Jesús Segado, diseñador: "Me gusta que ubiquen por fin a Málaga en el mapa; pero puede que haya demasiado turismo"
- A título personal | Segado es el diseñador de los trajes de los Reyes Magos que desfilarán en la cabalgata de este 5 de enero en Málaga.
- "A los Reyes Magos les pido salud, que me dejen como estoy, y que los políticos echen luces, eso es lo más importante".
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El atelier del diseñador Jesús Segado transmite calma y serenidad, algo que contrasta con el vaivén de personas que en una mañana cualquiera de diciembre caminan por la calle Santa Lucía del Centro de Málaga. La luz es tenue y nos recibe con una sonrisa de oreja a oreja.
Todo está perfectamente decorado. En el salón principal hay un retrato suyo. Un día Carmen Lomana le dijo que como todo el mundo se hace una foto con ese cuadro, ella también la quería. "Es como que si no tienes esta foto con el cuadro de Jesús, no eres nadie", le dijo. Recuerda la anécdota con una sonrisa.
Viste unos llamativos mocasines de plataforma con toques en azul eléctrico y en el lateral sus vaqueros llevan un sinfín de estrellas metalizadas de color plateado. "Son anchotes, pero me flipan", dice este "artesano" de la moda que se ha consolidado como uno de los referentes en el panorama de la moda local gracias a su estilo romántico.
Pese a todo, no pierde la sencillez. Sabe de donde viene. De su Málaga natal, pero con raíces almerienses en el pueblo de su padre, Paterna del Río, un pueblo que invita a todos a visitar. Admira a sus hermanos, que hacen "de todo", pero sobre todo a su madre, su mejor referente en la profesión, ya que gracias a los retales que se le caían comenzó a coser ropita para sus Madelman. En EL ESPAÑOL de Málaga hablamos con Jesús Segado en nuestra sección A título personal.
¿Quién es Jesús Segado?
Pues, sobre todo, un artesano.
¿Un artesano?
Sí. Diseñador de moda. Modista. La gente te llama como cada uno quiere. Pero realmente creo que soy un hombre artesano, diseñador y modista. Soy todas esas cosas. Pero sobre todo me interesa mucho recuperar, digamos, las técnicas que se han hecho durante toda la vida en costura. Trabajar mucho a mano, trabajar, digamos, como antiguamente. Evidentemente, estamos ya 2025 prácticamente, con lo cual no podemos hacerlo tal cual. Hay máquinas de coser, remalladoras... que te ayudan, pero realmente, sí trabajamos mucho a mano. Somos artesanos.
¿Un reto importante en la era del fast fashion, no? Tanto Shein, tanto Zara...
Huyo, huyo de toda esa historia. Pero bueno, creo que ya no podemos cambiar nada. La gente quiere consumir y tirar. Así todo el rato. Y acaban metiéndonos a todos en el mismo saco. Procuro comprar con cabeza, con sentido, recuperando todas esas cosas que en el fondo de armario nos van bien.
Tengo clientas que me dicen que ya me he puesto tal prenda. Y yo les pregunto... ¿Y qué pasa? Si me sienta bien, ¿por qué no me la voy a poner varias veces? No pasa nada por repetir. Nos están educando para tirar todo. Si tienes un buen abrigo, lúcelo. Entiendo que hay prendas mal hechas que no duran más de una temporada por los tejidos, etc., pero algo bueno te puede durar toda la vida.
¿Se presiona hasta la misma reina de España, no? Cada vez que repite un look o unos pendientes... se lía en las revistas de moda.
Sí, le sacan titulares cada vez que repite traje. Hombre, otra cosa es que te pongas todos los días, pero si tienes un vestidazo, por qué no vas a ponértelo... Redes y medios también están provocando mucho el hecho de que sea todo, pues de usar y tirar. Lo queremos todo inmediatamente. No es lo mismo que vengas aquí y diseñemos un vestido. Busquemos los tejidos, tomamos medidas, hacemos el patrón, te lo pruebo. Con lo cual el proceso hasta que esté el traje terminado puede ser de meses. ¿Qué pasa? Que eso la gente lo ve, si acaso, para una boda. La gente lo quiere todo rapidito. Está pasando hasta en la tele. Antes veías un capítulo y tenías que esperar una semana para ver el siguiente. Me pasaba a mí con Heidi.
