Tom Cary entró a formar parte de la historia de la música malagueña como una de las bandas alternativas más internacionales de principios de los 2000 en España. El grupo formado por Pablo Garrido, Fran Verdugo y Javier Muñoz ganó numerosos premios, hizo dos giras por América, grabó con importantes productores como Steve Albini en Chicago y actuó varias veces en el prestigioso festival South by Southwest.
Garrido y Muñoz volvieron a hacer música hace cuatro años en formato de dúo. El nombre escogido fue Mágicos Cabrones del Ruido. La pareja desde entonces no ha parado de publicar. Su nuevo disco, el tercero en menos de un lustro, habla de cuestiones de plena actualidad como el feminismo y la sociedad del cansancio del filósofo Byung-Chul Han mientras suena un funk vigoroso y preciosista.
Desde reminiscencias al mismísimo Tino Casal como a Prince en temas como Depredador, la voz de Garrido suena en Gran reset deluxe como un auténtico latigazo funk. Su primer single, Apocalípticos o integrados (un guiño al famoso texto de Umberto Eco), es fruto de la última colaboración del dúo malagueño con Martin Glover Youth (fundador de Killing Joke y encargado de mezclar sus dos primeros trabajos Música negra y Tocan ritmos de la pasada moda).
Una visión fotográfica del mundo a ritmo sonidos industriales, neo soul y punk funk. "Es el primer disco en el que nos autoproducimos. El sonido es de calidad", celebran durante una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga donde desvelan sus fechas de conciertos cerradas: 18 de agosto en la Cochera en la Herradura, el 20 en el festival Carihuela Rock en Píñar, el 22 de octubre en Granada. Sin olvidar una posible participación en uno de los pesos pesados de los festivales andaluces.
Publicaron un segundo trabajo a las puertas de confinamiento y grabaron otro nuevo en plena pandemia. ¿Cómo fue aquello?
Pablo Garrido: Sacamos el segundo álbum el primer día que se decretó el confinamiento. No sabíamos si lo íbamos a lanzar. Lo gracioso es que este trabajo parece que anticipa lo que estaba por llegar. El videoclip de Paranoides tuvo 150.000 visitas en muy poco tiempo. En la profética letra hablábamos de "amos de casa encerrados perdiendo el control preguntando a sus mascotas que está bien y qué es peor; la mitad del mundo o más perdida en un pozo sin fin". En el videoclip, hecho en enero, aparecían imágenes apocalípticas: un tipo quemando el mundo, mascarillas. Luego en septiembre de 2020 actuamos en el Moraga Sound. Después paramos y nos planteamos grabar nuevas cosas en ese impasse. El cambio de paradigma nos obligaba a hacer algo de puertas para adentro, y que nos mantuviera vivos de alguna manera.
Javier Muñoz: Y centrados y activos. En un principio grabamos unas maquetas y trabajamos de una manera accidental.
¿Creen que el panorama aciago os animó a grabar algo más luminoso y bailongo a nivel musical?
J: El disco no creo que se haya contagiado de los aspectos negativos que ha hecho mella a nivel psicológico la pandemia. Lo veo bastante preciosista.
P: El título habla de un gran reset (punto de reinicio) personal. Tiene un espíritu más optimista con respecto a otros discos. Las letras son más esperanzadoras. Nos preguntamos qué disco haríamos si tuviéramos todo el tiempo del mundo y nuestra mente estuviera abierta a una paleta de sonidos diferentes. Sabíamos que luego no íbamos a llevar al directo un coro de flautas o de trompetas, pero nos permitimos ser muy libres.
¿Cuál fue vuestra banda sonora mientras estaban inmersos en la composición?
P: Los rastros seguían abiertos todos los domingos y estaban llenos de gente (ríe). Me iba a comprar vinilos a Torremolinos, Coín y Málaga capital. Adquirí muchos discos de música negra, sobre todo de funk y soul (menciona a Shirley Bassey, Sylvester). En el rastro de Torremolinos, por ejemplo, hay mucho remanente de discotecas de la época que cerraron.
J: Me ponía todos los discos del rastro (ríe).
Hay muchos sintetizadores. Vuestro tercer disco se da un aire a los 80.
P: Ese es el sonido de finales de los 70 y principios de los 80. Giorgio Moroder y el sencillo Love to love you baby de Donna Summer es el inicio de eso. Las primeras personas que utilizan los sintetizadores de esa manera tan funki son los cantantes de música disco y soul.
Vuestro espíritu reivindicativo se mantiene intacto.
P: Eso está desde el principio. En Tom Cary las letras tenían matices políticos, y hablábamos de la lucha del individuo contra el sistema. Hay ciertas polémicas hoy en día estériles. Ahora está todo el mundo debatiendo sobre si Rosalía utiliza o no músicos en sus conciertos. Se están equivocando en poner el foco ahí. La música es un medio de expresión. ¿Me estás hablando de que tienes una motomami o del típico discurso autorreferencial de la música urbana donde sólo cabe el yo? Es el típico discurso del rap de toda la vida y ahora del trap. Hay un mundo entero de cosas de las que hablar, sobre todo de las que nos atraviesan y nos interpelan a diario. Como ves tu posición en el mundo, las cosas que suceden a nivel político y social. Eso es más importante que fijarnos en si lleva o no músicos, si el trap es moderno o no, o si la música tiene más o menos acordes. ¿Me cuentas cosas que me pasan a mí y me preocupan? Ahí está el quid de la cuestión.
Ustedes se atreven a citar al filósofo surcoreano Byung-Chul Han en una cumbia...
