125 años se cumplen este 2023 del nacimiento de Lorca en Granada. Su vida fue breve, por desgracia, pero la exprimió como si fuera una naranja en el zumo del desayuno, hasta la última gota. Fue poeta, músico y soñador. Recorrió el mundo y llevó el amor por la cultura y el teatro a todos los pueblos a bordo de su barraca hasta que aquel agosto de 1936, en plena Guerra Civil, su sangre corriera por el barranco de Viznar. Desde entonces, cientos de creyentes de la religión lorquiana tratan de homenajearle en agradecimiento por su obra.
El último, Carlos Saura, que tras llevar al cine Bodas de Sangre en los ochenta, ahora ha llevado la vida del poeta a las tablas con Lorca de Saura bajo el texto de Natalio Grueso. "Se agradece que haya alguien en la dirección teatral en España como él, que haga al actor arrastrar los muebles", expresaba con decisión el célebre actor malagueño Lucio Romero, mientras aplaudía desde la platea número 9 del Teatro Cervantes tras disfrutar del estreno oficial de la obra -solo habían hecho un ensayo general con público en Sevilla-.
Entre aquellos que los arrastraron, como mandan las leyes del teatro orgánico, unos brillantes y versátiles Alberto Amarilla y Saturna Barrio y la cantante India Martínez, que ha debutado como actriz encarnando a Lorca a través de su voz y su garra flamenca. Que Lorca fuera una mujer fue idea de Natalio Grueso. Aunque para Saura no fue ningún problema desde el minuto uno, fiel admirador de Martínez y su talento. Como declaró en la presentación, "las mujeres están de moda". Es la magia del teatro. Sobre las tablas la libertad de creación es interminable, mucho más que en el cine, donde ciertas atribuciones podrían resultar irreales.
Precisamente la imaginación de Carlos Saura ha conseguido resucitar y volver a matar a Lorca sobre las tablas del Cervantes con solo tres actores, un pianista y apenas una mesa, un par de sillas, un burro de ropa y una escalera. Ah, perdón, y cómo olvidarlo: dos grandes pantallas para completar la idea con otras de sus pasiones: el cine, se ven fragmentos de El Amor Brujo y Flamenco; la pintura, a través de sus dibujos, y la fotografía, llena el teatro con sus instantáneas, esas que hace con la cámara de la que nunca se separa.
Tras subir el telón se nos presentan Lorca y sus padres, a los que interpretan Amarilla y Barrio. Sin embargo, tras la marcha de Lorca a la residencia de estudiantes a Madrid, el espectador se lleva la sorpresa de que ambos actores representan a otros personajes que orbitan en torno al poeta granadino. Alberto Amarilla destaca especialmente en su actuación como Salvador Dalí a quien clava desde el punto de vista más cómico con el apoyo de Barrio. También se mete en la piel de Eduardo Ugarte, Luis Buñuel o el mismísimo Manuel de Falla.
Ellos tienen mucho más guion que la novel Martínez, que ha cumplido de sobresaliente. Ella y Lorca tienen mucho en común. Andalucía en la sangre y flamenco en el alma. La cordobesa ya recorría las peñas andaluzas cuando no levantaba casi un palmo del suelo cantando La hija de Juan Simón. Ha sido precisamente con este tema con el que Martínez ha conseguido hacerse con el público de Málaga, que no podía evitar las lágrimas. Tendida en el suelo, a oscuras, con un solo foco apuntándola, la interpretación de la cordobesa apuntaba al alma y erizaba la piel. Más flamenca la hemos visto interpretando Ojos verdes, con la que ha invitado al público a tocar las palmas como habitúa en sus conciertos, y arrolladora estuvo con Al alba, de Aute o Por una cabeza, de Gardel. Era tal la interpretación de la cordobesa y daba tanto gusto oírla que a la salida del teatro había quienes pedían un disco que reuniera todos estos temas.
Especialmente cómoda veíamos a Martínez en las partes en las que le tocaba cantar, no solo porque lleve toda la vida haciéndolo, sino porque la acompañaba al piano un magistral y divertido Antonio Bejarano, su fiel compañero de aventuras en cada gira. De hecho, en un momento, Martínez se tiende sobre el piano de Bejarano, algo a lo que ya está más que acostumbrado en cada uno de sus tours.
El conjunto completo es una obra muy trabajada que muestra a la perfección a Saura de una manera sencilla y humilde. En un fragmento, Barrio explica que "el día que se apague el último teatro sufriremos un apagón total que nos dejará en la más absoluta de las tinieblas". Pues algo similar ocurre con la imaginación de Saura. El día que Saura y su ingenio se nos apague, el mundo será un poco peor.