"Novela insulsa, sin estilo ni valor literario alguno. Se reduce a describir cómo pasó un año en Barcelona en casa de sus tíos una chica universitaria. Sin peripecias de relieve. No hay inconveniente en su autorización". Así definieron Nada, el debut literario de Carmen Laforet, en el informe de censura el 17 de abril de 1945. El censor de turno no se enteró de nada. La joven autora ganaba el flamante Premio Nadal meses antes gracias a este atemporal canto a la esperanza en plena posguerra.
Ana Cabello (Málaga, 1980) compró su primer ejemplar de Nada en un FNAC de Madrid el 28 de febrero de 2004. La entonces estudiante de Filología Hispánica lo adquirió de forma casual durante una visita a la capital en pleno puente de Andalucía. Cuando llegó por la noche a casa se enteró de que la escritora había muerto ese día. "Ella me eligió a mí", reconoce la hispanista de Vélez-Málaga y encargada de comisariar la gran exposición sobre Carmen Laforet en su centenario.
La malagueña detrás de la muestra Próximo destino: Carmen Laforet cierra así un círculo que se abrió hace 17 años con su descubrimiento (y los posteriores libros e investigaciones publicados sobre la autora). "Es un regalo de la vida. Sé que Carmen está ahí", exclama emocionada durante una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga. El público podrá ver por primera vez el manuscrito original de Nada, guardado bajo llave por la familia, cuando se inaugure la exposición en 2022.
La muestra se articulará en torno a la idea tan suya de "vagabundear", de "ir de un lado a otro a placer sin objeto", como defendía Laforet en el relato El piano. "No sabe por qué desperdició tantas horas que debía dedicar al trabajo en paseos sin rumbo fijo; por qué la vida la llamaba tan poderosamente siempre", se lee en la ficción de la escritora que se describía sí misma como "nómada".
"Andrea (la protagonista de Nada) llega a Barcelona con una maleta llena de libros y ella también en la vida real cuando se trasladó de Canarias a Barcelona (para estudiar Filosofía). Su vida al final era un deambular con una maleta llena de libros", cuenta la gerente de la Fundación Pérez Estrada. En torno a esa reflexión, el profesor José Teruel y la filóloga por la Universidad de Málaga van a trazar "un mapa íntimo; la cartografía personal, emocional y profesional de Carmen Laforet".
La joya de la corona de la exposición será el manuscrito original de Nada. Cuando la autora escribió la novela, que obtuvo el primer Premio Nadal en 1945, tenía 22 años y el éxito que obtuvo en plena juventud marcó su carrera para siempre. "Vamos a reflexionar sobre el destino que le sobrevino tras ganar el Nadal. La editorial Destino le da el galardón y la aboca a un destino de escritora. Ella llevaba una vida sencilla y no era muy amiga de los saraos literarios", reconoce.
Al inédito documento se sumarán cartas que cruzó con amistades como Ramon J. Sender o Elena Fortún; grabaciones y fotografías. También se dará cuenta de sus distintos viajes a Tánger, Roma, Nueva York y Los Ángeles. Incluso estará el informe de censura del libro y la grabación donde Laforet recita el primer capítulo de su debut en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
La primera vez que Cabello se cruzó en el camino con Laforet tenía 22 años. "Cuando leí Nada descubrí una mirada cotidiana y poética impresionante. Me pregunto cómo una novela tan oscura y gris es a la vez un canto a la esperanza. La esperanza reflejada en la juventud de Andrea, en la universidad, en el conocimiento y en formarse para avanzar. La esperanza en el futuro porque la protagonista llega con unas ansias tremendas de libertad y, pese a encontrarse un panorama desolador, sigue manteniendo intacto ese rayo de luz", destaca.
Después, la experta en narrativa de posguerra recibió una beca del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. Eso le permitió escribir una tesis doctoral sobre la industria editorial en España y cómo los premios literarios se han convertido en auténticos reclamos publicitarios. "Arranco con el Premio Nadal, el primer gran premio comercial del sistema editorial en España. La primera que lo gana es Laforet, una mujer que cambia todas las reglas del juego", recuerda.
A partir de su investigación, Cabello se da cuenta de que gracias a Laforet, una mujer joven y desconocida que se lleva el Nadal, muchas mujeres deciden presentarse a premios y empiezan a ganarlos. Es el caso de Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Elena Quiroga, Marta Portal y Concha Castroviejo. "Gracias al premio muchas mujeres consiguen ser visibles para la sociedad en los años 40, una época en la que la mujer estaba relegada al hogar", insiste.
