Susana Lupiañez 'La Lupi': "El bailaor cobraba más que todas nosotras en los 80; ahora nos pagan lo mismo"
La bailaora mantendrá este martes un encuentro en el centro cultural la Malagueta donde hablará de su vida y su fecunda carrera.
27 junio, 2022 05:00Noticias relacionadas
Susana Lupiañez (Málaga, 1971), más conocida como la Lupi, organizaba funciones de baile para sus padres todas las noches cuando era una niña. La artista nació con ese duende, ese pellizco flamenco. Apenas creció un palmo, la coreógrafa se apuntó a un conservatorio donde aprendió la disciplina y el amor hacia la danza gracias a gente como María Eugenia Martínez.
Un giro del destino quiso que la malagueña conociera a Carrete, su maestro en materia de arte jondo. Luego, como a todo artista con potencial, le tocó irse a Madrid, donde debutó con la compañía de Ángeles Arranz, exbailarina del Ballet Nacional, y del guitarrista granadino Juan Maya Marote. Y desde entonces sigue en el candelero -y con una compañía de baile propia-.
La artista mantendrá este martes a las 19:00 un encuentro en el centro cultural la Malagueta donde hablará de su vida y su fecunda carrera. Lo hará acompañada de la pedagoga, pianista y bailaora Beatriz del Pozo. La charla será una oportunidad única en la que conocer de cerca a esta grandísima artista para conversar y compartir sus vivencias. Antes descuelga el teléfono tras una gira por Estados Unidos para hablar con EL ESPAÑOL de Málaga.
¿Cómo ha pasado estos más de dos años de pandemia?
Los primeros meses lo pasamos con miedo y con terror. Nos preguntábamos cuándo iba a acabar esto. Todo el mundo hablaba de que iban a pasar alrededor de tres años hasta llegar a una normalidad en el trabajo. A partir del primer año ya hacíamos cursos. Luego empezamos a salir por Europa. Hace dos días volvíamos de Chicago.
En plena pandemia nació la asociación de artistas profesionales del flamenco Unión Flamenca. ¿Es una buena noticia que todos os hayáis unido?
Es muy complicado porque hay muchas cosas por hacer. Nadie se ha arremangado la camisa de verdad. La asociación se puso en marcha para ayudar a todo el gremio. Es muy complicado. Se van dando pasitos.
¿Qué ha aprendido de este tiempo tan raro y extraño?
He aprendido a descansar (ríe). No sabía. Nos ha pasado a la mayoría de personas con trabajos creativos donde nos mueve la vocación. No sabes descansar. Siempre está funcionando la cabeza o el cuerpo. O las dos cosas a la vez. La pandemia me ha hecho ver que hay que descansar un poquito, retomar fuerzas para seguir y buscar la tranquilidad. Ya hemos empezado a girar, y una vuelve a la misma dinámica.
Charlará con Beatriz del Pozo el martes en el centro cultural la Malagueta. Es una oportunidad para conocerla de cerca. ¿Cómo es cuando no está encima de un escenario?
Soy una mujer muy normal. Soy una persona muy extrovertida pero tengo muchos momentos de introspección. Me lo paso bien conmigo misma porque hay un mundo interior grande. Cada vez me estoy más tranquila con la edad. Me encanta dar paseos con mi perro por donde puedo y hablar con todo el mundo en el paseo marítimo. Por mucho que pueda sorprender hay bastantes momentos de soledad. Me gusta mucho la soledad.
El encuentro lleva por título El baile por amor. ¿Sintió la danza como un auténtico flechazo?
Creo que nací junto a ella. No llegué a entablar una conversación previa para conocernos y luego enamorarle. El baile vino conmigo al mundo. Es algo que surgió muy natural en mí desde pequeña. Hacía funciones todas las noches para mis padres desde pequeña. Si escuchaba el cante movía mi cuerpo. Era algo innato. Veníamos juntos los dos. Después te das cuenta de que hay que trabajar mucho y muy duro. Cuando eres pequeñita te dejas llevar. El sentimiento debe ir acompañado del conocimiento. Luego empiezas a conocer y ves lo complicado que es. Hay momentos de amor odio, de desesperación, de felicidad. Pasas por muchas etapas.
Usted ya tiene una carrera asentada. ¿Qué ha hecho hasta llegar aquí?
He llegado a pegar carteles de mis conciertos a las cuatro de la mañana con mi familia. He sido una trabajadora toda mi vida. Después de la pandemia mucho más.
Sus escuelas han sido los tablaos. Muchos han cerrado por la pandemia como Casa Patas. ¿Le apena esta situación?
Me da mucha pena especialmente el caso de Casa Patas. Es un templo de flamenco, un lugar de culto para los flamencos. La primera vez que pisé Casa Patas estaba muy nerviosa. Lo bueno es que se siguen abriendo tablaos. En Madrid, Málaga y Granada sigue habiendo muchísimos.
¿Si desaparecen los tablaos desaparece el flamenco?
Sí. El flamenco escénico hecho en un teatro es una parte fundamental. Y otra también fundamental son los tablaos.
¿Goza de buena salud el flamenco malagueño?
El flamenco goza de muy buena salud. Hay un nivelazo maravilloso. Veo a niñas de 11 años con un nivel excepcional, y artistas de todas las edades. Yo estoy súper feliz porque hay buena salud en toque, cante y danza.
No para de dar clases magistrales por toda España este verano. ¿Cómo se aprende a bailar flamenco?
El flamenco se aprende mucho más rápido y de mayor calidad si lo haces a partir de la afición. Alguien que está empezando debe aficionarse al cante, al toque y al baile. Te tiene que volver loca. Tienes que tener la necesidad de escuchar flamenco y vayas comprendiendo a través del compás, de los quiebros del cante, de su forma musical. Si entablas esa relación con el flamenco empiezas a aprender de verdad. Es el acercamiento más puro.
Siempre se ha dicho que el flamenco es un mundo muy machista. ¿Alguna vez se ha sentido discriminada por ser mujer en este ámbito?
He tenido muchísima suerte a lo largo de mi carrera, pero ha habido mujeres a mi alrededor que lo han sufrido. Me acuerdo nada más de anécdotas cuando tenía 12 o 13 añitos e iba por las garitas de la Costa del Sol. El bailaor cobraba más que todas nosotras. Había pocos y la jefa de la compañía o el cuadro flamenco lo mimaba más. Yo llevo un matriarcado. Soy la directora de mi compañía. No me puedo quejar. Ahora nos pagan a todos lo mismo. Te hablo de los años 80. Eso ni se ve. Me acuerdo que pedía un día libre y no te lo daban, y al bailaor le daban todos los que quería. No he sentido nunca discriminación en ninguno de los sentidos.
¿Están trabajando en algún nuevo espectáculo? ¿La pandemia le inspiró?
A mí me hizo recapacitar y me hizo valorar lo que tenía y no valoraba. Por eso creé Epicus donde reúno mis bailes más memorables. Cada baile me había cambiado una forma de sentir dentro y fuera del escenario. Voy a disfrutar de lo que no sabía disfrutar últimamente. En cuanto a creación, me he dado un año sabático. Me surgen ideas y las apunto. Escribo mucho. Necesita darme ese respiro. Hay gente que lo hace y le surge de forma natural. Tenía muchos compromisos. Hemos empezado el año muy bien. He estado de gira por Estados Unidos, he estado coreografiando de