El pasado viernes viajé en el famoso Delorean de Marty Mcfly y Doc Brown. Cuando escuché en preliminares a la murga Locos por salir me teletransporté a los años finales de la década de los 80, principios de los 90, cuando empecé a ser un seguidor de Pepe León y su murga con aquellos Pintores de Chíspalis, Cerca de las estrellas o el Frente Boquerón de En el fondo somos los mejores.
Yo, por aquel entonces, no me podía imaginar que años después iba a competir contra él y que a finales de esa misma década y principios del 2000 me convertiría en uno de sus máximos rivales, con permiso de la murga de Carlinda. En esos años de máxima rivalidad, me ganó y le gané, pero fue ese afán por superarle y esa rivalidad lo que hizo que me esforzara más año tras año. No hay en el carnaval un animal competitivo como él. Eso me hizo crecer como autor y como carnavalero.
En ese tiempo, tuve la suerte de conocer al Pepe que hay detrás de la figura carnavalera cuando ambos fuimos guionistas en Canal Sur del inolvidable Dúo Sacapuntas. Ahí conocí a un tío desprendido, con un carisma que lo hace único e irrepetible, alguien que se desvive porque estés bien. Siempre con una sonrisa, una fuente inagotable de frases ingeniosas, de bromas o pegotes que soltar. Un fuera de serie.
Por eso, el viernes, al volverlo a ver en el escenario después de todo lo que ha pasado, sentí una emoción enorme. Verlo disfrutar junto a otra leyenda carnavalera como su hermano Antonio y junto a sus hijos Pepillo y Francis o su sobrino fue el mejor regalo carnavalero que me dará este 2022.
Otros, no serían capaces de reírse de sí mismos y de sus desgracias, pero Pepe es para eso un maestro. Como también lo es a la hora de defender a nuestra tierra en una copla, o de atacar y sacar las zarpas como buen león, ante aquel que no la defienda. La misma maestría que tuvo para pedir perdón por su error en el segundo pasodoble. Qué maravilla tuvo que ser ver esos 30 minutos para Lourdes, Tata y Conchi, su madre. Cuánto me alegré por ellas.
Pepe ha aportado mucho a esta fiesta no solo por sus obras, también inculcando su pasión por esta fiesta a sus dos herederos, Pepillo y Francis. El primero es un enorme rapero (ca….) además de un gran letrista y el segundo es, además de un portentoso guitarrista, un excelente músico. El porvenir de la murga malagueña pasa, en gran parte, por ellos.
El viernes me volví a sentir un chavea y me dieron ganas de cantar, de componer, de escribir chalauras. Ojalá haya muchos que, como yo hace 30 años al verte, estén locos por salir en carnaval. Hoy de nuevo, regreso al futuro.