Se cansó de una vida que no le daba nada y decidió coger sus maletas, “mandar todo pa’ la chingada” y subirse al escenario del Castillo Sohail. La noche no había caído todavía en la Costa del Sol cuando Kany García aterrizó en las tablas del escenario de Fuengirola para enseñar a su público a “bailar hasta que le duelan los talones” y “ser unos rompecorazones” para que todos se enamoren de ella con Una vida buena.
Tras 15 años subiéndose a escenarios y con ocho Latin Grammy en su casa, ella siguió caminando y riendo porque cayó, caminó, fue contracorriente, se encontró y aprendió que cuando otros criticaran ella solo debía gritar Soy yo, algo que nadie dudó en hacer en Fuengirola entre vítores, aplausos, pancartas y banderas.
Pisar por primera vez estas tablas para ella eran una responsabilidad, pero al ser una alumna aventajada sabía cómo dejar a su público “con la cabeza vuelta loca” y dejarlos Fuera de servicio. Fuengirola también se lo puso fácil. Pocas fueron las canciones en las que el público se mantuvo en sus asientos porque García hizo vibrar y bailar a más de un millar de personas sin siquiera dudarlo.
Un mar de móviles capturaban cada segundo de la puertorriqueña en el Castillo Sohail, donde la música no cesó en ningún momento. Eso sí, tampoco faltaron las reivindicaciones por un amor libre y sin prejuicios. “Qué bonito sería si traemos alegría a un colectivo que ha estado marginado simplemente por amor”, aseguró instantes antes que los primeros acordes de Bailemos un blues empezaran.
Los acordes de su guitarra permitieron que contara la Historia repetida para que La malquerida saliera a relucir y lo diera todo entre un público que la abrazó como solo un concierto en la Costa del Sol sabe hacer.
Público de todos los rincones del mundo
“Si vieras Fuengirola lo que veo” y es que lo que vió fue algo que no va a olvidar. Nadie lo esperaba y ella misma aseguró que nunca lo había hecho. Una pancarta sobresalió entre las cabezas del público. ¿Su dueño? Eduard, un venezolano que vive en Madrid y decidió venir a Málaga sólo para ver a Kany que sin pensarlo quiso hacerse una foto con él.
Su guitarra volvió a sus manos porque con Muero quería comer a besos a su público que quedó totalmente embelesado al observar cómo los acordes se iban formando en ese traste, pero el concierto se paró de nuevo.
El amor inundó el Castillo Sohail
Nadie sabía que había pasado, pero la razón tenía una explicación muy sencilla: el amor. Isaac le acababa de pedir matrimonio a su novia. “Este es el tipo valiente de Fuengirola que interrumpió de la nada a la artista para pedirle a su novia que pasara con él el resto de su vida”, señaló García, antes de dar paso a su siguiente canción.
“Isaac tu matrimonio va a ir estupendo, pero has cogido el peor momento de la setlist”, explicó. Tocaba Confieso. Los versos están dedicados a su padre y la emoción fue tal que le dio la vuelta al micrófono y observó a Fuengirola cantar: “confieso que me haces tanta falta, para decirme todo va a estar bien, para escucharme con una guitarra, sentado con tu taza de café”.
Las baladas terminaron con Titanic y sin esperarlo sacó a bailar a Eduard En esta boca. Sus ojos la delataron cuando los primeros acordes sonaron porque sintió que la mirada de más de un millar de personas le pedían que se uniera a su nuevo bailarín para terminar de volverse loca.
La joda continuó con Me quedo sola, pero nadie se quedó solo en una noche, donde García confesó que tiene miedo de volverse “una artista de cartón, a beberme todo el ron y que acabe en redes haciendo un buen papelón”.
Y es que las cosas inesperadas muchas veces terminan siendo las más bonitas. Los recién comprometidos no podían no tener su momento y Kany no dudó en subirlos al escenario y cantarles “déjame abrazarte para siempre, déjame besarte a mi manera, agarrar tu mano donde quiera, porque yo he nacido pa quererte”.
De bien a mal. Así fue la despedida de García. Nadie quería que esta noche terminara, sólo deseaban que La siguiente no llegara a su fin porque estaban DPM. Eso sí, Te lo agradezco fue crucial para cerrar bailando una noche en la que el amor se respiró por los cuatros costados del Castillo Sohail y se coló en sus sueños sin pedir permiso con Agüita e coco.