
Y tiene que mirar hacia fuera, a su entorno inmediato, la ciudad, la provincia, el tejido empresarial, las instituciones y las administraciones públicas y las organizaciones sociales y colaborar con ellas; y también a su entorno lejano, para fomentar y cuidar procesos de internacionalización que nos den visibilidad y atraigan talento.
En todos estos aspectos se hacen cosas importantes, pero falta mucho por hacer; sobre todo, hay que tener un plan.
En sus 50 años de historia, ¿qué destacaría de la UMA y qué le falta por hacer?
La UMA es una gran universidad y se ha hecho en estos años. Su empuje en los primeros 20 o 25 fue enorme, lógicamente; después se ha ido produciendo una cierta ralentización, fruto seguramente de un proceso natural de asentamiento, aunque con algunos brotes, como Andalucía Tech.
Pero ahora hay que relanzarla de nuevo. Tenemos los investigadores y los docentes que necesitamos y un personal de administración preparado y con ganas de progresar y unos estudiantes deseosos de que lo hagamos todos juntos. Lo que hay que hacer es planificar el futuro con decisión, sin rodeos y con todos los interlocutores implicados para volver a relanzarnos. Sin acuerdo no se avanza o se avanza menos. Tenemos que acordar lo que queremos hacer y ponernos manos a la obra.
Un mensaje para los estudiantes.
Somos universidad porque tenemos estudiantes. Si no, seríamos otra cosa. Por eso, todo lo que he dicho vale también para los estudiantes, porque yo pienso la universidad con los estudiantes, no al margen de ellos. Me entristece observar que muchos estudiantes, lamentablemente la mayoría, pasan por la universidad casi de puntillas, obtienen su titulación y se marchan sin haber vivido la universidad. Pero no es solo culpa de ellos. La universidad tiene el deber de procurarles servicios útiles y también de poner las condiciones para que puedan completar su desarrollo humano cualquiera que sea la carrera que estudien, porque es posible que la universidad sea el último peldaño que suban en su formación como personas antes de adentrarse en el mundo laboral; y también porque, sobre todo, la universidad tiene el deber de procurarles la mayor parte de los asideros que le harán falta en la vida que tienen por delante; y ahora, en el mundo actual, plagado de irrealidades cuando no de falsedades, es muy conveniente tener criterios propios y sólidos. La universidad tendría que abordar esta situación sin demora.