Sixto Martín (Málaga, 1997) piensa durante una respuesta a este cuestionario que debe sonar al Grinch de Málaga, pero luego recuerda con nostalgia los puestos del Parque, alaba la habilidad de su abuela con el anís y muestra pasión por El Tamborilero de Raphael. En estas preguntas navideñas con EL ESPAÑOL de Málaga, el cantante y liricista de la pujante banda La Trinidad vuelve a demostrar que tienen mucho que decir.
Bajar a ver las luces… ¿Le provoca mucho agobio, o no le falta ni el paseo por los puestos del Parque? ¿Qué le ha parecido el alumbrado este año?
Pues, como desde hace unos años que ya me viene ocurriendo, si paso por calle Larios en estas fechas es, o bien, por mero despiste, o bien, fruto de haber bebido más de la cuenta y hacer por error una aparición única y exclusiva, como esas del Starlite. No le encuentro atractivo, incluso aunque pudiera evitar las aglomeraciones. Podría ser buenista y decirte simplemente que respeto su popularidad más allá de mi parecer, pero es que me resulta una horterada y no deja de ser un eslabón más en este modelo de ciudad-happening low-cost, donde encontramos más medidas que son también populares y me parecen igual de cutres y nocivas. Guardo nostalgia por los puestos del Parque, pero el recuerdo infantil de aquello es mucho mejor que la experiencia actual, imagino que no tan lejos de la de antes, así que tampoco me prodigo por allí. Debo sonar al Grinch de Málaga.
¿Málaga o Vigo? ¿Qué opina sobre esa competición navideña?
Que si pierde Málaga, ganarán los malagueños. Y que son competiciones partidistas y personalistas que verdaderamente no incumben a la ciudadanía, aunque esta sea un agente esencial en el juego. Esto me recuerda a la escena de Amanece que no es poco en la que todo el pueblo se lanza a la calle a recibir y vitorear al alcalde y su nueva pareja. Pues igual pero con el dúo Paco de la Torre, munícipe por antonomasia, y sus luces.
¿Una tradición familiar que nunca faltará en cada Navidad?
Que mi abuela se haga un solo con la botella de anís y la cuchara. Es flipante la velocidad que coge y cómo no suelta la botella en toda la noche según avanza el repertorio de villancicos.
La Lotería de Navidad… ¿Es de echarla por si toca algo o es de los que opina que es ‘el impuesto de los tontos’?
No he comprado en mi vida y no creo que compre porque soy una persona perezosa de cara a este tipo de cosas, pero sí que empatizo con la tradición. Además del deseo de enriquecerse propiciado por las circunstancias económicas de cualquier familia normal, me llama la atención cómo se vive un momento que revive la ilusión infantil. Esperar ese pico de pasta es el Papá Noel de los adultos y en esta época nos permitimos creer en cierta magia o suerte otra vez. La ilusión ya no es un juguete, pero sí la idea de prejubilarte o terminar de pagar una letra.
Nochevieja, Nochebuena o Reyes. ¿Qué prefiere?
¡Nochebuena absolutamente! Para empezar que, a diferencia de las demás fiestas, a esta llegas de una sola pieza y, luego, que tienes mucho por delante aún. Hay un filo nostálgico en la Nochevieja, en ese terminar y volver a empezar, que siempre me ha atravesado desde niño. Y que a estas alturas, para mí, vuelvo a sentir cómo se acerca de nuevo el ciclo de odiar los lunes, desear que el tiempo pase rápido hasta el viernes… Que los días vuelvan a estar ordenados en el calendario y la semana es un auténtico rollo.
¿Es de los que se atraganta con las uvas? Háblenos sobre su Nochevieja… ¿Macrofiesta de etiqueta, fiesta con los amigos o quedada familiar?
Pues por lo general nunca he sido mucho de cotillones ni nada por el estilo. Además, que tengo una familia muy pequeña pero a la que nos sobra ganas de fiesta a todos, así que por lo general me gusta quedarme con ellos y celebrar hasta las tantas. Algunos años en los que ha decaído la cosa —el personal cumple años— he bajado al centro un rato a mi bar de confianza y poco más (eso sí, de punta en blanco).
¿Cuál es el plato que nunca faltará en su durante los días navideños?
Caña de lomo, manjar absolutamente infravalorado.
¿Y ese villancico que es imperdonable pasar de largo?
¿Pero qué pregunta es esta? ¡Pues claramente El tamborilero de Raphael!
¿Era de ir a ver la Cabalgata de Reyes? ¿Por qué zona solía verla? Si tiene alguna anécdota de recuerdo en ella cuéntenosla.
Mis padres siempre me llevaron al centro, recuerdo una en especial en la que recibí un caramelazo en toda la frente que hizo que un chichón morado ocupara a modo de tercer ojo mi cara. Muy profético. Algunos años fuimos a la de Torremolinos, por evitar el jaleo del centro, anto tráfico, etc.
¿Cuál fue el mejor regalo de Reyes de su infancia? ¿Por qué?
Te podría decir que, de muy de pequeño, los muñecos de Woody y Buzz Lightyear de Toy Story, ya que estaba absolutamente loco con la película. A poco de entrar en la preadolescencia, con 12 años o así, el box set con toda la discografía de Los Beatles, que me cambió la vida por completo.
¿Y ese que los Reyes se dejaron por el camino y nunca llegó?
Algo gigantesco de Playmobil, por lo visto, no recuerdo el qué exactamente, pero era algo enorme. Y tan caro como difícil de encontrar, así que posiblemente lo primero condicionara lo segundo, jajaja.
De niño… ¿Los Reyes le traían carbón o chucherías? ¿Era usted buen estudiante y un niño/niña responsable?
Chuches a tope. La verdad es que fui ese tipo de alumno cliché que se quedaba en el 7 siempre sin destacar demasiado en lo académico, además, suspendía mates y ciencias con una holgura que daba gusto. Por lo demás, siempre fui buen chaval, tranquilito.