"Lo de allí dentro no es normal. / Noto una presencia sobrenatural / como algo más se mueva me pienso largar, no aguanto más / [...] En el Cortijo Jurado / hay ruidos extraños por todos lados". El viejo caserón construido a mediados del siglo XIX, ahora mole abandonada en plena autovía de Guadalhorce, ha inspirado numerosas leyendas de terror además de canciones y programas de Iker Jiménez. Algunos reporteros y curiosos aseguran haber vivido experiencias paranormales en su interior.
Netflix acaba de estrenar Imborrable de Jorge Rivera, la crónica de un corto maldito filmado en el Cortijo Jurado a principios de los 2000. El documental relata los numerosos imprevistos al rodar la primera película del malagueño allí: desde la desaparición de su protagonista tras sufrir un accidente al borrado de su montaje cinco veces o el incendio en una de las localizaciones. Un golpe definitivo nunca se estrenó ni vio la luz, y algunos a día de hoy la consideran maldita.
El director se trasladó a Dinamarca en 2004 y se olvidó del proyecto inacabado. Tiempo después, Iker Jiménez le dedicó un programa en Milenio 3 a la supuesta casa encantada. "Alguien habló de mi corto y se hizo viral. No tenía ni idea porque estaba fuera. Me llamó un amigo y me contó que había leído artículos en internet sobre mi película donde aseguran que había grabado con una ouija y de que veía cosas volando. Al buscar en blogs me encontré cada cosa", recuerda.
Rivera decidió entonces hacer un documental contando su propia historia y la del equipo de rodaje. El productor Kike Mesa le propuso un proyecto ambicioso donde se enfrentara "a los que creen en estas cosas y a los que no, y ya que cada uno sacara sus propias conclusiones", resume. La plataforma incluyó Imborrable en su catálogo el pasado fin de semana y ha llegado a ser uno de los títulos más vistos.
El público escuchará justo al principio del documental la voz en off de Rivera resumiendo lo sucedido: "Nunca llegué a terminarlo y aún me siguen preguntando. Para muchos, que grabáramos en el Cortijo Jurado pudo desatar una maldición sobre la película y el equipo. Además de una mala suerte que desafía la estadística, aún no he podido dar explicaciones a accidentes como el borrado del corto cinco veces".
Rivera pensó en adaptar El terrible anciano, un cuento de H. P. Lovecraft, en el corto Un golpe definitivo. Para ello contó con el guionista Adelardo Méndez Moya y Kike Mesa, el productor que por aquel se las apañaba como director de fotografía. El actor Rafael Castillo recuerda un proceso "con mucho esfuerzo". "Era una época en la que para sobrevivir como intérprete tenías que hacer mil cosas", se sincera.
Aquella filmación fue bastante "divertida" e "intuitiva". El Cortijo Jurado jugaba un papel fundamental, pues la mayor parte de la película se ambientaba en ese palacete que "parece la casa de Psicosis, encima de una colina, con muchos leyendas urbanas alrededor como misas negras en la capilla y rituales satánicos" celebrados allí un siglo atrás.
El productor del corto, Paulino Cuevas, recuerda el "ambiente sórdido de la casa". "El cortijo estaba completamente abandonado. Me dieron la llave del candado que abría unas rejas. Nunca vimos nada", asegura. El primer día del rodaje uno de los niños enfermó y fue ingresado en el hospital cuatro meses. Además, se iba la luz de vez en cuando y había muchísimas ratas.
Accidentes
La primera noche tras rodar en Cortijo Jurado ocurrió la primera desgracia: el protagonista, Hans Meyer, se cayó en casa y se rompió una pierna. Lone Pedersen, script del corto, recuerda el accidente de Hans y el incendio en una de las localizaciones. "Siempre eran cosas que podían pasar por normales", admite.
"Ardió entera la frutería donde filmamos. Hans se cayó y yo era de su misma altura. Hicimos unas tomas donde se veía mi hombro. Es una frutería típica de barrio súper bonita con todos los precios en pesetas y las paredes blancas. Cuando Hans salió del hospital volvimos a grabar allí. Le pregunté a la dueña y me dijo que hubo fuego un mes antes. No sabemos si fue un fallo eléctrico", hace memoria su entonces director.
Otro de los actores, Ángel Baena, piensa mucho en una jornada prevista en el municipio de Colmenar. "Hacía un día esplendido con mucho sol. Llegamos, montamos y se nubló todo. Entonces llovió. Menudo frío hacía", explica en el documental. La mala suerte volvía a hacer acto de presencia (una vez más).
