La Planta Baja es el nuevo libro de Alejandro Simón Partal. Un diario de rodaje acerca de la película Segundo Premio -ganadora de la Biznaga de Oro del Festival de Málaga- donde se ilustra una breve etapa de la carrera de la banda granadina Los Planetas. Si bien este podría llevar el título de Una semana en la cabeza de Alejandro Simón Partal, ya que el grupo y la película pasan a ser ruido de fondo, el diario consigue captar a la perfección el contexto y universo planetario dentro del día a día del escritor.

El joven originario de Estepona se embarcó en este proyecto por su estrecha relación con Jonás Trueba, primer director de la película. Después de una serie de acontecimientos este abandonó la dirección de Segundo Premio para ser sustituido por Isaki Lacuesta. Alejandro siguió con inercia el diario a pesar de que ya no existía este vínculo tan cercano con el proyecto. Sin embargo, la inmersiva experiencia que supuso para él su paso por Granada hizo que el resultado fueran unas páginas que desnudaban integralmente su intimidad.

Alejandro está esperando en el vestíbulo del hotel Málaga Palacio. Es un chico alto, de ojos melancólicos y voz cálida. Las gafas de sol y la camisa holgada que lleva hacen que tenga la pose de una estrella del rock undergorund neoyorquino. Su cercanía consigue que te sientas confortado, como abrazando a un amigo al que quieres con devoción. Es una persona sensible y no tiene pudor a enseñarlo, ya lo ha demostrado en las 200 páginas que formaban su diario de rodaje. Dispuesto a enseñar su cara B y a desnudarse una vez más, Alejandro se sienta en la mesa con una sonrisa y pide una botella de agua.

Al igual que Segundo Premio, que llevaba como lema "esta no es una película sobre Los Planetas", este libro tampoco trata de la película de Los Planetas. Es un diario personal. ¿Era esta la idea inicial?

No es un libro sobre Los Planetas, por supuesto, pero tampoco puedo negar que el contexto de porque escribí este libro es porque estaba trabajando en una ficción sobre la leyenda del grupo. Yo no quería hacer un diario técnico de rodaje ni de cine porque hay gente que podría hacerlo mejor. Yo intenté ser un cronista de lo que pasaba a mi alrededor. La película pasó por tantos cambios que me obligué a que el relato se adaptara al día a día y no a los cambios. Intentaba escribir siempre algo, aunque fuese banal, porque la banalidad es parte de la literatura.

La Planta Baja es un libro muy íntimo. Después de leerlo creía haber pasado contigo una semana entera y haberte conocido bien. ¿Cómo sienta esto? ¿Te preocupó en algún momento exponer tu vida e intimidades de esta manera?

No me ha preocupado, pero si te soy sincero, cuando lo he vuelto a leer una vez publicado he pensado que no debería haber sido tan explícito en determinadas partes. Al final es mi forma de escribir, es algo que no controlas. Me gustaba mucho la cita de Annie Ernaux que decía, "cuando escribo existo menos". Es la sensación que tengo cuando lo hago, que no estoy controlando, aunque suene patético y místico, lo que digo. Entiendo la literatura como un ejercicio kamikaze, de abandono a uno mismo. Si esa valentía ha hecho daño a alguien, solo puedo pedir perdón como creyente.

¿Te hace daño abrirte de esa forma?

Escribir es complicado. Surgen la inseguridad y la incertidumbre. Hay gente que cuenta que lo de escribir es ya un oficio, pero para mí cada año las inestabilidades crecen. Sin embargo, este libro lo he disfrutado mucho. Un diario te permite eso, no buscar la originalidad ni el ser auténtico, simplemente narrar y tener un compromiso con lo que percibes. Si tu día ha sido que has ido a comprar unos tomates y que te han dejado plantado en una cita, hay que contar eso comprometiendo tu verdad.

Según cuentas en él, no te sentías muy integrado dentro del equipo y producción de la película.

Es cierto. Me gustan los diarios porque es un género que nace desde la incertidumbre y la soledad. Alguien que escribe un diario tiene cierto desajuste con el mundo, si no, no escribirías lo que te pasa día a día. Entonces efectivamente yo no me integré bien, no porque el quipo no me hiciera partícipe, sino por mi propia condición de timidez. Una película es un espacio muy frágil donde hay mucha tensión y mucho en juego, por lo que mi papel ahí era un poco incómodo. Me fui alejando yo mismo para verlo desde una perspectiva distinta. No quería hacer algo técnico, no necesitaba saber qué planos se estaban haciendo sino más bien el cómo afectaba todo lo que estaba ocurriendo en mi forma de escribir. Me sentí huérfano porque yo mismo me puse en esa posición.

¿Te gustó el tiempo que pasaste en Granada escribiendo este diario? Da como la sensación de que fue una época angustiosa, pero, por otro lado, que viviste cosas bastante enriquecedoras.

Fue extraordinaria. He sentido mucho tiempo la sensación de inutilidad porque la película se retrasó en numerosas ocasiones. Yo llegué a Granada en marzo y el rodaje no empezó hasta mayo, entonces tuve como un mes en el que no tenía mucho que hacer. Me lo propuse como un privilegio más. Es decir, voy a estar aquí, este es mi trabajo y voy a empezar a documentarme y a empezar a escribir el diario, aunque no haya empezado la película. De hecho, mi intención era, aunque la película no se llegase a rodar, hacer un diario de la ‘no película’. Vivir el día a día en Granada ha sido increíble, y más en una época como primavera. Ha sido una ciudad muy sanadora para mí.