Laforet es, según Cabello, "el espejo donde se miran muchas". Así lo declara Martín Gaite y Matute en un libro conmemorativo del Premio Nadal en su 40 aniversario. "Que Laforet ganara el premio Nadal, tuviera esa repercusión mediática tan grande y escribiera una novela tan fantástica animó a muchas a coger la máquina de escribir. Este reconocimiento fue el baluarte de autoestima, lo que les dio el empujón necesario a otras mujeres. No había modelos entonces", recuerda.
A raíz de su interesante tesis, la editorial Planeta la llamó para dirigir una colección llamada Escritoras de posguerra en el desaparecido Círculo de Lectores. También le encargaron publicar una edición de Nada con el informe de censura donde la filóloga explica el contexto en el que se produjo la publicación.
La celebración de los cien años del nacimiento de la escritora arrancó a principios de año con el lanzamiento de Puntos de vista de una mujer, un libro donde Cabello reúne junto a su compañera Blanca Ripoll artículos de Laforet publicados entre 1948 y 1953 en la revista Destino. En ellos, la autora no sólo retrata las preocupaciones y los deseos de las mujeres de un país sumido en la represión, sino que, con una voz íntima y valiente, sabe crear un espacio compartido de libertad y complicidad.
La escritora Elvira Lindo, presidenta del Real Patronato de la Biblioteca Nacional de España, la definió como "una autora moderna" esta semana cuando se depositó su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. "Carmen Laforet vive en el presente. Su propia imagen se impone la imagen de una mujer de ahora. La podemos pensar como en una de nosotras", destacó.
Una 'malamadre'
Para Cabello, Laforet era "una mala madre como las del club que ha fundado la malagueña Laura Baena". "Se la criticó mucho. Ella no tenía esa habitación propia que reclamaba Virginia Woolf para poder escribir. Ella tenía la necesidad de irse a una casa en la sierra o a Arenas de San Pedro (Ávila) para poder tener tranquilidad. Hoy día defendemos que una mujer sea madre y profesional. No pasa nada. En aquella época era una rareza reclamar eso", admite.
La escritora no se sentía feliz únicamente en el papel de esposa y madre de cinco hijos. También disfrutaba del poco tiempo que disponía para escribir o de sus escapadas a su amada naturaleza. "Todo el mundo esperaba mucho de ella. Eso la limitaba, la coartaba. Era muy exigente consigo misma", advierte la hispanista sobre aquella joven y desconocida que ganó el Nadal en una España gris donde la mujer debía ser la perfecta ama de casa.
"Cuando no tienes referentes y eres una mujer del franquismo y has roto todas las reglas y todos los moldes, tienes una presión encima muy grande", reconoce Cabello, que describe a Laforet como una escritora nada pedante que hablaba con mucha modestia. "Ella se vio abocada a un destino de escritora muy mediático. Aunque no le gustaban los saraos literarios, no podía dejar de escribir. Era algo innato", asegura.
Aunque Nada es su gran obra, Laforet publicó grandes novelas como La insolación, La isla y los demonios, Al volver la esquina y La mujer nueva (Premio Nacional de Literatura en 1956). "Son teselas de un único mosaico que viene a mostrarnos esa visión de Carmen, una visión espontánea, desnuda de todo artificio, capaz de ver en las cosas cotidianas la belleza y la poesía de la vida. ¡Qué mirada tan maravillosa tenía que era capaz de convertir cualquier acto cotidiano en pura belleza!", recalca.
Cabello no llegó a estudiar a Laforet cuando cursaba Filología Hispánica en la Universidad de Málaga. "No había en el currículo casi ninguna escritora. Amparo Quiles Faz, profesora titular de Literatura Española en la UMA, impartía una asignatura optativa llamada La mujer en la literatura española. Sujeto y objeto literario. La cogí. Como hay tantas no llegué nunca a Laforet", se lamenta.
El centenario de su nacimiento debe servir para (re)descubrirla y completar ese mosaico. "Ella desarrolla una obra muy coherente en la que habla de la necesidad de libertad en una época que se define por su falta de la misma. ¿Cómo luchas a contracorriente si quieres ser una mujer libre en una época donde ser mujer es ser esclava?", se pregunta. Siendo una misma como lo fue la valiente Carmen Laforet.