El director trató de armar la película cinco veces. "Utilizamos dos ordenadores diferentes. Lo intentamos cinco veces. Siempre pasaba algo con el montaje. Todo el material que habíamos grabado se había roto y no había manera de recuperar el metraje. Al terminar el quinto montaje se borró del pc. Paralelamente montaba para otra gente en el mismo ordenador y sólo se borró esto", recuerda.
Rivera sigue preguntándose cómo se pudo borrar la cinta cinco veces. "A mí me hizo gracia en su momento. Algunos en Málaga me decían que me estaba inventando todo esto para darme publicidad. Yo sólo quería acabar mi corto. No quería una película maldita. Pasaban cosas raras. Raras no entendidas como sobrenaturales, sino como cosas curiosas y azarosas", señala.
Entre ellas la desaparición del actor alemán Hans Meyer, el protagonista del corto. Sobre lo sucedido se contaron numerosas versiones (incluso lo relacionaron con la mafia rusa) y, claro, es fácil sugestionarse tras rodar en una casa encantada. El equipo del documental averiguó que falleció de muerte natural en su país natal hace tres años.
-¿Quizá todo fue producto del azar, la mala suerte y la inexperiencia?
-De la mala y la buena suerte. Sólo el tiempo te enseña si es buena o mala. Lo de Hans fue una casualidad. La película estaba terminada y llegamos a meterlo en créditos porque dos días antes de acabar el montaje una persona me aseguró que había muerto en 2019.
Una generación maldita
El cineasta también rinde homenaje en su documental a una valiente generación de directores malagueños de los 2000 sin medios pero con mucha imaginación y empuje. Manuel Bellido, periodista de Canal Sur especializado en cine, lo explica así en la cinta: "Por distintas razones esta generación tiene la etiqueta de maldita, y no es algo que se haya puesto caprichosamente. Películas que se han quedado a medio camino, actores y productores que nos han dejado prematuramente".
Bellido recuerda con cariño el entusiasmo de José Miguel López, Pablo Cantos y su mundo propio o Fernando García Rimada. Y también a gente que "por voluntad propia, teniendo talento para llegar lejos, decidieron un día aparcar la cámara como Gaby Beneroso y Kike Canalla". "Estamos ante una generación maldita", asegura.
Hacer cine entonces era muy distinto. "La presión y la necesidad superaban a la lógica y a la razón", señala Juan Antonio Vigar, actual director del Festival de cine de Málaga. Los interesados en rodar películas tenían una ilusión y pasión sin igual, pero no había medios ni técnicos ni industria.
"Se profesionaliza el audiovisual en Málaga. Abre Canal Sur y la carrera de comunicación audiovisual ya se puede estudiar en la Universidad. Hay un auge de directores en Málaga a principios de los 2000", cuenta Enrique García mientras se habla en Imborrable de "una maldición profesional". Rivera en ese momento acababa de terminar la carrera de dirección escénica en la Escuela Superior de Arte Dramático.
El documental está dedicado a Juan Domínguez, un maquillador "fabuloso y una mejor persona". "Si él y yo hablábamos de una idea mañana estábamos grabando. Era un tío entusiasta y súper loco. No había presupuesto ni medios. En aquel entonces el digital estaba saliendo. Grababas de noche y no se veía nada. Había mucha locura creativa. Me tiro a la calle, grabo y ya saldrá", recuerda Rivera.
Comprar cámaras un viernes y devolverla el lunes
En esa época no existían planes de rodaje ni nada parecido. "Llegábamos y rodábamos. También había otra gente muy profesional dando servicio a producciones extranjeras. La gente de mi entorno, de Comunicación Audiovisual, agarraban la cámara de la facultad y grababan. Mira lo que cuenta el periodista Francisco Griñán. Algunos compraban la cámara en el Corte Inglés un viernes y la devolvía el lunes", relata.
-¿Nunca ha pensado en volver a retomar el proyecto?
-Ahora tengo 20 años más que entonces. Lo haría ahora de otra forma. El tiempo de hacerlo ya pasó. No es que no lo haga por superstición, es que he cambiado como persona y hago otro tipo de cine.
-¿Ha vuelto a Cortijo Jurado?
-He pasado por allí. Ahora parece una barra de mortadela rosa súper fea. Cuando rodamos Imborrable nos ofrecieron el cortijo para grabar, pero perdió el encanto cinematográfico porque era ya una obra a medio construir.
-Es muy curioso cómo conecta la historia del Cortijo Jurado, su adaptación de Lovecraft y las leyendas urbanas en torno a la casa encantada...
-Una de las teorías que hay para la gente que cree en estas cosas es que cuando entras en un lugar encantado y haces cosas de terror despiertan ciertas energías. Esa es la base de los relatos de Lovecraft donde hay dioses o presencias que están durmiendo y los despierta la gente. Había una historia que contar ahí y era Imborrable.