Málaga

"Si volviera atrás, jamás compraría mi casa aquí": la resignación de los vecinos de Campanillas tras otra riada

La borrasca Laurence se ha cebado con esta barriada de Málaga donde la madrugada del martes casi 400 familias recibieron la recomendación de evacuar sus viviendas.

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Lorena reconoce que si volviera atrás, jamás compraría su vivienda actual, ubicada en la barriada de El Brillante, la que ella define como "la zona cero" de la crecida del río Campanillas tras el paso de la borrasca Laurence. "Llevo tiempo buscando casa para irme, pero tendría que regalar esta e hipotecarme en la nueva, tal y como está el asunto", lamenta. 

Le enfada oír voces que cuestionan que comprara la vivienda en Campanillas. "Yo en ese momento no tenía ni idea de que esto pasaba. Ahora no lo hubiera hecho en la vida", añade. Hace cinco años, ella y su familia perdieron absolutamente todo lo que tenían. La riada llenó de agua y barro su vivienda y sus hijas aún recuerdan con miedo lo que vivieron aquellos días cada vez que llega un nuevo frente. 

Gracias a aquel episodio, han podido prepararse cada vez que se activa una alerta. Así, afortunadamente, en esta ocasión, ella solo ha sufrido la entrada de agua por registros en su sótano, provenientes de tuberías fluviales que no soportaban más agua. "Un vecino tenía sus tuberías hacia el parking y hemos tenido que achicar todos el agua. Eran caños", lamenta.

Imágenes cedidas por Lorena.

Imágenes cedidas por Lorena.

La riada llegó justo al nivel de la acera, sin llegar a colarse en la vivienda, pero la noche que ha pasado, para Lorena se queda. Por recomendación de las autoridades, abandóno la vivienda ante el riesgo de desbordamiento y se fue a Málaga capital con sus hijas. Pero el miedo a que se viviera lo mismo que en 2020 le impedía dormir. Tanto es así, que pasó la madrugada pendiente al grupo de WhatsApp de los vecinos y consultando las cámaras de tráfico y los datos de la presa en Hidrosur.

Fue a las cinco y media de la mañana cuando se daba cuenta de que el río subió en apenas unos minutos más de tres metros, así que decidió avisar a los vecinos. Su rápida coordinación permitió que muchos se alertaran y salieran a la calle a intentar que el agua no entraran a sus casas. Tanto ella como Kike, otro vecino de El Brillante, él, por cierto, de la calle Varsovia, una de las que más complicaciones ha tenido, reconocen que lo mejor de estas circunstancias es la colaboración entre vecinos.

Los que han tenido mejor suerte, ayudan a los que han resultado afectados a limpiar garajes y bajos. Otros se coordinaron a primera hora para abrir arquetas y aliviar así la acumulación de agua en la calle. "Esta vez se ha hecho mucho peor, a mí parecer. Cuando la DANA se abrieron todas previamente. Y, al menos aquí, no se ha hecho, lo hicimos nosotros", critica Kike.

Así se encontró Lorena el gimnasio.

Cuando Lorena vio que el río iba a salirse, regresó a su casa, aunque fue una odisea poder entrar al barrio con los cortes de tráfico. La Policía no dejaba pasar a nadie. Una vez dentro, la imagen le traía recuerdos muy malos. “El agua llegaba a las aceras, en algunas zonas ya había entrado en los portales”, explica. “Nada más abrir la puerta, escuché una gotera. Era la misma que nos pasó hace cinco años”, cuenta.

En el sótano de su vivienda, donde tiene una zona de gimnasio, según su relato, el agua comenzaba a salir por los registros. “Primero fue una gota, luego un chorro, y al final un caño que salía por varios puntos”, describe. Aunque esta vez la estructura de la casa resistió, la angustia fue la misma que en la pandemia, cuando los muros cedieron y perdió todo.

Un 'selfie' de Kike en la zona afectada.

Un 'selfie' de Kike en la zona afectada.

Kike reconoce que lo vivido en 2020 marcó un antes y un después a la hora de prepararse para una inundación. “Ya estamos acostumbrados”, dice con resignación. “Nos ha pasado tantas veces que nos hemos tenido que adaptar. Ponemos barreras en las puertas de los garajes, en las entradas de las urbanizaciones… Pero sabemos que no es suficiente si de repente el río se sale con la fuerza de hace cinco años”.