Con la ropa pasa igual. Y por tanto, está pasando que dejan de valorar ese trabajo minucioso y cuando ven el precio se preguntan por qué es tan 'caro'. No es solo por el material, que evidentemente influye. También es la mano de obra, son meses trabajando una prenda.
Hace unos días, el chef de Blossom dijo en este periódico que Málaga tenía que entender que hay que ofrecer calidad gastronómica, pero también que hay que poder cobrarla. En este sentido, yo creo que con la moda pasa un poco igual, ¿no?
Totalmente de acuerdo. La gente yo creo que no es consciente del valor que tiene la moda. Aquí vienen personas que quieren algo 'sencillo', pero cuando ven que en un bordadito hay un mes de trabajo de varias personas, que tienen que meter cristales o hilos de seda, y que hay que pagarlo, muchos no lo entienden. Un traje no se hace en un día, no haces 'pim, pim y pim' y listo.
Algunas personas sí lo valoran y son conscientes, pero a la mayoría le cuesta comprender el proceso evolutivo de un vestido. Hay otros países como Francia e Italia donde hay educación de moda, aquí nunca. En el pasado, si los hombres vestían mejor, eran mariquitas... Y las mujeres, unas frívolas. Ahora las cosas han cambiado, pero si sigues yendo a determinados países te das cuenta de que se preocupan por vestir bien. Yo creo que hay aquí un trabajo pendiente de reeducación.
Hay gente que lo entiende como un arte también, que yo tampoco digo ni que sea arte ni que no, pero creo que hay piezas determinadas que son verdaderas joyas. No lo que hago yo, para nada. Solo tienes que ver desfiles de diseñadores consagrados de toda la vida, tienen piezas con no sé cuántas miles de horas de trabajo, miles de cristales... Eso es trabajo artesanal. Si te fijas, antes ibas a la modista porque era más barato que te hiciera el traje a comprártelo... Ahora eso ha cambiado.
Es verdad.
Antes veían un traje caro en un escaparate y se lo llevaban a la modista, quien por cierto era tu vecina de al lado. También ha cambiado mucho todo el proceso a nivel de código laboral, porque antes las modistas ni estaban dadas de alta, cosían cuando les daba la gana, o más bien podían, en sus casas. Entonces ya hay un espacio físico que tienes que alquilar o comprar, tienes que darte de alta, tienes que pagar tu autónomo. Entonces, claro, todo eso es lo que la gente no ve como una empresa. Las modistas de antes... Quedan pocas.
Con los dedos de las manos.
Era bonito. Estaban en sus casas de pueblos o barrios. Tú te ibas a su salón y mientras veía la tele te metía un bajo.
En la zona de Carretera de Cádiz hay algunas modistas... Pero son chinas. Locales a pie de calle con un desorden tremendo que me generan curiosidad.
Yo creo e insisto en que tenemos que trabajar en la reeducación de la moda, pero desde abajo, en ámbitos como la universidad, donde se vaya a estudiar. También hay que medir mucho los egos, eso es primordial.
¿Hay mucho ego en el mundo de la moda?
En todos los mundos hay mucho ego. Yo te hablo del mundo de la moda que es el que yo vivo y conozco, claro, pero cuando comento esto en sitios que voy me dicen que hay ego en los periodistas, en los fontaneros... Hasta en los barrenderos, porque yo barro muchísimo mejor que tú y tal y cual.
Pero aquí en el ámbito de la moda es verdad que yo cuando hablo con la gente más joven pienso que todavía, sin haber demostrado nada, hay un grupo que es muy humilde y quiere aprender para vivir de la costura o del diseño... Y otros que son estrellas sin haber terminado ni siquiera la carrera. Desconozco si es el atrevimiento de la ignorancia, pero en proyectos como el que hicimos de la salud mental, había gente de la escuela de San Telmo muy joven. Había algunos niños que se preocupaban mucho por aprender, pero otra gente ya venía como aprendida desde chica, entonces es complicado que esa gente llegue algún lado. Da pena porque esa actitud luego les puede hacer estrellarse.
Hablando de juventudes. ¿Cómo empieza a diseñar? ¿Qué fue lo que le introdujo en este mundillo?
