José Alba se ha convertido por méritos propios en uno de los nombres protagonistas de las infraestructuras de Málaga en las últimas décadas. Lo ha sido de manera directa, por medio de su empresa de ingeniería, y de manera indirecta, como voz más que autorizada para analizar la realidad de la provincia.

Tras años de bonanza, en los que el territorio recibió respuesta a algunas de sus grandes demandas históricas, ahora ve con preocupación la paralización de las inversiones y la ausencia de nuevas ideas. Un escenario en el que reclama una sociedad más crítica y constructiva, capaz de alzarse para exigir, entre otras grandes obras el tren litoral.

Repasando los datos se observa que el nombre de José Alba está muy vinculado con las grandes infraestructuras de la provincia en las últimas décadas… 

Desde que me volví a Málaga a trabajar, en el año 1970, siempre he estado involucrado en sus grandes proyectos. Desde la ronda, el AVE, el puerto... En ocasiones de manera profesional y otras veces como miembro de una asociación ciudadana que funcionó hace muchos años, Aesdima. También estuve implicado en el segundo Plan Estratégico de Málaga, que es del que salió la Málaga que ahora tenemos.

Desde esta perspectiva y con la sensibilización que tengo con estos temas, veo desde hace años una actitud casi de empacho de bienestar. Como de entender que ya tenemos todo. Y es verdad que se ha conseguido mucho, pero no tanto como la gente cree y mucho menos en comparación con otras ciudades. Han pasado 15 años y Málaga sigue creciendo. Me preocupa que no haya una sensibilidad suficiente. Es verdad que de vez en cuando algún político sale y dice algo sobre lo que va a necesitar Málaga en los próximos años. 

"Me atrevería a solemnizar y decir que la carretera de las Pedrizas, en los 2.800 años de la historia de Málaga, es el elemento que rompe lo que la geografía estaba suponiendo"

Ahora es noticia porque ha escrito un libro sobre la carretera de las Pedrizas. ¿Qué le llevó a afrontar este trabajo?

El pasado mes de julio se cumplieron 50 años de la inauguración de esa carretera. Fue el 13 de julio de 1973. Ese es el pretexto del libro. Hay que recordar que en el año 92 se hizo la autovía y después, en 2011, se abrió la autopista de peaje. En estos 50 años se ha pasado de unos 5.000 vehículos al día a unos 65.000 vehículos de media. Es verdad que Málaga es una ciudad hospitalaria y abierta. Pero hasta hace 50 años estaba abierta al mar, pero cerrada por una muralla hacia el interior. Me atrevería a solemnizar y decir que la carretera de las Pedrizas, en los 2.800 años de la historia de Málaga, es el elemento que rompe lo que la geografía estaba suponiendo para Málaga.

Alba, durante la entrevista. Álvaro Cabrera

¿El valor de esta obra es comparable con alguna otra infraestructura reciente?

Precisamente, uno de los capítulos del libro habla sobre los efectos de esta obra. Y desde el punto de vista de los efectos conseguidos por la carretera de las Pedrizas, no hay comparación con ningún proyecto. Lo siguiente sería el aeropuerto. Porque el AVE ha sido importantísimo. Pero la carretera de las Pedrizas permitió poner fin a una barrera histórica.

Quería aprovechar esta conversación para conocer algo más a José Alba. ¿Cuándo quiso usted ser ingeniero?

Desde que tengo uso de razón llegaban a mi casa dos periódicos, Sur y ABC. Mi padre era un trabajador modesto. Era lo que ahora sería Enfermería, pero que en aquel entonces se llamaba practicante. Yo le ayudaba porque, además, era visitador médico. Le hacía los sobres escribiendo a máquina. En mi ambiente familiar, eso de ser ingeniero, nada de nada. Me apunté a ser ingeniero de caminos porque era una profesión que estaba prestigiada.

Tuve la oportunidad de conseguir una beca importante, porque mi padre no me podía pagar estudiar fuera. Me gustaba la construcción, pero dudaba entre arquitectura o ingeniero de caminos. Entré en el Ayuntamiento de Málaga en una plaza que estaba libre hacía dos o tres años porque nadie quería ser ingeniero municipal. Hablamos de los años 70. Ya tenía claro que no iba a durar toda la vida de funcionario. En 1982 monté mi empresa de estudios, que ha trabajado en toda España. Esa es mi trayectoria. 

