Málaga

Lorca y Joaquín Amigo mantuvieron una estrecha relación desde la adolescencia. A los dos los mataron al comienzo de la guerra y nunca recuperaron sus cuerpos. El escritor fue asesinado a manos del bando nacional. El profesor de Filosofía en un instituto de Málaga acabó siendo arrojado al Tajo de Ronda por los republicanos. El poeta y flamencólogo Félix Grande siempre lamentó profundamente su asesinato y posterior olvido.

La escritora Ana Merino (Madrid, 1971) ha rescatado ahora la figura de Amigo en su segunda y esperada novela tras publicar El mapa de los afectos y ser reconocida con el Premio Nadal en 2020. La pandemia quiso unir el destino de la poeta al de los dos granadinos: la profesora universitaria en Estados Unidos conoció a la nieta de Amigo en una clase virtual de yoga durante la pandemia. 

María Bastos le dejó entonces ojear el valiosísimo archivo durante meses con total libertad. Allí descubrió, lectura a lectura, la estrecha amistad entre Joaquín y Federico, así como la relación del poeta Luis Rosales con ellos (quien acabaría devastado tras la muerte de ambos). Y también tres cartas inéditas del autor de Yerma, una postal de Lorca y Dalí, revistas originales, cartas y poemas manuscritos de Rosales.

Otra foto de la escritora, poeta y profesora universitaria. Destino

Amigo (Destino, 2022) cuenta la historia de ese feliz descubrimiento en boca de Inés Sánchez Cruz, una poeta mexicana afincada como profesora de Escritura Creativa en Estados Unidos y gran amante de la literatura española. La protagonista regresa a la Residencia de Estudiantes de Madrid para impartir un taller de poesía, y por casualidad, se encuentra con el archivo familiar de Amigo. 

La segunda novela de Merino recrea aquellos felices años 20, tan fecundos para la literatura española, mientras se desarrolla este alegato en favor de la memoria, el amor, la empatía y el perdón. La autora estará charlando de su obra el 17 de marzo en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC), invitada por la Fundación Rafael Pérez Estrada. Antes de su visita habla con EL ESPAÑOL de Málaga.

La pandemia obró el milagro: conoció a la nieta de Joaquín Amigo en una clase virtual de yoga y le dejó consultar el valioso archivo con total libertad. ¿Cómo surgió llevar esto al terreno de la novela?

Tengo la residencia en Iowa porque soy profesora allí. La pandemia me pilló en Madrid, en plena gira de mi libro El mapa de los afectos, y decidí quedarme tras el cierre de mi universidad. Una amiga común de la carrera, reciclada en profesora de yoga, decidió reunirnos a varias amigas para enseñarnos a respirar. Una de ellas era María Bastos, la nieta de Joaquín Amigo. A raíz de esa coyuntura descubro que custodia los papeles de su abuelo. Sus padres mueren en un tráfico accidente de coche y a ella le ha llegado todo de golpe. Está desbordada. En junio me acerco a su casa y descubro que tiene un legado importantísimo. Me interesaba mucho que el lector descubriera a través de la protagonista cómo es sumergirse en un archivo familiar sin catalogar, en esa fase previa de ir descubriendo paso a paso. Eso es una preciosidad y algo tan luminoso que se convierte en literatura. La literatura tiene la habilidad de absorber instantes que son comunes y universales. Yo estaba metida en una novela de campus ambientada en Estados Unidos, y trabajando con el personaje de Inés y la idea de la nostalgia, la amistad y la memoria. 

En una entrevista dijo que "la bondad era una materia fabulosa para escribir". ¿La gratitud también, no? De no ser porque la pusieron en la pista de estas cartas inéditas su novela hubiera tomado otro camino…

Exacto. Hay algo muy mágico en el azar y la serendipia, esa que te lleva a rincones de luz. Esta novela recoge la peripecia vital de un personaje muy introspectivo: la poeta mexicana Inés Sánchez Cruz. Me interesa mucho las miradas de fuera porque ayudan mucho a entendernos a nosotros mismos. Luego está recuperada la esencia de la época vitalista de los dos amigos Lorca y Joaquín. También plasmo la relación del poeta Luis Rosales con ellos. 

A Joaquín y a Federico los mataron al comienzo de la guerra civil. El primero fue asesinado por los republicanos y el segundo a manos del bando nacional. ¿Qué cree que debe pasar para que estemos en paz en este país?

Deberíamos tratar de reconstruir lo máximo posible para que estén todas las miradas. Esta era una amistad real en un mundo real por encima de la construcción política de las cosas. Es lo que hay que tratar de entender: el tiempo vivido y no politizar, sino recuperar lo bueno de todos nosotros. Eso me parece súper importante porque todas las demás lecturas son a posteriori, pero lo que trasmite Joaquín y Federico es amistad pura y verdadera. Ellos han sido borrados del mapa por el dolor y el daño de una guerra. Debemos defender la memoria conjunta. No soporto que politicen la historia porque nos pertenece a todos. Todos somos parte de la fuerza que transmiten las personas que dieron sentido a España en los años 20 como Amigo y Lorca.

