Cerca de la Sierra de Gracia y las Sierras Subbéticas, en el centro de la Comarca Nororiental de Málaga, se esconde un pueblo de casas blancas con algo más de 8.000 habitantes, donde se esconde una trágica historia de amor entre un cristiano y una musulmana. 

A unos 50 kilómetros de la capital de la Costa del Sol, se encuentra Archidona, un municipio que unos 187 kilómetros cuadrados a 666 metros sobre el nivel del mar que según el National Geographic es uno de los diez pueblos más bonitos de Málaga que apuestan por el todo al blanco. La historia de esta localidad comienza en el Paleolítico Inferior, pero los asentamientos permanentes más antiguos son de la época de los fenicios y los romanos. 

Cierto es que su mayor esplendor llegó en la época musulmana porque Archidona durante el siglo IX llegó a ser la capital de la Cora de Rayya, una de las divisiones territoriales del Califato de Córdoba. No fue hasta le siglo XV, cuando fue reconquistada y pasó a formar parte del Reino de Castilla. 

Así, el patrimonio histórico y cultural de esta localidad es muy amplio. Entre sus puntos más característicos destaca la plaza Ochavada construida en el siglo XVIII y es uno de los ejemplos más representativos del barroco andaluz con su diseño octogonal único y clave para el centro del pueblo. 

En el municipio también se encuentra el Castillo de Archidona con dos líneas de muralla que ofrecen unas preciosas vistas de la zona. En el pueblo también se encuentra la Ermita de la Virgen de Gracia y otro templo importante de la localidad es la Iglesia de Santa Ana. 

El patrimonio de Archidona es inolvidable, pero entre sus calles y casas blancas se puede llegar a escuchar los ecos de una historia de amor que se ha ido transmitiendo de generación en generación. 

La leyenda cuenta que un caballero cristiano, soldado del rey Fernando, llamado Tello, fue capturado cerca de Antequera y encerrado en los calabozos de la alcazaba. Durante su cautiverio conoció a Tazgona, hija de un rey musulmán, y ambos se enamoraron. 

Los jóvenes solo podían verse a escondidas porque al pertenecer a religiones y sociedades diferentes, su relación era un amor imposible. Finalmente, cansados de esconderse del mundo y tener que guardar sus sentimientos, tomaron la decisión de huir para poder vivir su amor en paz. 

Todo parecía que iba a salir bien, pero el padre de Tazgona se enteró de lo sucedido y mandó a todo su ejército a perseguir a estos dos jóvenes enamorados. En su huida quedaron atrapados cerca de lo que actualmente se conoce como la Peña de los enamorados. 

Ante esta situación, los jóvenes llegaron a la conclusión de que preferían poner fin a sus vidas para poder permanecer juntos eternamente en vez de entregarse al ejército. Y así lo hicieron. Cogidos de las manos, subieron a la cima de la peña y se arrojaron abrazados al vacío, evitando así tener que vivir separados.