Más de 360 proyectos, con 38 países participantes y toda una red de nominadores expertos procedentes de las asociaciones de arquitectura de toda Europa. Los Premios Mies van der Rohe son una de las grandes citas de la profesión, en la que España se encuentra especialmente bien representada, con el mayor número de propuestas admitidas, 29. 

De todas ellas, hay una que radica en la capital de la Costa del Sol: la facultad de Psicología y Logopedia. El origen de esta creación se remonta al año 2008, cuando la Universidad de Málaga realizó un concurso internacional y en abierto para el diseño y desarrollo de la facultad, situada en la ampliación del Campus. 14 años después, las instalaciones abrieron sus puertas a los estudiantes.

Según relata Eduardo Pérez, socio fundador del estudio LLPS Arquitectos junto a Miguel Ángel Sánchez (ambos, autores de la obra), la idea principal del edificio era unificar en un mismo espacio la complejidad de un entorno universitario. “Buscábamos que convivieran las áreas públicas, como pueden ser cafetería y biblioteca, con los salones más privados, como pueden ser despachos y laboratorios. Todo ello, con el añadido de los aularios, de consideración intermedia”, explica a EL ESPAÑOL de Málaga. 

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Pero la clave de este inmueble, que ya fue reconocido en 2022 con el Premio Arquitectura de Málaga, está en su propia concepción. Y es que el edificio fue creado como un gran bosque que se eleva de la parcela en la que está situado para crear una gran área blanca. Precisamente, esta tesis bebe de las corrientes vernáculas andaluzas (como los pueblos típicos de la serranía de Málaga), dando lugar a una interpretación contemporánea de los patios regionales. 

Más allá de la configuración estética, cada patio está estructurado como piezas adiabáticas (sin perder ni ganar calor) gracias a las características energéticas de las que se han dotado. Así, Pérez relata que situaron unos ventiladores que se nutren de luz solar, con el objetivo de impulsar aire a baja velocidad. Ese ligero viento, sumado a las pantallas vegetales –actualmente en crecimiento– que aportan humedad, permiten un descenso de cuatro a cinco grados sin necesidad de esfuerzos energéticos adicionales. 

Imagen de un patio interior. Cedida

Tan solo es necesario pasear por el entorno en el que se encuentra ubicada esta facultad para comprobar la aridez del enclave. Es por ello por lo que desde LLPS Arquitectos plantearon la creación de espacios con sombras, ya sea a través de grandes superficies o pequeños huecos a escala individual, que se relacionen con el exterior, pero con iluminación propia. 

“(El edificio) está en un no lugar o lugar en crecimiento, pero eso no quita que interiormente sea muy rico, con luz, naturaleza y espacios verticales. Como si fuera un gran bosque con una escalera principal colgada de la cubierta que le otorga singularidad”, incide. 

Continuando con la comparativa con los pueblos tradicionales, este profesional detalla que la combinación de zonas cubiertas y descubiertas también puede recordar a las plazas porticadas de los pequeños municipios, donde es habitual encontrar una zona exterior para el sol del invierno y otra protegida para la sombra en verano. 

El aeropuerto y el color, dos grandes retos

Uno de los principales retos a los que tuvieron que hacer frente se encontraba precisamente en la ubicación. Su cercanía con el aeropuerto de Málaga, a unos pocos kilómetros, obligó a reducir la altura. Esto motivó que el desarrollo se llevara a cabo de forma horizontal para aprovechar la parcela. Más allá, “por supuesto”, de compaginar una zona privada con una pública para una población de 3.000 personas.

Pero si en algo merece la pena detenerse, es en el estudio del color: “No es el tradicional encalado de los pueblos andaluces, sino que se ha investigado para conseguir un acabado cerámico en la fachada”, apunta. 

Escaleras interiores. Cedida

Esta elaboración no existía en el mercado, por lo que el equipo tuvo que crearla ex profeso, con unos “equipos potentes de investigación” junto al Instituto de Tecnología Cerámica de Castellón: “En los laboratorios hemos hecho pruebas de ensayo con la luz. Gracias a ellos pudimos avalar que cumplía con los objetivos; ahora queremos patentar la pieza, pero es complicado”, expone Eduardo Pérez. 

En concreto, fue necesario estudiar más de 100 gamas de color hasta encontrar la tonalidad exacta que permitiera generar los matices. La pieza, concebida como una estructura convexa, recibe la incidencia solar, dando lugar a esa riqueza cromática que, además, por su forma, emula la piel de un reptil.

Premios Mies van der Rohe

Según relata, esta es la primera vez que se presentan a los Premios Mies van der Rohe, “los Óscar de la Arquitectura”, cuyo primer galardón es de 60.000 euros: “Hemos llegado y estamos nominados, es un gran privilegio. Este nombramiento quiere decir que ya estamos ahí”, explica, al tiempo que incide en que el proyecto de la facultad de Psicología ha sido posible gracias a la intervención de mucha gente: “Nosotros solo somos los autores iniciales”.

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