El pasado viernes, 2 de febrero, se celebró la Gran Final del Carnaval de Málaga. Durante prácticamente 10 horas ininterrumpidas, los aficionados pudieron disfrutar de una verdadera batalla de coplas repletas de emoción, pero sobre todo de humor.
Cada una de las 12 actuaciones estuvieron repletas de detalles, historias y curiosidades que resultan inapreciables cuando uno ve el concurso desde el sofá de su casa o incluso desde su propia butaca del Cervantes. EL ESPAÑOL de Málaga ha contactado con todos los finalistas, ahora que ya tienen menos resaca física y emocional, para hablar de ello y conocer los secretos de su final:
El último superviviente
El grupo de Pedro Ramírez fue el encargado de abrir la noche más importante del año para los carnavaleros malagueños con su murga El último superviviente. En el tipo, los componentes representaban a un vecino del Centro de Málaga que ya es el único residente que paga la comunidad en su bloque y que está cansado de los Airbnb.
Para ello, crearon un disfraz inspirado en Napoleón, medallas y galones incluidos. Aquí es donde viene el detalle curioso que quizá en casa no apreciaran. Una de estas medallas es el clásico llavero con dos caras donde introducir fotografías. En el lado visible, cada componente llevaba la imagen de su primera comunión. Por el lado contrario, los que tienen hijos, como Javi y Ángel, llevaban una fotografía de ellos.
Así, la solapa de la chaqueta, aunque pareciera del clásico papel del salchichón de Málaga de Prolongo, realmente decía 'Progordo', pero este aspecto era solo apreciable de cerca. No pierden el humor ni en los detalles.
En la final, además, llevaban en una de las ventanas del bloque de apartamentos una gorra de sus compañeros de Los hola sin H, una murga que no consideran amiga, sino una hermana. Además, otra ventana estuvo abierta en la final. Se asomó, en un momento del popurrí el personaje que llevaron a las tablas el año pasado, con Entre algodones.
Y el último detalle es el perro Paco. Un dálmata de plástico que salió con ellos en su primera final, con Los Malagüitas, cuando le pintaron manchas azules para hacerlo malaguista. Les dio suerte y ya sienten que es uno más. No podía faltar en esta final ni en cada una de sus actuaciones en el teatro.
Los incurables
La comparsa de Juani Bermúdez vivió una final de lo más emotiva porque se trataba de su despedida, al menos temporal, del carnaval. Es por ello por lo que durante el popurrí entraron en escena diferentes figurantes que no eran otros que familiares de los componentes.
En la pared frontal del local improvisado que crearon en el escenario se podía observar la fecha de la final, así como las de anteriores pases, que iban tachando conforme iban pasando de ronda.
Tampoco faltaron las supersticiones en este grupo. Un componente llevaba en uno de sus guantes las iniciales de unos seres queridos muy importantes para él, que fallecieron. Además, cada miembro de la agrupación llevaba un amuleto dibujado en la mano y también fotografías de su familia en el interior del bolsillo del disfraz.
Leyendas de pasión
La murga del Chino logró un magnífico segundo puesto gracias a su personaje, un padre en apuros viendo procesiones con sus tres hijos. Entre risas, Roma, uno de sus componentes, desvela que la mejor anécdota del grupo ha sido la de los cientos de problemas que han tenido con el artesano, que les dejó tirados.
De hecho, a raíz de esto, han sido las parejas de los componentes quienes hicieron uno de los pegotes de la puesta en escena que más gustó al público, la bola de cera que lleva uno de los hijos. "Al final es lo que más cariño le tenemos y todo", manifiesta Roma.
En su caso, él además llevó un guiño bajo su sombrero a la murga del Susi, donde están gran parte de sus amigos íntimos con los que pasa gran parte del año. En concreto, una imagen del año de los espeteros. Así, en la solapa de la chaqueta también vistió el pin en forma de antifaz que le entregó durante el concurso Joker, un aficionado que repartió estos emblemas a carnavaleros ilustres.