Yo tuve un problema de salud de nacimiento por el que me operaron con tres años. Mi madre era modista y entonces lo típico. Cuando empecé a recuperarme siempre estaba con que no corriera, no hiciera esto, no hiciera lo otro... Entonces pasaba mucho tiempo con mi madre. Todos los retales que se le caían al suelo mientras cosía, yo los recogía. En aquella época estaban los Madelman, muñecos que me encantaban, pero que siempre venían vestidos de buzos o militares, lo que no me gustaba. Con todos esos 'retalillos' le hacía pantalones, chaquetillas... Y vestirlos comenzó a ser un juego sin saber que yo nunca me dedicaría finalmente a ello.
Ya cuando acabó el instituto y tal, pues yo sí decidí que quería entrar en la escuela de arte y formarme para ser diseñador. Siempre dibujé, en el tiempo ingresado en el hospital dibujaba... Pero empiezo joven a prepararme.
Vamos, que su madre ha sido su primera y mejor referente.
Siempre. Siempre. Yo cada vez que uno de estos retales caían en mis manos le preguntaba cómo hacer una cosa o la otra. Ella me aconsejaba. Mi madre es la persona que más me ha ayudado en todos los niveles.
Ella sabe que esto es un trabajo sin horarios, duro, donde tienes que entender a gente indecisa y, a veces, desagradecida. Ahora corta esto, ahora añade esto... Nunca sabes cuándo vas a terminar. También sabe la cantidad de horas que está la gente disfrutando y tú tienes que estar pasando terminando un trabajo porque todo lo que hacemos tiene fechas exactas. Si es una colección, hay un día de presentación. Si tienes que llegar a una boda, igual. Es una carrera de tiempos marcados. Aunque me dijo que hay carreras que desembocan en trabajos con mucho más tiempo libre, entendió que era lo que quería y aquí estamos.
Empezó muy joven, ¿no?
Sí. Mi carrera entonces tenía cinco años. Pues en tercero me fichó una empresa que vendía a nivel internacional. Y de ahí, no paré. Pasé tercero, cuarto y quinto trabajando y estudiando y ya fui de una empresa a otra pasando en ellas varios años. En la primera creo que fueron siete años, no recuerdo. Solo sé que empecé con 22 años en el mundo de las empresas de moda más grandes.
Era muy joven y di todo de mí, lo que también me quemó un poco. Pero aprendí muchísimo. Trabajé en colecciones que luego veía presentadas en Madrid Barcelona o Düsseldorf. Alucinaba, pero también eran empresas donde te exprimen y te sacan...
Hasta los ojos.
Todo lo que tienes. Desde que empecé hasta que decidí abrir el taller por mi cuenta, pasé de todo. Aprendí que quería hacer algo para mí, sin tanto agobio y sin depender de nadie. Allí hacía una colección, acababa y empezaba otra. Sin parar. Aquí también, pero no hablamos de ese mogollón.
¿Cuándo inicia su marca?
En los años 90. Antes de esa época fui profesor en la Escuela de Diseño. La enseñanza fue bonita, pero no me entusiasmó, era todo muy pausado. De estar acostumbrado a estar en un sitio lleno de modistas, con el trajín de los desfiles, me parecía todo muy lento.
Era un trabajo muy bueno, cómodo, muy cómodo. Los chicos iban aprendiendo lo que tú explicabas, vas corrigiendo... Es bonito eso de enseñar, lo que pasa es que había gente a la que veías con talento y otros que por más que les querías enseñar... Donde no hay, no hay.
Si tienes un sueño, tienes que intentar cumplirlo, pero cuando veas que no vas llegando a nada, pues yo creo que también tú tienes que darte cuenta y decir: cambio de historia, ¿no?
Estando en la Escuela me llamó otra empresa donde decidí dar el paso de crear mi taller. Al final, entre tantas marcas en la que había trabajado había secretarias, amigas, gerentes, mujeres de gerentes, que empezaron a pedirme cosas. "Oye, mi amiga se casa, hazle el traje de novia", "Oye, tengo una boda, quiero ir vestida por ti". Traje de novia yo nunca había hecho. La ropa que yo hacía se vendía en tiendas como El Corte Inglés, aunque no con mi nombre, sino con la marca.
Era bonito, pero acabé explotado, así que tiré por mi cuenta.
¿Pero cómo vivió ese primer arranque?
Haciendo esos vestidos que me pidieron. Les gustaba mi estilo, no querían comprarse otros vestidos y apostaron por mí. Iba a ser algo puntual. Le hice a la amiga de la secretaria de mi gerente aquel vestido de novia que quedó chulísimo, la niña era un pibonazo además, y quedó muy bonito. Atípico para la época que era. Yo no sabía ni qué cobrarle, porque no tenía ni idea de cómo iban las tarifas. Me dio más dinero de lo que le pedí.
