Enriqueta Reyes Porras La Repompa ha pasado a la historia del flamenco en Málaga como una de las mejores. A pesar de morir con solo 21 años, la cantaora dejó impreso su sello en unos inconfundibles tangos que emocionaron a Camarón al escucharlos y hasta Rosalía los versionó en Di mi nombre. Estos cantes los siguió interpretando Rafaela Reyes La Repompilla, la hermana menor de La Repompa.
Su hija, Amparo Heredia Reyes (Málaga, 1970), ha continuado con la saga artística familiar. Apodada también como La Rempompilla, la cantaora empezó con 16 años a ganarse la vida encima de los escenarios. En concreto en tablaos de Miami donde llegó a conocer a la mismísima Lola Flores, que la vio cantar en numerosas ocasiones. También pasó por México y Nueva York.
La artista es buena conocedora de todos los palos del flamenco a los que ensalza con su rasgada voz, especialmente los cantes de origen malagueño. Ha recorrido España con la compañía de Juan Andrés Maya y La Lupi, además de trabajar en uno de los tablaos flamencos más importantes de Madrid (Casa Patas). En el 50 aniversario de Cristian Dior actuó en los Jardines de Versalles junto a Manuel Lombo.
En agosto, la malagueña se trajo La Lámpara Minera del Festival de La Unión. "Estoy muy contenta", ha reconocido en una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga donde dice no tener Instagram y vivir muy a gusto sin autopublicitarse. La cantaora actuará este lunes en centro cultural María Victoria Atencia. Lo hará acompañada de Kiki Corpas a la guitarra dentro de la 18 edición del Aula Municipal de Flamenco.
¿Qué supone para un artista ganar la Lámpara Minera del Festival de La Unión?
Es el máximo galardón que se puede otorgar en el flamenco y el festival uno de los más importantes a nivel nacional. Si lo sabes aprovechar debería abrirte muchas puertas. No me lo esperaba.
¿Lo ve como un reconocimiento a usted y a la saga familiar a la que pertenece?
Somos una familia llena de flamencos, sí. Mi tía, que en paz descanse, era la Repompa de Málaga. Murió a temprana edad. Mi madre, que ya está jubilada, y varias personas más en mi familia se han dedicado a este arte. Además, la Bienal le rindió homenaje a mi madre este año.
El festival busca la protección y divulgación del cante de las minas. ¿Cree que la supervivencia del flamenco está en riesgo?
No lo creo. El flamenco sigue estando muy vivo y siempre va a haber un público que lo ame y lo disfrute. Eso sí, lo de nombrarlo patrimonio de la humanidad no ha cambiado nada la situación (ríe). Cuando la economía está mal, siempre se recortan gastos en cultura. Ahí es donde primero se mete mano. La economía ya estaba regular. Imagínate ahora con la pandemia. El sector de la cultura ha sido uno de los más damnificados.
¿Cómo ha pasado el bache?
Nació en Málaga, pero empezó a cantar en Estados Unidos. ¿Cómo se vive allí el fenómeno del flamenco?
Te valoran muchísimo más. Para ellos, es lo más que vengas de España y lleves el arte a otro país. Te ponen una alfombra roja cuando llegas y se acercan a ti para aprender todo lo que puedan. Ya seas cantaora, bailaora o guitarrista. Aquí en España te la quitan (ríe). Tampoco se trata de que te traten diferente. No soy de esas personas que va de diva. Pero noto que aprecian mucho más la cultura de nuestro país.
Una vez me dijo Mayte Martín que el flamenco en España se había prostituido porque muchos de los espectáculos estaban dirigidos a los turistas. ¿Está de acuerdo?
Sí. El flamenco en cierto modo se ha distorsionado. Nos hemos olvidado de las verdaderas raíces al pensar que a los turistas o a las personas de fuera no le gusta realmente el flamenco, sino el folclore. Si quieres trabajar, tienes que prostituirte en ese sentido. Tienes que darle al público lo que quiere en vez de descubrirle palos antiguos. Se empieza a perder la raíz.