Sin embargo, la curiosidad más llamativa de esta agrupación viene con el carrito de chucherías que llevaban en la parte trasera del escenario. No compraron todos esos dulces y patatas para las tres fases, sino que le propusieron a Cuqui, un vendedor de Capuchinos de toda la vida, si podía salir con su carro en sus actuaciones. "El hombre se lo tomó muy en serio. Tiró del carrito él solo hasta el Cervantes, pero también hasta la ESAD. Incluso para evitar líos con la publicidad, colocó pegatinas con el nombre de la murga en todos los paquetes que vendía", relata Roma.
Respecto a los globos de Peppa Pig, también es curioso su origen. Luisfer, uno de los componentes de la agrupación, negoció con una vendedora de globos en la Cabalgata de Reyes que le preparara una veintena de globos para cada fase. Por si fallaba, también pidieron una remesa de globos en Carrasquilla como plan B. Pero no les falló. En cada una de las fases, ahí estuvo ella con sus globos de Peppa Pig preparados de manera puntual.
Y antes del pase a la final hicieron, como bien saben los carnavaleros, una procesión "extraordinaria" por calle Álamos. No faltaron trono, banda, incienso... Ni la policía. Y no el agente de pega que llevaban, sino agentes de la Policía Local que pidieron a los murguistas identificarse. "Encima va nuestro policía y le dice con ganas de cachondeo '¿Qué pasa, compañero?'", declara entre risas Roma, que espera que pronto no les llegue una multa a casa.
A tres metros sobre el suelo
El cuarteto juvenil de Marta Berdugo, Nora Ruiz, Alba Domínguez, María Ruiz y África Romero, así como Adrián Ramírez, ha sido el pelotazo de este concurso un año más. En esta ocasión, en preliminares nos trasladaron a un palco de Semana Santa, en semifinales, un palco de la Rosaleda y en la final, una platea del Cervantes.
Todo estaba muy conseguido y se reconocía fácilmente que estaban en el teatro. Lo mejor de estas niñas es que ellas mismas diseñaron gran parte de su escenografía, incluso las puertas de la platea las pintaron ellas mismas.
Así, durante el cuarteto, mostraron algunos sombreros. Marta, por ejemplo, llevaba uno que estaba fabricado con telas que se asemejaban a las de los reposabrazos del Cervantes y otras de la mantilla que llevaba en el primer pase. Así, el tocado también contaba con unas claves, la catedral o el escudo del Málaga, en referencia a cada una de sus actuaciones este COAC.
La 'jartible', por ejemplo, llevaba detalles de 'La Murguita', por sus 10 años de historia, pues fue la agrupación que las vio nacer como carnavaleras. También llevaba un pito de oro con el nombre de 'El Primo' en honor al fallecido Álvaro Siles, que tanto les ayudó. Y la sevillana contaba con un sombrero con detalles de la capital andaluza.
En la escenografía, durante los tres pases, también contaban con un recuerdo que Siles fabricó para los miembros del cuarteto de Alberto Salas, Alberto Berdugo y Santi Torres el año pasado.
Y un detalle que nunca antes habían contado es que siempre llevan con ellas la figura de un flamenco después de que el año pasado les diera suerte y consiguieran el primer premio. Este año, lo llevaban en la figura, pero también en un detalle en sus pitos. Al parecer, les dio suerte.
La malagueñíssima
Cuando uno escucha el nombre de La Malagueñíssima le viene a la mente Juan Carlos Aragón. Y no es casualidad. David Fernández, autor de la comparsa malagueña de los Niños, guarda una bonita relación con Javi Bohórquez y el Canica. Cuando venían a Málaga en la era de Juan Carlos, David organizaba en qué sitios hacían sus bolos y siguen siendo muy amigos.
Tanto es así que en 2021, cuando se supo que el concurso de Cádiz se celebraría en mayo, David contactó con Ángelo Martínez, más conocido en el mundo de la artesanía carnavalera como Anyi, de El llamador del Ángel para ver si podía echarles una mano con su puesta en escena dentro del presupuesto que manejaban. Ese año eran El país de siempre quizás.
