Andros Lozano es uno de los reporteros que mejor relata el narcotráfico del sur de España. En abril lanzó Costo, editado por Libros del KO, una obra en la que reúne buena parte de la historia reciente del movimiento de hachís en Andalucía. Desde la desembocadura del Guadalquivir hasta la costa de Málaga. Desde el Atlántico al Mediterráneo pasando por el Estrecho.
Los narcos parecen haber perdido la vergüenza que algún día pudieron sentir por traficar con hachís; andan en la costa y en el interior de Málaga y también se han visto alijos en las playas mediterráneas. Costo es un libro con el que Lozano muestra la realidad de zonas con altas tasas de paro en las que los jóvenes optan por cobrar 500 euros en una sola noche por vigilar las rutas de la droga. Dinero fácil que entre algunos ámbitos de la sociedad está absolutamente interiorizado, pueblos en los que el narco ha creado más empleo que cualquier otra actividad.
La Térmica ha acogido este jueves la presentación de Costo con una conversación entre los periodistas Andros Lozano y Juan Cano. El autor explica algunos detalles de su obra y ayuda a entender qué relación hay entre la provincia de Málaga y el negocio del narcotráfico de hachís.
Aunque no sea la ciudad protagonista, Costo empieza en Málaga.
Sí, porque en la introducción planteo una entrevista en Muelle Uno con uno de los mejores pilotos de lancha del Estrecho, para que el lector reciba un primer impacto de cómo funciona el negocio. Esa entrevista fue, creo, en 2017, y de él se dice que era el Lewis Hamilton de las narcolanchas. Didi había hecho más de 100 viajes cargado de mercancía y se jactaba de no haber tirado nunca nada al mar. Esa entrevista nos abrió mucho del mundo que la mayoría de la sociedad desconoce: cómo funcionan las mafias del hachís.
La puerta de entrada es el Guadalquivir, la provincia de Cádiz, pero, ¿en Málaga se mueve costo?
En Málaga se mueve muchísimo costo, claro. Principalmente, lo que hay, sobre todo en la Costa del Sol, es presencia de grupos de crimen organizado que tienen vínculos con el hachís o con la cocaína. Al final tienen que pasar por aquí porque tienen que mover la droga desde la puerta de entrada a sus países de origen. Es decir, aquí hay presencia de grupos criminales de toda Europa: Suecia, Irlanda, Inglaterra, Holanda, Alemania o Francia.
Principalmente, quienes actúan en Málaga o la Costa del Sol lo que intentan es controlar el territorio para luego poder distribuir la mercancía que llega a través de Estrecho.
No es algo que se vea claramente en la sociedad, ¿podemos hablar de que es un crimen de guante blanco?
Claro, porque tenemos que entender que el narcotraficante andaluz, el que es nacido aquí o el que es autóctono de aquí, lo que hace es ser intermediario entre los proveedores marroquíes y las bandas de crimen organizado que operan en toda Europa.
Esas bandas lo que tienen es presencia en los alrededores, en la Costa del Sol, en el Campo de Gibraltar, pero sólo para recibir su producto. Ya no entran en el juego del traslado de la mercancía por Estrecho, sino a la hora de distribuir la mercancía por los canales que ellos ya tienen establecidos.
¿Hay hoy en día puntos calientes en la provincia de Málaga?
En Costo cuento cómo la Policía Nacional desarticuló una organización que tenía un taller o una guardería en Monda. Allí se encontró un dron que tenía capacidad para cruzar el Estrecho con una capacidad de carga de 200 o 300 kilos de hachís.
Es decir, no solo hay guarderías en la Costa del Sol o en la provincia de Málaga, no solo están los grandes grupos de crimen organizado establecidos aquí, sino que, a su vez, tienen toda una infraestructura para traficar. El ejemplo perfecto era este, de cómo la modernidad llega al negocio y cómo se establece a solo unos pasos de nuestro día a día, de nuestra realidad.
En 2020 EL ESPAÑOL publicaba un reportaje sobre la detención de Mario Halley, que blanqueaba dinero de narcos internacionales desde una mansión en Marbella, ¿está el narco en la puerta de al lado?
Por supuesto, puedes estar comiendo en un restaurante de moda de la costa y a tu lado, no solo tener a un gran narco, sino tener a un sicario que acaba de taladrarle la mano a una persona. Podemos pensar que es una exageración, pero es que estas cosas suceden. A lo mejor tiene a su jefe en Holanda, pero está enviado aquí precisamente a cometer ese tipo de delitos.
No es exagerado pensar que a lo mejor podemos tener como vecino a un gran narco que se esconde bajo la apariencia de un empresario o de un turista.
¿Se puede comparar a Andalucía con la Galicia de la cocaína los narcos de la Operación Nécora?
Andalucía es al costo lo que Galicia la cocaína, pero a su vez en los últimos años, y cada vez lo vemos más, también se mueve cocaína aquí. Igual que se introducía por el noroeste, también se está introduciendo por el sur. Lo vimos el otro día en Barbate, donde se incautó una lancha de las tradicionalmente utilizadas para el negocio del hachís, con casi 800 kilos de cocaína.
No solo el puerto de Málaga o el puerto de Algeciras son vías de entrada de cocaína, y puede asemejarlo a lo que era la Galicia de hace 20 años, sino que además a eso sumamos el negocio tradicional, que es el del hachís. Son negocios que tienen sus diferencias, pero a su vez tienen semejanzas.
La ficción ha hecho que casi romanticemos a los narcos. Las series de Netflix, Sito Miñanco, Pablo Escobar... ¿Está el narco bien considerado socialmente hoy en Andalucía?
Yo creo que no, o espero que no. En ocasiones la ficción que se ha hecho en torno a ellos, algunos reportajes o documentales, se han hecho desde el lujo o la extravagancia. Pero realmente no se han hecho abordando las consecuencias reales que tiene el narcotráfico aquí: violencia, ajustes de cuentas o macrocausas en la Justicia.
Claramente desconocemos las consecuencias dramáticas del narcotráfico en la sociedad española. Podemos quedarnos en la opulencia de los grandes narcos, pero detrás hay mucho más y es en lo que intento centrarme en Costo.
Uno de tus reportajes en EL ESPAÑOL es el viaje a bordo de una lancha con 2.400 kilos de hachís. ¿Qué se siente? ¿Frío, miedo, respeto?
Lo que se pasa es nervio, en las horas previas, mucha sensación de estar viviendo una realidad que te puede implicar consecuencias dramáticas. Si hay un accidente, una persecución o un intento de robo de la mercancía, eso puede generar violencia y puedes sufrir las consecuencias en tu propio cuerpo. O las consecuencias judiciales o policiales, que es que hubiera una persecución, se frenara esa lancha, o que en tierra hubiera un operativo que nos detuvieran.
Es una mezcla de miedo, de nerviosismo, y, a su vez, de ser consciente de que estás, periodísticamente, haciendo una cosa que llevas mucho tiempo preparando. Quizá pecas de ingenuo o de inconsciente, pero bueno, es esa sensación de estar viviendo una cosa que sin el trabajo previo de mucho tiempo hubiese sido imposible.