Luego me llamó otra, que quería que se lo hiciera yo a raíz de ver el que hice. Yo lo hacía todo en la casa de mi madre, con su máquina. Ni taller ni nada. Fue haciéndose todo una bola cada vez más grande. Cada vez tenía más encargos... Y así me propuse trabajar por mi cuenta. Gracias a la gente que vio cosas bonitas en mi trabajo, en lo que hacía.
Le ha dado el éxito el boca a boca.
En cierta medida sí, fue lo que me hizo empezar.
¿Y una vez que abre el taller, cómo recibe su marca Málaga? Es ya uno de los diseñadores por excelencia en la provincia.
Eran tiempos distintos. En una época del barroquismo, yo llegué con el romanticismo más romántico. En la era de los volantes, tiré por tejidos más caídos, la seda. Trabajamos mucho los acabados para que quedaran perfectos y eso le gustaba a mucha gente. Ojo, que también adaptaba cosas a sus gustos y metía alguna pinceladita barroca... Pero al final decidí que yo no me prostituía, que yo solo hacía lo que me gustaba, mi esencia era la de la mujer romántica, serena, que llegue a un sitio y destacara por su elegancia.
Quizá lo más difícil fue imponerme. Había gente que me preguntaba por qué no hacía ciertas cosas. Pues porque no quiero hacerlo y no me identifico con ello. Punto. El tiempo me dio la razón. Me negué a vestir a ciertas personas. No era rico, pero me podía permitir el lujo de aceptar ciertos trabajos y negarme a otros.
¿Cree que su marca desde el principio hasta la actualidad ha variado? ¿O sea, ha cambiado? ¿Ha evolucionado?
Ha evolucionado. Sin duda. Dentro de que la filosofía es la misma, los años, la experiencia y los cursos nos han hecho mejorar. Por ejemplo. Antes de la pandemia recuerdo que yo estaba loco por trabajar con los bordados que se hacían para Chanel o Dior con la técnica luneville, que se hace con un gancho. Me entero que el bordador del velo de Leticia, Johan Luc, estaba en Madrid y me hice un curso con él. Al final, esa técnica la puedo aplicar poco porque es muy cara, pero es algo que siempre quise aprender para mejorar.
Cuando eres joven ni te lo replanteas. Pero cuanto más mayor soy, más trabajo mi camino hacia lo artesano. Cada vez valoro más lo bonito que es este trabajo hecho a mano. Hay quien no entiende que me gaste un dineral para aprender.
Es de esas personas que aunque se consolidan en lo suyo siguen actualizándose.
Yo soy un defensor de que hay que actualizarse siempre. Le cuento además que hay una técnica en el bordado del manto de terciopelo de las vírgenes que me flipa. El día que me jubile pienso aprender a hacerlo. Solo para aprender cómo se hace, aunque no pueda aplicarlo a mi marca. De hecho, iba a hacerlo este año, pero por falta de tiempo no pude. Estoy hablando con gente que se dedica a ello para hacerlo. Me regalaron hace nada una jota bordada en terciopelo que tengo aquí en el atelier. Es preciosa. Estoy frito por aprender. Hay gente que cuando se jubila se va a hacer ciclismo o alpinismo... Pues yo haré esa técnica.
Antes hablaba de esa reeducación necesaria. ¿Cómo está Málaga a la hora de respaldar a la moda? Se han creado iniciativas interesantes como Málaga de Moda, de la Diputación, pero no sé si queda todo en algo muy institucional.
Málaga de Moda es importante que exista, al igual que agencias de modelos que hacen eventos, como Nueva Moda o Manuel Beltrán... Unos hacen unos eventos, otros hacen otros... Se está trabajando para que Málaga tenga cositas de moda. Pero yo creo que donde fallamos está más abajo. Hacen falta talleres, talleres donde se apoye a diseñadores que impulsar hacia esas iniciativas.
Nosotros llevamos tiempo desfilando, hicimos varios desfiles en París y la colección que llevamos tuvo mucho éxito. Nos llamaron luego para llevar esta colección a países árabes. No fui, pero te cuento por qué no fui, porque en París empezaron a salir pedidos para Rusia, Japón y el mundo árabe, algunos europeos también. Y me decían que les encantaba mi trabajo, pero que querían las mismas piezas hechas exactamente como en el desfile. Me decían totalmente que no se me ocurriera mandar todo a China y hacer mi producto allí.