En esta ocasión, el agua ha subido unos 25 o 30 centímetros por encima del nivel de la carretera en su caso. “Cuando es así, dentro de lo malo, es asumible. No llega a entrar en los garajes. Pero cuando sube más, lo destroza todo, ya te puedas preparar mucho, que da igual”, explica.

Un problema sin solución

Todos tienen claro que esto no es solo culpa del temporal. Para Lorena, la falta de medidas preventivas ha hecho que Campanillas vuelva a vivir un mal trago evitable. “Llevamos desde el jueves pidiendo que abran las compuertas de la presa, porque estaba al 104% de su capacidad. Nos decían que no podían porque estaba colapsada de lodo y vegetación, no lo veo normal. Si las hubieran abierto en el fin de semana, cuanod no llovía, les hubiéramos echado las culpas de esto. Si las abren lloviendo, la culpa es del clima”, relata.

Imágenes compartidas por Kike.

Imágenes compartidas por Kike.

Kike, por su parte, cree que ya es hora de que dejen de echarse la pelota unos a otros pues al final son ellos siempre las víctimas de su juego. "El río siempre se sale por el mismo lado, yo creo que va siendo hora de ponerle solución. No sé si encauzándolo, haciendo un dique... No sé de eso, pero algo habrá que hacer si siempre el problema es en el mismo punto, en la curva", expresa.

El problema de fondo, según Lorena, es la falta de un encauzamiento adecuado del río, un proyecto que, asegura, "lleva dos décadas en el olvido". “El alcalde quiere hacer 5.000 viviendas más en Campanillas, pero pretende que sean los promotores quienes se encarguen del encauzamiento. Y así llevamos 20 años”, lamenta.

Así, este mediodía los vecinos han recibido un mensaje para una reunión el próximo 26 de marzo con la Jefatura del Distrito que tratará del proyecto de encauzamiento del río Campanillas, cita que para algunos de ellos "llega tarde".

Lorena asegura que con tantas lluvias, esta rutina es "un sinvivir". Pasa el día pendiente de los portales meteorológicos, y no solo consulta la capital, sino también la zona de El Torcal de Antequera y Almogía, ante el miedo de que pueda llover mucho allí y que el río baje con virulencia. "Mis niñas, pobrecitas, están asustadas. La otra vez perdieron su colegio y todo su material escolar. Volver a pasar por esto es muy duro”, dice Lorena con la voz entrecortada.

Ida también es vecina de Campanillas, aunque ella reside en una zona que no se ha visto afectada por Laurence. Igualmente, su empatía le hace sufrir por sus vecinos este problema que viene de años atrás. Muchos de sus alumnos viven en áreas que se suelen inundar y le suelen preguntar cuáles son los motivos por los que periódicamente ocurre lo mismo. "La realidad es que siempre se inunda la misma mitad del barrio. Dependemos del Tomillar, del Casasola y los problemas con las compuertas...Si la presa se va abriendo poco a poco, no se crea esta situación", expresa a este periódico.

Así han quedado varios vehículos.

Así han quedado varios vehículos. Ida Ledesma

Recuerda lo ocurrido en 2020 como "una ola que en cuestión de minutos inundó todo". Así, pone en valor la prevención gracias a lo ocurrido con la dana. Para ella, este aspecto se ha hecho notar, con el aviso preventivo, sobre todo, a personas mayores que residen en las plantas bajas de la vivienda. "La zona anoche estaba bien; el problema de hoy ha sido, además, el viento. Muchos vecinos han subido sus coches a zonas altas, pegadas al PTA, pero otros o no los han movido o los han colocado en zonas donde creían que no les pasaría nada y han visto cómo árboles han caído sobre sus vehículos", relata.

Kike también lamenta que, aunque los vecinos se quejan cada vez que hay una riada, luego todo queda en el olvido. “Cuando nos afecta, todos protestamos. Pero cuando hay que movilizarse, si viene el Ayuntamiento o lo que sea, nos quedamos cuatro gatos. Y así, nada cambia”, zanja.