La directora Andrea Jaurrieta ha presentado este lunes en el 27 Festival de Málaga su segunda película, 'Nina', que compite en la sección oficial. Se trata de una historia de venganza con aires de 'western' que reflexiona sobre el abuso sexual y cuenta con una poderosa interpretación principal de Patricia López Arnaiz.
La trama está protagonizada por Nina, una mujer que retorna al pueblo costero en el que creció con una escopeta en el bolso y el objetivo de vengarse de un famoso escritor al que el municipio rinde homenaje.
La realizadora del filme, Andrea Jaurrieta, ha participado en una rueda de prensa tras la exhibición de su obra en el cine Albéniz, junto con los intérpretes Patricia López Arnáiz, Darío Grandinetti, Aina Picarolo e Íñigo Aranburu; además de los productores Álex Lafuente y José Nolla.
"Hay que contar las cosas. Es importante que salga gente diciéndolo para que pare de suceder", ha planteado Jaurrieta sobre las denuncias de violencia sexual, un tema que vertebra la historia y que ha estado presente recientemente en la propia industria del cine: "Si seguimos callando, se sigue legitimando este tipo de comportamiento y nunca saldremos de estas estructuras".
No obstante, el enfoque de su dirección pasa por evitar "que fuese maniquea": "Si vamos a buenos y malos, es muy fácil construir un monstruo. Creo que está bien que construyamos personajes que no sean estereotipos de maldad", ha afirmado. Ese "tormento constante" que supone para la protagonista sus traumas del pasado también se ve reflejado en las atmósferas, los paisajes o el mar, ha explicado la realizadora.
"Desde el guión ya estaba planteado que el hecho de volver al espacio nos iba metiendo en sus recuerdos. Escribí el guión en dos colores, el presente en negro y el pasado en azul. Con el montaje, se ha respetado mucho eso", ha detallado Jaurrieta, que también ha resaltado como decisión artística la omnipresencia del color rojo.
La actriz Patricia López Arnaiz ha calificado este papel de "trabajo doloroso" porque "no había descanso" y "todas las secuencias estaban en contacto con la herida" que tiene su personaje. Su planteamiento para afrontarlo ha sido el de apostar por la veracidad y no dejarse llevar por el esteticismo violento de los 'western', ha compartido.
"Es algo simbólico, una legitimidad a coger la fuerza y empoderarse y sentir rabia y enfado", ha reflexionado López Arnaiz sobre el rol de la violencia en el filme. "Esta película encima lo que toca es un tema con menores. Impregnarse de esa realidad no es tan fácil como leer una noticia. Es tan fuerte ver las experiencias de chavalas super jóvenes, cómo pueden llegar a entrar en una espiral de la que no saben cómo salir"
Para el actor Darío Grandinetti, una de las ideas que más le interesó de su personaje estaba en que no era un hombre claramente malvado: "El mal no se presenta como el mal, nunca en ningún caso. Se trataba de tratar de que la gente creyera que fuera un señor amable, culto, seductor, escondiendo lo que en verdad es".
"Ojalá haya más películas y obras de teatro en esta línea. El arte no cambia la realidad, pero nos ayuda a mostrarla de una forma que nos puede ayudar a tomar conciencia, a ver desde un lugar distinto las cosas que naturalizamos", ha defendido Grandinetti: "Yo aspiro a eso. Hacer crónica de la realidad es también sanador para los que lo hacemos".
La intérprete Aina Picarolo, que tiene el papel de la versión más joven de Nina, ha señalado que las nuevas generaciones ya tienen "un poco más recursos de visibilidad y experiencias compartidas" para poder tratar ese tipo de abusos; mientras que Iñigo Aramburu ha analizado cómo su personaje simboliza el silencio cómplice y cómo se puede romper: "Creo que lo que hay que hacer es pararse un poco, escuchar y acompañar".