Aquí no tenemos talleres artesanales que nos reproduzcan las prendas, con lo cual no podemos aceptar estas cosas porque no puedo parar mi taller para empezar a reproducir trajes de otras colecciones, tengo que seguir avanzando con encargos y colecciones nuevas.
Tampoco tenemos un potencial de artesanos. Hay muy pocos. Y yo no dispongo del patrimonio necesario para contratar a diez personas que me hagan ese trabajo. Yo creo que Málaga de Moda está muy bien, nos hace visibles en pasarelas internacionales y nacionales, pero creo que hay que volver a reabrir esos talleres que había en los pueblos donde se hacía desde ropa interior a camisas o chándales. Y no digo que tengan que ser en la capital. Casi que mejor incluso en un pueblo, así lo revitalizamos.
Puedo permitirme perder un día en ir y venir, es mucho mejor que trasponer a China o a Turquía, que pillan, digamos, un poquito más a contramano.
También creo que sería muy bueno iniciar algún tipo de curso donde enseñar a estos artesanos. No sé cuál es la fórmula ni soy político, pero que gente nueva que venga y tenga ganas de aprender, puedan. A mí me pilla tarde, el tiempo va corriendo, pero me encantaría que diseñadores del futuro puedan tenerlo, sitios donde des bocetos, prototipos y sepan reproducir fielmente lo que has hecho.
En Chanel, la ropa se hace en taller, los bordados lo hacían Johan y su equipo, otros aplicaban los bordados... Era todo en equipo. Ojalá poder trabajar aquí así.
Que está muy bien que nos lleven a ferias, que nos lleven a pasarelas, pero también está muy bien el trabajo artesanal. Pero claro, si luego no hay gente que enseñe eso... En fin.
Es como la pescadilla que se muerde la cola.
Que lo que están haciendo está increíble, me gusta la idea, pero que lo de la formación no hay que olvidarlo. Los políticos son los que tienen medios, disponen de economistas, abogados, qué sé yo.
Cuando el alcalde me ha preguntado se lo he dicho, yo soy claro. Alcalde, formación, que las escuelas de diseño están geniales, pero de ahí no salen artesanos, salen diseñadores que luego si quieren aprender a bordar se tienen que ir a una cofradía para aprender. No hay escuelas del oficio. Antes, cuando eras pequeño te metían en talleres de aprendiz e ibas aprendiendo la profesión, algo ya inexistente.
¿Qué hay para estudiar moda en Málaga?
Tienen la carrera en la escuela de arte. Yo la hice, pero la mejor maestra fue siempre mi madre. Las dudas, a ella. Las preguntas, a ella. La parte industrial me la dio la carrera y mi trabajo en empresas, pero la artesana mi madre. Así hice mi potaje y he crecido hasta lo que soy.
¿Recuerda qué hizo con su primer sueldo?
Pues mira, se lo di a mi madre porque somos cinco hermanos y estábamos estudiando. Yo soy el cuarto de cinco. Todos estaban estudiando: Medicina, Derecho... Entonces hacía falta en la casa. Tal cual me lo daban se lo daba a mi madre para lo que hiciera falta. Empecé a ahorrar cuando los demás fueron acabando sus carreras. Pero jamás me planteé quedarme con el dinero.
Hay quien recuerda una prenda de ropa especial con su primer sueldo.
Hombre, evidentemente, si yo había visto cualquier cosa que me gustaba, mi madre decidía si me lo daba. Creo que es lo lógico, eso es algo que se olvida ahora la gente también. Si tú vives en una casa, en una unidad de familia, donde todos convivís, lo normal es que todo el mundo aporte.
¿Se ha criado en Málaga capital?
Yo estudié aquí, vivíamos en Málaga, pero mi padre era de Paterna del Río, un pueblo de Almería, y mi niñez la pasé allí. Hice creo que hasta quinto de EGB y luego ya me fui fuera. Internados, colegios mayores... Empecé en el diseño en Málaga, porque mi madre sí era de aquí y teníamos a gente de mi familia aquí.
Hay raíces almerienses entonces.
He ido muy poco a mi pueblo, ojalá lo pongas, porque es un pueblo al que tengo cariño y ojalá vaya la gente. Tenía que haber ido más porque el pueblo es bonito y me trae muchos recuerdos, pero mi trabajo es muy estresante y va por temporadas. En resumen, nunca consigo cuadrarlo. He ido un par de veces desde que yo me vine. Allí viví mi niñez.
