Librero, editor, humanista, ecologista profundo, profesor universitario, ingeniero, economista, agitador cultural. Cuántisimas vidas caben en una sola: la del malagueño Paco Puche. El fundador de la librería Proteo falleció este viernes a los 81 años. Natural de Antequera, el licenciado en Económicas pasó de vender libros prohibidos a ser reconocido por la Federación de Gremios de Editores de España.
Su andadura como librero en la Proteo arrancaba en 1969 cuando decidió abrirla junto a Pilar Guerrero y dos socios más. "Él la montó para que a nadie le faltara cultura. Dio facilidades económicas para que cualquier que necesitara un libro tuviera acceso a él", destaca Jesús Otaola, director gerente del tempo cultural en pleno centro y amigo de Puche desde hace tres décadas.
La apertura del espacio, según Otaola, "hizo que Málaga tuviera una oferta cultural que no existía en otras ciudades en ese momento". Puche pensó en una librería moderna, con todas las novedades, que respetara el medio ambiente. Y así fue. Él dirigió la reforma de la última sede donde puso placas solares y consiguió integrar un trozo de muralla del siglo XIII. La acabaron reconociendo con multitud de premios.
Guillermo Busutil lo define como "un filósofo del oficio de librero frente a la figura del librero tendero, y del librero funambulista entre ambas tendencias". "Promovió al Colectivo Palmo y el coleccionismo de arte, abrió una librería clandestina dentro de una librería aperturista en sus títulos, y siempre hizo de la cultura un pasaporte de esperanza y una mano abierta", subraya el periodista cultural.
El intelectual fue pionero en la lucha ecologista y se hizo vegetariano cuando todavía no era guay serlo. "Todos los movimientos relacionados con el medio ambiente, la gestión de los bienes comunes, la economía circular, la gestión del agua y la tierra lo difunde Paco Puche en Málaga. Alrededor de él se crearon plataformas de defensa de todo esto", señala su amigo íntimo, el periodista cultural Héctor Márquez.
Protagonista en 'Salvados'
Miembro de Ecologistas en Acción y de la Red de Economía Ecológica, el gestor cultural defendió hasta sus últimos días la prohibición del amianto. De hecho, Jordi Évole lo entrevistó en un programa de Salvados como experto mundial en el material tóxico. De él decía, "a excepción de la pólvora es la sustancia más inmoral con la que se haya hecho trabajar a la gente; sacrifican la salud de los trabajadores a cambio de los beneficios de las empresas".
"Formaba parte de cualquier movimiento crítico de la ciudad. Sin la librería la ciudad sería otra", insiste el director de Proteo. Puche creó junto a Alfredo Rubio, catedrático de Geografía Urbana de la UMA, y otros intelectuales un grupo de análisis urbanístico de la ciudad llamado Rizoma. Además, luchó contra el deterioro de los paisajes naturales y los nodos insalubres de nuestra relación con el entorno.
El activista llegó a ser el presidente de la Red Andaluza por una Nueva Cultura del Agua, con la que defendió que el río Guadalmedina recuperara su estado natural y llevara agua. "Quienes lo quieren tapar piensan que el río es una herida en la ciudad. En realidad, es una arteria, un símbolo de Málaga anterior a la propia catedral. No es de recibo tirar la catedral y tampoco cubrir el río", dijo en una entrevista.
Según Márquez, el alcalde que debió tener Málaga es Paco Puche. "De un rigor extremo, no tenía nada que ver con el político chichinabo que se gasta hoy día", asevera.
El librero llegó a presentarse en dos ocasiones a los elecciones municipales. Una con Izquierda Unida Los Verdes cuando Pedro Aparicio reinaba en su trono socialista y luego más tarde con el partido ecologista Equo.
Este hombre de fuertes convicciones éticas llegó a protagonizar una anécdota junto a Alfonso Guerra. "Tuve una charla con él y con Guerra en el Congreso de Libreros de 2018 y logré que los dos recelosos de que sólo el otro hablase cumpliesen mis indicaciones de ritmo en la charla y los sorprendí con cuestiones comunes que ambos desconocían y que crearon empatía entre los dos", recuerda Busutil.
Márquez lo recuerda como una persona muy cercana, pero no campechana al estilo de hacer bromas. "No era un malaguita, un gracioso, pero tenía un sentido del humor tremendo", declara el miembro de la plataforma Todos con Proteo, que recalca su coherencia y rigor ético; y respeto a las personas y a la tierra.
Para el gerente de Proteo, Puche ha representado la cara B de la ciudad, la necesaria mirada crítica y vigilante. "Una forma de ser espléndida. En la barra de bar o en la librería era la misma persona. No había dos personas. Eso era lo bueno. Lo que se ve es lo que hay. Era consecuente con sus pensamientos y su forma de ser", hace memoria.
"He tenido la suerte de poder compartir 33 años de mi vida con Paco. Ha sido una experiencia única. Me ha hecho ser como soy", reconoce Otaola al teléfono un pelín emocionado. Ahora queda su recuerdo y su obra, la librería, de la que aún está pendiente que empiecen las obras de reforma tras el incendio que la redujo a cenizas en mayo. La mirada vigilante de la Málaga más verde, combativa y cultural seguirá siempre viva.