Málaga

Salvador Sobral (Lisboa, 1989) se hizo conocido en España gracias a su victoria en Eurovisión, la primera de nuestros vecinos portugueses. En aquel entonces, Sobral llevaba coleta, se mostraba muy tranquilo y vivía, probablemente, una de sus peores épocas a nivel de salud con unos problemas de corazón que le llevaron a pasar por quirófano en 2018.

Tres años más tarde lanza su nuevo álbum, Bpm, lo que significa beats per minute o en español, latidos por minuto. Sobral, totalmente recuperado, asegura que hoy en día su corazón late y muy fuerte, a la velocidad adecuada de una persona sana con ganas de vivir y excitada por poder mostrar su nuevo trabajo en conciertos como el de Málaga, el próximo 18 de julio en el teatro Cervantes, con motivo del festival Terral.

"En mi corazón hay mucha gente que me quiere y me cuida. Son tantas que es difícil devolverles ese cariño", dice Sobral. Sin embargo, no cree que estar enamorado ayude a componer únicamente. "Desde estar enamorado, a un desamor, una tarde en la naturaleza, un paseo, o la risa de un niño. Todas esas cosas conforman nuestra sensibilidad, no solo el amor", detalla el artista.

Pese a que el perfil que nos vendieron de Sobral en Eurovisión era el de un tipo calmado, poco queda de ello. Es un auténtico manojo de nervios, se ha tirado todo el confinamiento trabajando con Leo Aldrey, su productor, explorando nuevas sonoridades que van desde el pop hasta el rock pasando por el jazz, su especialidad para este nuevo trabajo.

Actuará en Málaga este domingo

No será la primera vez que Sobral venga a Málaga, una ciudad con la que tiene un vínculo muy especial. Aquí dio su primer concierto en España, también en el teatro Cervantes, donde actuará el próximo domingo. Lo hizo tras su alta médica y, por supuesto, su paso por Eurovisión.

"De Málaga guardo un recuerdo imborrable. No solo por aquel concierto que inició mi gira internacional en 2018. Ya había venido a tocar a Málaga en un par de ocasiones, así que no es ni la primera ni la segunda vez que vengo a esta increíble ciudad", dice.

El cantante también tiene recuerdos gastronómicos de la ciudad andaluza. "Si nos da tiempo aprovecharemos para darnos un baño en la playa por la mañana e iremos a comernos un buen espeto de sardinas. Lo hicimos la vez anterior y espero poder volver en esta ocasión", cuenta.

"Quedarse con Eurovisión es quedarse con mi pasado. Prefiero mirar hacia delante y agradeciendo al pasado. Pero, pese a ello, gracias a Eurovisión puedo actuar esta semana en Málaga", responde Sobral cuando se le pregunta acerca de sus luces y sombras con Eurovisión. 

Es curioso, pero nunca ha visto el festival. Ni el año que le tocó actuar. No tiene tele en casa y, al celebrarse los sábados por la noche, suele estar de concierto o en otros asuntos. Se podría decir que Sobral es una persona analógica y es que tampoco tiene smartphone. "Tener un móvil con redes sociales es una tentación demasiado grande. Acabamos dedicándole demasiado tiempo y se generan unos compromisos que, a veces, si no se gestionan bien, no son nada saludables. Corté por lo sano cuando acabó Eurovisión y llegó la avalancha de popularidad", explica.

Algo que se ahorra Sobral con esa decisión es a los llamados haters. "Tengo una persona que se encarga de gestionar mis redes y, conjuntamente, decidimos lo que queremos reflejar en ellas. No me preocupan demasiado, pero entiendo que hay gente que quiere saber lo que hacemos en cada momento y yo trato de destacar lo primordial", cuenta.

En algunas de las imágenes que muestra en su cuenta de Instagram lleva una camiseta con un mensaje claro: Hate Fascim (odio al fascismo). "Las injusticias hay que denunciarlas. Como alguien dijo alguna vez, para que el mal triunfe solo hace falta que las personas de bien no hagan nada", dice el artista. 

¿Y qué hay del feminismo? ¿Te consideras feminista? "Si ser feminista implica querer los mismos derechos para las mujeres que para los hombres, por supuesto que soy feminista. No puede ser de otra manera".

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