¿Y cómo ve Málaga? ¿Qué opinión tiene? Porque ahora mismo son muchos retos a los que se enfrenta la ciudad. Hay problemas de vivienda...
Está la turismofobia... A mí me gusta que Málaga esté en el mapa. Antes por ejemplo si viajaba a Roma o a París y decía que era de Málaga, me decían... Ah, sí, Marbella. No ubicaban Málaga. Ya sí. Eso ocurría cuando yo empecé a viajar.
Que haya cambiado este aspecto está muy bien, porque significa que Málaga está ahí, en la pelea. Si bien, creo que puede que haya demasiado turismo y demasiadas cosas enfocadas al turismo. El otro día me llamaba la atención mi amiga, que me dijo que a ver cuando quedábamos para comer, pero que ella quedaba en un barrio, que en el Centro ya está todo imposible, todo enfocado al turismo. Me hizo pensar. Nunca me lo había replanteado.
No sé si es cierto o no el comentario, pero es verdad que yo, por ejemplo, con las pocas horas que descanso, no puedo permitirme irme del Centro e ir a un barrio para un rato. Al final tiendo a quedarme aquí y me da coraje que esto cambie. Yo voy andando al mediodía por el Centro y voy esquivando sillas de terraza, las estanterías de las tiendas de souvenirs... En calle Santa María es exagerado. En una calle estrecha te agobias.
Antonio Banderas dijo un día que como él tiene la casa en Alcazabilla, que cuando va de Alcazabilla al teatro, que siente que tiene que hacer un eslalon.
Y lleva toda la razón. Vas esquivando guiris. A mí en el fondo me da cosa, porque creo que nosotros somos un poco iguales que ellos. Cuando vamos a ciudades nuevas, no sabemos qué hacer, hacia dónde ir, por dónde tiro o por dónde miro. Yo imagino que debemos vernos similar a ellos.
He leído que le llegaron ofertas pero que se decidió quedar en Málaga. ¿Qué ha tenido Málaga para hacerle quedarse aquí?
Sobre todo el arraigo. Mi familia, mi pareja... Cómo se vive aquí... Si esas ofertas me llegan con 22 años, igual me voy fuera de España, pero me pillaron ya mayorcito. Sería 2012 o así. También entiendo que llegan cuando ven tus trabajos, lo que has hecho y descubren tu trayectoria.
Igualmente, reconozco que aunque las rechacé, siempre es bonito que te digan qué ojos más bonitos tienes.
No le veo persona de arrepentimientos. ¿Las decisiones tomadas, tomadas están?
Sí. No creo que haya que darle más vueltas. Estoy feliz con mi decisión, aposté por Jesús Segado Costura para representarlo. En esas empresas llegas lejos, pero siempre en un equipo grande y tras la marca de alguien. Eres uno más y oye, que me encanta. Pero vas a ser uno más de un equipo de diseño de un tío muy potente que es el que sale y está perfecto, que igual joven me hubiera ido, pero no me veo.
En Málaga lo tenía todo.
En Málaga se vive muy bien, la verdad. Luego tampoco aspiro a tener un castillo y tener, como tiene Valentino, un jet privado y un barco. A mí eso no me parece que quien lo quiera tener, de puta madre, pero que no es mi aspiración. A mí me gusta mucho mi trabajo, me gusta trabajar en lo que hago y en la moda. Entonces aquí habitualmente lo hago y no nos falta trabajo.
¿Es ese para usted su mayor logro como diseñador? ¿El tener esa tranquilidad?
Pues sí. Siempre digo que mis hermanos son muy apañados para todo. Te arreglan una tubería, un enchufe, una lámpara... Uno es médico, otro abogado, la otra psicóloga... Y siempre pienso que yo no sé hacer nada más allá de trabajar en esto. Soy un torpe.
¿Por qué dice eso?
Porque es verdad. Solo sé hacer moda. No es que sea un logro. Me parece que tiene más mérito la gente que sabe hacer mogollón de cosas como poner un enchufe o coser y arreglar una tubería a mí, especializado en algo. No es que me sienta mejor o peor, pero es que literal, solo hago lo que sé hacer.