J: Quedaba muy gracioso coger un estilo como la electrocumbia e inspirarnos en la sociedad del cansancio de la que hablaba Byung-Chul Han.
P: Es también en sí mismo un chiste sobre los grupos reivindicativos latinos. Nos hace mucha gracia las bandas con ese discurso político de izquierda clásico. ¿Cuántos años lleváis con esta milonga y el panorama cada vez va a peor?
J: Hay que tener un cierto punto de honestidad. Hay demasiadas bandas que se han subido al carro mesiánico de salvar el mundo. ¿Lo habéis salvado? ¿Quiénes sois para dar lecciones morales al ciudadano de a pie?
P: Eso es mucho más duro de lo que parece. El mundo no lo vamos a cambiar haciendo canciones. La pelea es titánica.
También el feminismo aparece en vuestros temas. Ellas sangran así es un ejemplo.
P: Está inspirada en una canción de Alice Cooper dedicada a su madre. En ella habla de la típica pareja de los años 70 formada por una mujer que lleva para adelante la casa y por un marido borracho. Yo hablo del feminismo moderno actual y del papel victimista de la mujer. Veo en el discurso feminista algo de victimismo. Hay que situarse en una posición como persona, individuo o mujer en la que se actúa. Por ejemplo, te van a reducir el sueldo porque te has dado de baja por maternidad. Pues a demandar y joder a la empresa. Se trata de una lucha del individuo contra el sistema.
J: Al final se trata del núcleo que ocupas dentro de las relaciones de poder que están preestablecidas antes de que tú nazcas. Naces en ese contexto y te vas a tener que enfrentar con muchas personas por razones diferentes: género, raza, clase social.
P: Reflexiono sobre ese tema transversal y que nos atraviesa a todos porque tengo una hija, y ella me preocupa. También se trata de una metáfora del sufrimiento que vive la mujer por nacer mujer. Hablamos de una experiencia intransferible.
También reflexionan sobre la masculinidad en Romeo debe morir o en otro tema donde cantan "un depredador no puede cambiar".
P: Tienen cierta conexión. Hablo del hombre clásico, el conocido como boomer, que se resiste a cambiar y que su impulso es ese del macho que pelea. Hay una voz interior que te grita y te dice: "No quiero cambiar".
J: El otro día veía una entrevista de Simone de Beauvoir a Jean-Paul Sartre donde hablaban sobre su relación de pareja. Sartre le decía que entendía su posicionamiento, pero pensaba que el hombre también debería poder aportar algo al movimiento feminista. Y ella le decía: "Incluso tú, que eres una persona a favor de la emancipación de la mujer, hay una cosa que no vas a llegar a entender nunca: la experiencia vital de la mujer". Quizá al contrario también pasa.
Claro, pero nosotras siempre estamos en una posición de poder inferior por nuestra condición de mujeres. Vosotros no.
P: Ya. Nosotros también hemos tenido que luchar contra depredadores. Cuando en el colegio nos humillaban. No es una lucha igual.
J: La mentalidad moderna apunta en una dirección a la que el homínido no ha llegado. Nosotros, como monos, seguimos teniendo ciertas condiciones naturales que nos hacen muy difícil adaptarnos al ideal al que aspiramos como sociedad. Estamos en una perpetua lucha de intentar negar ciertos aspectos oscuros de nuestros ser a los que tenemos que enfrentarnos con otra actitud, no puede ser negándolo.
P: La figura del hombre entendida como ligón y truhan empieza a no tener sitio. De eso hablo en Romeo debe morir. Cuando te implicas sentimentalmente con otra persona que amas te transforma. Las parejas te transforman. Ese papel de hombre que cosifica a la mujer y se liga a una cada noche empieza no hace ya tanta gracia.
¿De qué manera os ha influido esta ciudad en vuestra música? Percibo cierta decadencia.
P: Esto es un paraíso decadente en cierto modo y también un sitio donde se vive de puta madre. Los funcionarios, al igual que los nuevos trabajadores de la industria tecnológica, se dan de hostias para tener plaza aquí. Los políticos malagueños siempre quieren montar muchas cosas. "Vamos a montar el Parque Tecnológico y esto va a ser Silicon Valley". Pero al final siempre tiramos del modelo de sol y playa. Eso conlleva a un sentimiento de decadencia. Esta ciudad siempre se deja guiar por las nuevas modas económicas. Se pone de moda los festivales y Málaga se lanza a la burbuja montando tropecientos. El mismo año cuatro festivales. En Málaga no hay límites ni control.
J: Solamente dejará ese modelo cuando ese sol sea tan abrasador que no se pueda vivir del turismo.
Cuidado, que os pueden llover hostias por criticar a quienes quieren que prospere esta ciudad...
P: Cualquiera con un discurso más crítico en la música es un aguafiestas. Igual que en el día a día o en el seno de la sociedad. Málaga va hacia algo desastroso, y habrá mucha gente que diga todo lo contrario porque encima se benefician de eso.
J: He tenido peleas de ese tipo con gente mayor. Me reprochaban que critique a todo aquel que intenta hacer que la ciudad prospere. No me parece suficiente provocar movimiento económico en la ciudad. La prostitución también genera mucho dinero y no por ello vamos a poder burdeles en todos lados. Sabemos que hay modelos económicos buenos de cara al futuro y que generan ambiente sano en la ciudad, y otros que no. Desde luego que el turismo de borrachera, despedidas de soltero y pisos turísticos abarrotados no hacen bien a esta ciudad a largo plazo. Siempre he echado en falta que nuestra ciudad tuviera otro tipo de industria.
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