Rosalía versionó unos tangos de su tía La Repompa en la canción Di mi nombre. ¿Qué le parece?
¿Qué decirte de Rosalía? Me gusta las cosas que hace. Ella es flamenca. Coincidí con la artista cuando todavía cantaba en las peñas. Estaba tratando de hacerse un hueco en el flamenco y no le fue fácil. Sé que ella adoraba a la Repompa. Un día nos encontramos en un escenario y alucinó cuando se enteró de que era su sobrina. No me extrañó para nada que agarrara los tangos e hiciera esa versión. No me hace gracia, pero también reconozco que gracias a ella ahora se conocen todavía más. No sé si darle las gracias (ríe).
¿Lo tienen fácil las futuras generaciones de flamencos?
Espero que siempre haya gente que siga apostando por ello. Pero lo tienen muy difícil. Desgraciadamente te tienes que publicitar continuamente al menos si quieres subsistir en el mundo del flamenco. Cuando haces flamenco puro, la mayoría dice que no entienden esos cantes o que se aburren. El artista muchas veces debe elegir entre defender sus convicciones, hacer lo que le gusta, o llenar la nevera. Ahí es donde viene el problema. A veces tienes que sacar los pies del tiesto.
El mundo del flamenco es a veces machista. ¿Ha sentido que la discriminen alguna vez por ser mujer?
No. Si hubo machismo fue en otra época. No lo he vivido, aunque me hubiera encantado experimentar aquellos años dorados para el flamenco. Había una época donde predominaban los hombres y las mujeres. Hoy por hoy no creo que sea así.
Dolores Agujetas me confesó que le daba coraje que le llamaran flamenca; que ella cantaba gitano y que era gitana. ¿Siente usted lo mismo?
Sí, soy gitana y canto gitano. Al menos lo intento (ríe). Antes que gitana soy persona. Tampoco tengo yo problema con eso. Canto como canto y soy lo que soy. Habrá gitanos que piensen que no soy muy gitana cantando y habrá payos que piensen que soy demasiado gitana. Me siento a gusto con lo que hago y trato siempre de no fallarme a mí misma.
Ha llegado a actuar en los Jardines de Versalles para el 50 aniversario de Cristian Dior. ¿Qué sueño tiene aún sin cumplir?
Estoy grabando un disco. A ver qué sale. Tal y como está las cosas, lo único que le pido a la vida es poder seguir trabajando en lo que me gusta, que es cantar.
¿Recuerda aquellos primeros conciertos siendo una adolescente?
Era muy vergonzosa. De pequeña lo pasaba mal, pero cuando te subes al escenario la adrenalina hace el trabajo. Sigo sintiendo todavía ese nerviosismo al salir al escenario. Creo que se nace artista. En mi caso no pensé ser cantaora nunca. Mis padres no querían que fuera artista. Ni yo ni mi hermana, que es bailaora. Trataron de tenernos apartados de ese círculo. Decían que los artistas pasaban muchas fatigas y mucha hambre. Querían que estudiáramos y tuviéramos otra vida. Parecía que estábamos predestinadas a esto. El destino era este, que yo terminara siendo cantaora y llegara hasta aquí.
He leído que llegó a conocer a Lola Flores. Qué honor...
La conocí en Miami. Julio Iglesias le había organizado una fiesta en su casa, a la que fue Celia Cruz, Rocío Jurado y El Puma. Ella paraba en el tablao donde trabajaba todas las noches que estuvo allí. La escuché decir que "para ser buena artista tenías que haber pasado hambre y fatiga". Yo también lo creo. Los artistas de antaño pasaron muchas fatigas y luchaban por superarse y por hacerse un hueco en el flamenco. La competencia era sana. Por eso había una cantera de artistas tan buena. Esa época dorada del flamenco no se va a repetir nunca.