Cuando creo que hago o me informo de cosas, siempre están relacionadas con la moda. Entonces me gusta leer de moda, me gusta leer vidas de diseñadores a ver cómo han sido... Mis conocimientos se centran en lo mismo. Te puedo contar la vida de Chanel, de Dior... Que tampoco han tenido vidas fáciles. Chanel, por ejemplo, venía también de un orfanato. Leer sobre esas vidas, la verdad es que me aporta un chute de inspiración y ganas para seguir hacia delante.
Antes ha mencionado la jubilación. ¿En qué momento de su carrera está? ¿Cómo definiría el momento actual?
Muy bien. La gente ya sabe lo que hacemos. Hemos asentado un estilo determinado. Hace poco me pasó algo curioso. Me escribió una mujer para decirme que Letizia ¡la reina! me estaba copiando. Me mandó una foto de su look.
No me diga.
Sí, porque el vestido que llevaba Letizia era muy parecido a uno que le hice yo a su hija cuando se casó. Cuento esto porque a mí me hizo ilusión que esta señora viera mi estilo en un vestido con cuello camisero. La gente reconoció mi romanticismo, por los tejidos que uso, por mi estilo. Hemos hecho las cosas bien.
Estoy feliz porque la gente cuenta conmigo, me llama para eventos, visto a presentadoras que quieren ir defendiendo mis modelos. El otro día escuché algo así como que llamar a Jesús es un acierto seguro. Eso me hace mucha ilusión. Y ya preparando las próximas colecciones basándonos en todo lo construido.
¿Qué le pide a los Reyes Magos de cara a 2025?
Salud y que nos quedemos como estemos, que ya tenemos una edad. El jet privado para el que lo quiera, yo paso, soy muy sencillo. Si tiene que caer algo, unos buenos zapatos, ropa en condiciones, pero si no la tengo, pues no pasa nada. Si acaso yo le pido a los políticos que echen luces, que hace mucha más falta.
Pues pídalo usted en primera persona, que tiene enchufe. ¿Cómo llega a vestir a los Reyes Magos en la Cabalgata de Reyes?
La primera vez fue en 2019, un año antes de la pandemia. Fue una propuesta muy inesperada, jamás me imaginé haciendo esto. Yo les dije que no tenía ni idea de hacer esto, pero me convencieron. Acepté porque pensé que iba a ser algo puntual, pero de eso nada. Todos los años pienso que es el último, pero seguimos.
Cuando empecé, me acuerdo que cogí inspiración de obras de arte donde aparecía el Belén, los Reyes Magos... Quería hacer una mezcla de todo. Quería que fueran especiales, para la capa de armiño con túnica blanca ya había tiempo. Quería darle 'rollito' a mis Reyes Magos.
Los primeros que hice quedaron graciosos, la idea gustó y me volvieron a llamar otro año, otro año, otro año... A mí me gusta mucho, porque me paso el año viendo ideas. Si voy a un sitio como un museo y veo un cuello chulo, unos pantalones bombachos... Apunto todo. Tengo un archivo para ir tirando de recursos año tras año. También tiro de muchos cuadros religiosos.
Me han dicho que siempre va con mucho tiempo...
Lo disfruto mucho, pero ojalá pudieran decirme ante quiénes son los Reyes Magos (risas). Pero bueno, al final siempre llegamos a tiempo y nos organizamos. Es un trabajo precioso, disfruto mucho haciéndolo. Además, empiezo a sentir que la gente espera los trajes año tras año, lo cual es ilusionante. Estresante, pero ilusionante.
¿Cómo se vive el momento en el que se lo prueban por primera vez?
Bueno, ellos están encantados. Yo disfruto. Pero los elegidos, más. Es un día muy bonito para ellos, durante tres o cuatro horas son un rey mago, se transforman. De los de este año no me dejan decir nada, pero sé que van a pasarlo en grande.
No es porque los haga yo, pero creo que en cuanto se suben a la carroza y se ven vestidos así, se hacen grandes, precisamente para los más pequeños, los que más disfrutan en un día tan ilusionante para todos.
¿Trabaja los trajes de los Reyes Magos desde la misma filosofía que trabaja un vestido de boda?
Pues trabajo con la de siempre, sí, haciendo guiños a la persona que usa el traje para que se sienta lo más cómoda posible. Por ejemplo, con los colores de la cofradía a la que le toca, el medio en el que trabaja el periodista o el partido al que pertenezca el político. Con Mansour este año habrá alguna sorpresa también. Yo creo que este año van a gustar muchos los tres trajes, estoy contento. Ojalá que sea así.