Cuando te contrataron para escribir un libro sobre Segundo Premio, ¿realmente esperaban que escribieras un diario de rodaje canónico? Los Planetas aparecen casi como el ruido de fondo que suena en el trascurso de tu vida.

La editorial no me impuso nada. Entiendo que a ellos les apetecía que hablase del grupo. Y yo no es que no quisiera contar nada de Los Planetas, es que quería que fuera el entorno de la película y el grupo los que me contasen cosas a mí. Dejar que la propia cotidianidad del día la que me fuera dictando. Por eso el grupo, y más concretamente Jota -cantante y líder de Los Planetas- están en el libro, porque coincidieron conmigo en ese tiempo. No estoy orgulloso, pero sí satisfecho de lo que he hecho. Creo que es un libro que acompaña perfectamente al relato de Segundo Premio.

De alguna forma, creo que el diario sí ha captado bien la esencia del universo planetario, aunque no hable de ellos explícitamente. Esa soledad, ese vacío existencial, el mal de amores. Son temáticas muy trabajadas en sus canciones. Has hecho un libro de Los Planetas sin querer hacer un libro de Los Planetas.

Me gusta que lo digas porque en realidad yo nunca he sido fan de Los Planetas a pesar de que toda la gente de mi generación sí lo sea. Yo llegué tardíamente a su universo y a veces es mejor porque estás más preparado para asimilarlo. En este último tiempo me han acompañado de forma convulsa los dos últimos discos de Los Planetas, sobre todo ‘Las Canciones del Agua’. Ha sido la banda sonora de mis días por Granada, y es verdad que me rondaban esos sentimientos que aparecen en sus canciones de desajuste, amor, desamor, desorden emocional y también de la nocturnidad y el sexo. Creo que el sentirse desubicado en el mundo es un sentimiento común entre todos los que nos dedicamos a crear.

He visto un poco de filosofía beatnik en estas páginas. Pesimismo, sumisión al día a día, belleza en la soledad y la caída en picado. Incluso el final escueto y simple recuerda mucho a los cierres de Bukowski.

Puede ser (risas). De adolescente, como todos los de mi generación, leí mucho a los beat y no tengo ningún complejo en decirlo. Mucha gente reniega de haberle leído y quieren dejarlo atrás. Una cosa que yo aprendí de esos autores, que no me da vergüenza reconocerlo, es la forma de afrontar la realidad desde lo crudo y visceral. Por eso me siento bien escribiendo de una forma clara, directa y precisa. Sin embargo, no coincido en que el libro sea del todo pesimista. Es verdad que parte de una situación de melancolía, pero precisamente hay una pretensión luminosa de celebración de la vida y de acoger lo inevitable. Hay derrota, pero también conquista.

¿Qué tiene Planta Baja que lo hace tan especial y por qué da título a tu libro?

La verdad que he pisado poco Planta Baja cuando he estado en Granada. Pero un día yendo al gimnasio Galaxy, que está justo al lado, pensé que podía ser un buen título para el libro. Por su relación con Los Planetas y todo el contexto que lo engloba, pero también porque el libro es una especie de manual de los bajos fondos de mí mismo. Ir a la planta baja de uno es la forma de hacer un diario, ya que parte de una situación de soledad y autoanálisis.

¿Hubo desde el principio esta desconexión o rechazo entre la propia banda y la película?

Sí, eso parece. Debemos tener en cuenta que Jota o el resto de integrantes de la banda, son personas que han dedicado toda su vida entera al proyecto de Los Planetas. Por eso creo que es lo que más quieren proteger en la vida. El forcejeo que ha podido haber obedece de alguna forma a querer protegerse de que se vaya a hacer lo que ellos consideren mejor bajo el nombre de Los Planetas. Si uno vive por algo, no va a ofrecerlo de la forma más fácil para que hagan lo que quieran con él. Entiendo que quieran tener cierto control.

Se ve que eres una persona bastante vinculada a la música

La música para mi es tan o más importante para escribir como la propia literatura. Descubrí a David Bowie con 14 años y se me abrió un mundo que antes no se me ofrecía. Sin ese impulso de su música o la de Patti Smith de adolescente posiblemente no me hubiera fijado en la literatura. Son caminos distintos pero paralelos que se retroalimentan. Además de eso, me lo paso estupendo con los músicos. Son gente muy estimulante. Podría perfectamente vivir sin escribir, pero no sin el vínculo de la música.

¿Estás al tanto de lo que pasa en la escena española o malagueña?

Por supuesto, y creo que la música vive un momento actual de una calidad mucho más estimulante que la literatura. Me encantó especialmente el último disco de Russian Red. Me ha parecido superfresco y está relacionado también un poco con esta forma de escribir de diario. Se nota que lo ha hecho con total libertad y diciendo que quería decir. Y de Málaga, justo esta mañana venía escuchando a Elphomega.

Eres muy ecléctico

Lo intento (risas). Me encanta también La Zowi o Lana del Rey, pero con quien no conecto nada es con Taylor Swift. Entiendo su valor, pero no termino de pillarle el truco. Sin embargo, es bonito que haya esa comunión masiva hacia su movimiento. Mejor eso que con un grupo terrorista. Con quien sí noto conexión, además es de Estepona, es con Ana Mena.

Recomiéndame un sitio para comer en Málaga

Yo que soy de Estepona, te voy a recomendar La Escollera, en el puerto deportivo. Es un sitio fantástico para comer pulpo y gambas cocidas. Y ya que estamos te doy uno extra, El Rincón Toscano. El mejor restaurante italiano de la Costa del Sol.

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