Me ha parecido interesante la alusión que hacía sobre la sociedad civil malagueña y la capacidad de reivindicación que tenía décadas atrás. ¿No estamos en ese momento?

Lamentablemente.

¿Y qué es lo que falta para recuperarlo?

Un grupo de amigos, unos meses antes de la llegada del dichoso virus, nos planteamos reconstruir Aesdima. Pero llegó la pandemia y mandó parar. Y ahí nos hemos quedado. Es verdad que hay varios entes sociales en Málaga que hacen cosas parecidas, pero son más foros que se reúnen a comer, al que acude un invitado y se habla de lo que se considere, pero no hay una continuidad de proyecto, de objetivos, de movilización. 

Uno podría pensar que a falta de una sociedad civil crítica y constructiva deben ser los representantes elegidos los que den el paso adelante. 

Eso daría para una charla por varias razones. Primero, por la propia condición o extracción de esas personas. Segundo, por las organizaciones en las que están inmersas. Tercero, porque fuera de la política también hay vida. Creo que cuando se quiere decir sociedad civil no se está descalificando a nadie, pero se está diciendo otra cosa. Aesdima nació con Franco vivo. La misma Universidad se concretó en una asociación. Me parece que es una de las claves del éxito de la Málaga actual. Málaga ha sido capaz de, sin nada de respaldo institucional, promover muchas cosas. Al no tener ahora una Aesdima hay que funcionar de otra manera. Mientras tenga la salud suficiente, sigo en ello. Sé que muchas veces no soy bien entendido y que, incluso, eso me genera perjuicios. 

Preparando esta entrevista he recordado otra charla que tuve con usted hace algo más de dos años. Aquel día usted me dijo: "Yo firmaría que en cuatro o cinco años se iniciase el tren litoral; su escenario no es el de los Next Generation". Ya queda menos…

No pierdo la esperanza.

¿Tiene todavía esperanzas?

Decir que en tres años vaya a estar terminado, no. Pero que empiece. 

¿Cree que con una Aesdima en acción, con una sociedad civil más reivindicativa el tren litoral sí sería una realidad?

Estoy convencido. En su momento fue un factor importantísimo en el tema del AVE. Éramos un inspector de Hacienda, un médico, un ingeniero, un profesor de Económicas… Ninguno con responsabilidad. Pero una vez nos sentábamos en una mesa, los que estábamos nos planteábamos qué hacer para impulsar determinados proyectos y sin salir en el periódico. Y Enrique Van Dulken era una persona muy echada palante. Muchas veces, al día siguiente, escribía una carta al presidente del Gobierno y lo ponía a caer de un burro. Pero eso acababa produciendo efectos. 

José Alba, junto a una estantería de su despacho. Álvaro Cabrera

En las últimas semanas, al calor de la investidura y del pacto con los independentistas, son muchos los que han dado a entender que lo que pasa en Málaga con el tren litoral no pasaría en Cataluña. ¿Se suma a esa idea?

Siempre he sido contrario a utilizar la táctica de para argumentar en favor de un proyecto tener que denigrar a otro. Me parece una torpeza. Pero en Málaga pasaba. Desde ese punto de vista, lo de Cataluña puede ser criticable, pero esa no es la táctica adecuada para defender aquello en lo que tienes razón. Lo que tenemos que hacer es poner sobre la mesa el porqué y para qué hace falta. En este caso el tren litoral.

"Siempre he sido contrario a utilizar la táctica de para argumentar en favor de un proyecto tener que denigrar a otro"

Pero eso lo hizo en su día la Junta de Andalucía. 

La Junta hizo un estudio informativo, incluso hizo proyectos, incluso adjudicó un tramo de obras desde Fuengirola hasta la Cala de Mijas. Pero todo eso desde una visión ingenieril. Pero hay que explicar los efectos de esta infraestructura. Para hablar del tren litoral se dice que Marbella es la única ciudad de 100.000 habitantes sin tren. Vale, eso es incontestable y es absurdo. O se dice que el AVE tiene que llegar a Marbella. Pero el tema del litoral está carente de que se definan objetivos, que se definan qué funciones debe tener, que se analice la realidad poblacional, territorial, social, estratégica, de futuro, de ciudad-región. Y a partir de ahí se construye un discurso que le dé consistencia a la reclamación. 

