Se llama Carmen Navas y, aunque su vida "no ha cambiado mucho de momento", y se considera una chica normal de Málaga capital, forma parte de una de las nuevas producciones del gigante Netflix de la que más se habla en los últimos días: Feria: La luz más oscura.
Esta serie, creada por Carlos Montero (Élite) y Agustín Martínez (La caza. Monteperdido), se ha rodado entre Andalucía y Cataluña y cuenta la historia de dos hermanas, Eva y Sofía, que se enfrentan a un horrible crimen que cometen sus padres, quienes antes de desaparecer, dejan más de veinte víctimas mortales. Las jóvenes deben luchar en un panorama nada agradable de un pueblo (Feria), que las odia. Allí descubren que hay una secta y seres fantásticos que no dejan indiferente a nadie.
Por su parte, Carmen Navas interpreta a una chica perteneciente a una de las familias del pueblo. Una chica muy introvertida, en segundo plano, pero fiel a sí misma. "En eso creo que Carmen y Mar se parecen mucho, en la fidelidad y la confianza. Pero en lo de la timidez, no tanto. A ella no le gusta llamar nada la atención", declara Navas a este periódico.
Es la primera vez que actúa delante de una cámara. Alumna de ESAEM hasta el año pasado, lo que más ha tocado ha sido teatro, especialmente el musical. "Lo más difícil del rodaje creo que ha sido interiorizar la parte técnica, que varía mucho al teatro. Tenía que ponerme en un sitio en concreto para que la luz que habían preparado desde iluminación fuera de esa forma. Este rodaje me ha ayudado a valorar el gran trabajo que hacen los técnicos", dice.
No recuerda en qué momento decidió que quería ser actriz. Se recuerda pequeña, más aún, viendo en casa Disney Channel. "Yo disfrutaba las series, como cualquiera, pero me daba cuenta de que yo quería vivir lo que vivían ellos", explica. Así, empezó en el Conservatorio Gonzalo Martín Tenllado, donde estudió diez años.
"Yo tenía clarísimo que quería dedicarme a la interpretación, pero como me gustaba mucho la música estudié mis años en el Conservatorio, por aquello que me decían de que como actriz no hay estabilidad", apunta. Por ello, su estancia en uno de los campamentos de ESAEM (Escuela Superior de Artes Escénicas de Málaga), en 2016, le hizo darse cuenta de que era "ahora o nunca".
"Si no tiraba por el mundo de la Interpretación me iba a arrepentir durante toda mi vida, así que entré en 2017 a la escuela e hice el doble grado de Arte Dramático y Artes Escénicas", narra.
Es la primera vez que realizaba un casting de estas características, en el ámbito audiovisual. No le pareció especialmente duro y daba por hecho que como solo tuvo que superar una prueba no la iban a coger. "Pero al final me llamaron al cabo de un tiempo y no podía creérmelo. Era un sueño cumplido", recuerda con emoción.
Pese a su juventud, tiene los pies en el suelo y reconoce que el mundo de la Interpretación es muy complicado. "Un día estás arriba y otro en lo más profundo. Nunca se sabe qué va a ser de ti", añade cuando se le pregunta al respecto. Así, asegura que uno de los mayores problemas del actor es la gestión de las críticas, de las que intenta mantenerse al margen.
"He recibido muchos mensajes bonitos y positivos sobre mi personaje. Gente a la que le ha gustado la serie. Pero también me han mandado críticas de las que intento siempre aprender. Aunque es cierto que, a veces, cuando llegas nueva a este mundillo es muy difícil gestionar este tema a nivel emocional", cuenta.
Orgullosa de haber coincidido en el proyecto con malagueños como Carlos Scholz (Toy Boy), Salva Reina (30 monedas), Juanma Lara (El Olivo) o Jesús Ortiz (La Isla Mínima), reconoce que ha disfrutado tanto de la experiencia que ya está inmersa en la búsqueda de nuevos proyectos. "Algo hay, pero aún no puedo contar mucho", zanja.