"Pero en esta historia no había dos bandos tan precisos, ni Joaquín ni Federico se merecían estar perdidos en fosas comunes. Eran grandes amigos y creían en un mismo proyecto: la humanidad era la clave, la amistad, el entendimiento". Qué mensaje tan apropiado en un momento de guerra…

Sí. ¿En qué momento deciden bombardear un país o matar a estas personas, miembros de la comunidad y gente que aporta muchísimas cosas? Uno era un grandísimo escritor (Lorca) y el otro un profesor de Filosofía en un instituto de Ronda (Amigo). Ellos eran el bien. Las personas a las que están asesinando en Ucrania son el bien. La gente que está manifestándose en Rusia y la están encerrando también es el bien. Están destruyendo vidas y un país. La bondad es algo que nos pertenece a todos. Está en todos y hay que reivindicarla porque es lo que va a hacer que se termine la guerra y la invasión, que la gente salga adelante y que haya una reconciliación. Esta es una novela que apela a la bondad, la fraternidad y la amistad. 

Es imposible no pensar en lo ocurrido estos días en el país ucraniano. ¿A qué puede ayudar la literatura en un momento de crisis absoluta como esta?

La literatura nos ayuda a pensar y a imaginar soluciones. Es una fuente de imaginación y de empatía fundamental porque si no, no seríamos seres humanos. Las hormigas construyen increíbles estructuras de túneles. Vemos que hay animales que tienen en su ADN capacidad de hacer cosas increíbles. Nosotros tenemos la capacidad de imaginar un futuro mejor, de ayudarnos, de entendernos, de querernos y de perdonarnos. Soy una gran optimista. Cada vez hemos encontrado mejores soluciones médicas, tecnológicas y educativas con el paso del tiempo. Hemos avanzado como sociedad, pero es cierto que sufrimos golpes durísimos y retrocedemos. Es la fuerza de la bondad lo que hace que en los peores momentos veamos luz y tiremos hacia delante. Eso está en el ser humano y en nosotros. 

Siento muy apropiada su segunda novela en un momento donde todos los políticos se apropian del significado de España.

La España de la literatura es la España de todos. El creador tiene la capacidad de universalizar lo que la política separa y corta. La literatura es el antídoto contra el conflicto, la fragmentación y la polarización. En la literatura caben todos. Ahí todos dialogan. Por eso permanece El Quijote y no el discurso de un político. Cuando echamos la vista atrás vamos a encontrar los mitos y las grandes obras. Nos dan las claves del comportamiento humano. Pero quedará nunca el discurso político. Sí quizá la frase de un político muy bonita. 

Hay una carta donde Lorca se lanza a definir el amor. ¿Qué es para usted?

Estoy apelando siempre a esa pulsión luminosa del amor con todos sus matices. Me refiero a todos los tipos de amor: el amor fraternal, el amor enamorado, el amor familiar, el de la vecindad, el de tratar de entender al otro desde la diferencia. El ser tolerante es una forma de amor. El ser capaz de buscar puntos en común es una forma de amor. El buscar el bien común es una forma de amor. Y eso es muy literario. En esta novela recupero a la viuda de Joaquín Amigo, Rosario. Es la voz de la que se queda solo con el trauma. Ella le deja un mensaje claro a su nieta: "No heredes el rencor". Es un mensaje de amor importantísimo.

En la novela habla de las mujeres olvidadas del 27, recientemente rescatadas a través de la serie documental Las Sinsombrero y numerosas antologías. ¿Siente que las escritoras en general ya tienen su sitio?

El sitio lo vamos construyendo entre todos. Hay que ir sumando siempre. Cuanto más se haga, se investigue y se trabaje, mejor. Raquel Lanseros y yo elaboramos en 2016 una antología de poetas en español del siglo XX. Queríamos sumar conocimientos y voces femeninas. Debemos seguir recomponiendo todas las piezas, igual que había que recomponer la pieza de Joaquín Amigo. Los creadores y los intelectuales tenemos la responsabilidad de ir sumando lo que nos falta. 

También reflexiona sobre qué era la fama en aquella época: celebraciones con diferentes grupos literarios, el cariño del público en el teatro. ¿Qué opina sobre esta sociedad dominada por el número de seguidores y las redes?

Una cosa es la fama y otro el poso del saber. La fama es instantánea y efervescente, sobre todo el ámbito juvenil. Deberíamos conseguir que los jóvenes lean y que no dependan sólo de las imágenes instantáneas de las redes sociales. La dependencia del móvil hace que no se te desarrolle la parte frontal del cerebro. Hay estudios que lo afirman. Está muy bien como herramienta de comunicación, pero que no sea ese sólo el único espacio de conocimiento. Este se adquiere en otros lugares: a través de la socialización, el afecto hacia los demás, los encuentros, el leer de forma reposada. Ahora la moda es lo viral. Fíjate qué palabra... De nuevo nos cortan la comunicación y quedan los libros en las bibliotecas. 

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