Quizás quien debiera hacer ese ejercicio es la Administración pública que tiene la competencia de ejecutar esa obra. En este caso, el Gobierno.

El Gobierno central tiene una cartera de proyectos en el Adif de 60.000 millones de euros entre cercanías, líneas convencionales y líneas de alta velocidad. Y entre los cuales no está el tren de la costa. Y ahora queremos que se meta en esa lista y que se ponga el primero.

La pregunta es por qué no se metió en su momento.

Es cierto. Pero asumido eso, hay que mirar hacia adelante, hay que describir la realidad actual y analizar las expectativas de futuro, las soluciones que se pueden plantear.

Desde su punto de vista, ¿el proyecto de tren litoral debería estar dentro del listado de 60.000 millones?

Desde hace mucho. Pero hay que preguntarse cómo está hecho ese listado. ¿Por prioridades objetivas o por presiones políticas circunstanciales, que estamos viendo hoy? Con las cosas de Cataluña, lamentablemente hay que decir que es lo segundo. 

Hace algunas semanas se dio a conocer una idea sobre el tren litoral a través de una especie de viaducto. 

Me parece una esquematización, una simplificación. No está mal que haya gente que plantee ideas, pero ese no es el asunto. Uno de los grandes errores en este tema es que se ha planteado como prolongación de la línea de Fuengirola. 

¿Le preocupa que la falta de inversiones acabe colapsando la economía de la provincia? Ya hay voces que apuntan en esta dirección.

Es muy preocupante. Un capítulo que yo he incorporado en el libro tiene que ver con el ¿y ahora qué?  Cuento con el apoyo de Analistas Económicos de Andalucía, que estudia los efectos. En otro capítulo destacamos cómo la carretera de las Pedrizas es eje en la vida de una comunidad. Es muy significativo que cuatro de cada cinco malagueños actuales no han conocido la Málaga de antes de las Pedrizas. Y vivir las cosas es una cosa muy importante. Por eso incluimos los testimonios de 50 personas de Málaga, de Villanueva del Trabuco, de Archidona y otros lugares, que explican cómo vivían antes y después de la carretera.

José Alba, durante la entrevista, con el libro sobre la carretera de Las Pedrizas en las manos. Álvaro Cabrera

Le preguntaba antes por la falta de inversiones en la provincia. Si tuviera la oportunidad de hablar cara a cara con el presidente del Gobierno, ¿qué le pediría?

Creo que Málaga está en una situación de debilidad histórica, pero desde hace 200 años. Málaga no ha sido nada, solo fue algo a mediados del siglo XIX y esa época no se aprovechó. Nunca se hizo una carretera directa de acceso a Málaga hasta que en el año 65 se propuso. Eso es fuerte. ¿Por qué? Seguro que hay gente con más conocimientos que yo que lo sabe explicar. Pero seguramente la indolencia del malagueño típico tiene mucho que ver. 

"A lo mejor tengo más esperanzas en el tren litoral que en el Plan Málaga Litoral. Y dicho sea de paso, el Plan Litoral es un juego de niños en comparación con el tren"

¿Y eso no lo hemos corregido? Porque llevamos unos cuantos años diciendo que Málaga está estupenda.

Creo que en los años 80 y 90, en Málaga hubo una la sociedad civil crítica y constructiva; fue la etapa en la que la Cámara de Comercio, con José Joaquín Erroz y Martín Criado; una etapa en la que había una serie de personalidades que se movilizaron, se pusieron en marcha y de ahí salió el AVE, salió la ronda... Y los políticos que había supieron captarlo y lo instrumentalizaron. Pero que Málaga llegara a la década de los años 70 del siglo XX sin universidad…

Cuando estoy en Colombia con proyectos de mi empresa, les digo: "Mira, aquí en Bogotá tenéis universidad 400 años antes que Málaga. Y fue hecha por los españoles". Es verdad que siempre hemos sido una ciudad abierta al mar, con el puerto, pero no teníamos una carretera directa. Es un debate que sigue porque hay gente interesada en seguir en el discurso del cerramiento. Hay gente que no quiere que se haga el tren litoral.

¿Hay gente que no quiere?

Sí, en la costa, sobre todo. Igual que había quienes no querían que se hiciera la ampliación de la carretera o que se hiciera la autopista. Hay gente que ha defendido y sigue defendiendo una Costa del Sol más cerrada, más elitista, muy de superlujo

Hemos hablado del tren litoral. Pero quiero preguntarle por el Plan Málaga Litoral, que no sabemos bien hacia dónde va.

Creo que hay que tener una visión estratégica global de las cosas y luego fraccionarlas en la ejecución. Parece que es lo mismo, pero no lo es. El Plan Litoral no es hacer un túnel para que los coches vayan más rápido, también es para los autobuses, también es para afrontar uno de los problemas que tiene el Centro de Málaga, que se ha quedado pequeño hace mucho tiempo. Hay que llevarlo a la estación, por un lado, y al Miramar, por el otro.

Es un proyecto que incluye actuaciones que permiten generar ingresos y otras que no lo hacen. Las que no generan ingresos, como el túnel, pueden significar alrededor del 40% de la inversión necesaria. Lo comparo con lo que hizo Madrid, lo que hizo Ruiz-Gallardón, que le costó unos 7.000 millones de euros cuando el Ayuntamiento de Madrid tenía un presupuesto de 5.000 millones. En Málaga hablamos de un túnel que puede costar unos 200 millones y el presupuesto municipal ronda los 1.000 millones.

Entiendo de lo que dice que el Ayuntamiento por sí solo tiene capacidad para afrontar la obra.

Sí. 

¿Esperaba que este asunto estuviese como está a estas alturas?

Toca un tema delicado, porque lo mismo que con el tren de la costa, hay gente que no quiere que se haga el Plan Litoral.

Pero el alcalde está convencido.

Sí, pero hay gente que no quiere. Y gente que vio que había que quitarme de en medio. Por ahora va ganando la batalla. 

"El plan litoral, el Guadalmedina y el tren de la costa son tres cosas que se pueden hacer fácil, fácil, en ocho o diez años; el dinero no es el problemaemos"

Antes me comentaba que tenía esperanzas con el tren litoral. ¿Le ocurre lo mismo con el Plan Málaga Litoral?

A lo mejor tengo más esperanzas en el tren litoral que en el Plan Málaga Litoral. Y dicho sea de paso, el Plan Litoral es un juego de niños en comparación con el tren. Pero es como otro tema en el que he participado mucho, el Guadalmedina. 

Tenía apuntado ese asunto.

Hay mucha gente interesada en que no se haga el Guadalmedina. Con el Guadalmedina hecho, Málaga es otra ciudad. Ha habido interés en que eso no ocurra. La ciudad que tiene más posibilidades de transformación en España, de ser de las mejores o la mejor ciudad del mundo es Málaga. Pero para eso hay que hacer el plan litoral, el Guadalmedina y el tren de la costa. Tres cosas que se pueden hacer fácil, fácil, en ocho o diez años. El dinero no es el problema, porque Málaga es una sociedad que genera los recursos para pagar las cosas. Ahí están las dos autopistas de peaje que funcionan.

¿Alguna vez se ha pronunciado sobre la Torre del Puerto? 

Suponía que me iba a hacer esa pregunta y le tengo preparada la respuesta. No importa que lo diga: prefiero que no me haga la pregunta. 

Durante la conversación he entendido que ha habido momentos en que su posición pública le ha podido perjudicar en la parte empresarial. Hace unas semanas uno de sus hijos fue nombrado coordinador general de Infraestructuras del Ayuntamiento de Málaga. Más allá del orgullo que debe sentir como padre, ¿hasta qué punto le perjudica o beneficia a su estudio?

Nos perjudica, clarísimo. Porque siendo perfectamente legal, porque el que una persona tenga un alto puesto no impide que su hermano o su padre, con una empresa, contrate con ese organismo, aquí es imposible. Y es perfectamente legal. Seguramente sus hermanos no van a poder contratar con el Ayuntamiento.

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