Como apenas tenía trabajo, porque en Cádiz el carnaval era en mayo, aceptó y fue él quien les hizo las cabañas que llevaban. En la nave de este artesano el grupo de Juan Carlos seguía guardando algunos detalles de las puestas en escena de los últimos años. Ocupaban espacio, pero no querían venderlas ni regalarlas. Sin embargo, al conocer que David y su agrupación no contaban con un suelo para ese año, decidieron darles el de la Gaditaníssima, con la idea de que pudieran usarlo por la parte contraria, pintándolo de verde y simulando plantas. Y así lo hicieron.
Sin embargo, David siempre tuvo la idea de sacar La Malagueñíssima y usar, en honor del capitán, ese suelo por la parte original, que es la que él usó en la Gaditaníssima. Así que finalizado el COAC de 2021, no dudaron ni un segundo en guardarlo para cuando fuera necesario y el tipo estuviera pensado. Ha sido 2024 el año en que lo han usado... Y que les ha dado la gloria, con ese primer premio.
Así, en la grada, también llevaban un sombrero de la Sereníssima que le regaló Arturito. En la final, contaban con un sombrero de la comparsa juvenil de Javi y Paula y un cartel en defensa de la Invisible con el lema 'La invi se queda', así como el trono que la murga de Ciudad Jardín sacó en preliminares con el rostro de Francisco de la Torre, que usaron ellos en un cuplé.
En cuanto a las supersticiones, Raúl, uno de sus componentes, confiesa que durante la final llevó un transistor de su abuelo, un detalle verdaderamente enternecedor. Respecto a Álvaro y a su primo Pedro, ellos también llevan un pito de su tío Paco Gallego cada vez que salen a escena.
Como curiosidad, cuando Álvaro recogió el primer premio, se apoyó en el suelo para sacarse una fotografía con el resto de ganadores y el cabezón dorado acabó destrozado en varios pedazos. Sus conocidos aseguran en comentarios divertidos en redes sociales con que "es tan bueno que quería repartirlo con todos".
Me tienes frito
La fritura originaria de Roquetas no llevaba demasiados detalles especiales en su puesta en escena el día de la final. Su tipo, de Alejandro Mariño, ya llama lo suficientemente la atención al público. Como curiosidad, Mariño ya fue el artífice el año pasado del tipo que llevaba la chirimurga de Estepona y San Pedro, que recordarán por simular a un pato de goma de color amarillo. Por este disfraz, logró la aguja de oro en murgas el año pasado.
Norman, la cabeza visible de esta agrupación, asegura que el pasodoble que dedicaron a Málaga en preliminares fue el pasodoble de presentación en septiembre en la sala de ensayo. Porque ya sienten este concurso como el suyo propio. Tanto es así que en los laterales del escenario llevaban incluso un cántico clásico en Málaga, de Amalia la Boquerona: "¡Y el que no diga ole, que se lo coman los boquerones! Ole, ole y ole". También llevaban guiños a Almería y a Cádiz, las otras provincias donde han participado.
Respecto a los dos cuplés de la final, asegura que no pudieron ser más de última hora. "Los metimos el mismo jueves", confiesa. En el más malagueño hicieron que el público levantara la mano señalando al cielo como si pidieran un plato en el Tintero... Pero le dijeron al jurado que lo que el público quería es que la fritura fuera un primero (premio).
Los dioses
Desde Alhaurín, los Dioses conquistaron el segundo premio en la modalidad de comparsas. Dede Cortés, su autor, al ser preguntado por secretos de la agrupación este año, confiesa que la primera cuarteta del popurrí ha sido la más difícil de aprender. "Es parte de un poema maya encajado en una música ritual de centro América. La pronunciación maya ha costado mucho adaptarla y de hecho quizás si algún experto nos escuchara, nos puede sacar falta porque no es sencilla. Hubo algún momento que incluso pensamos en quitarla, pero la comparsa hizo el esfuerzo porque quería empezar el popurrí con ese ritual maya y ese poema", explica.
Así, en este grupo también hay superstición, de hecho, muy curiosa. Tiene que ver con una gorra oscura. Desde la Travesía, año en el que Dede dejó de cantar con la comparsa, siempre lleva una gorra oscura de Nueva York a las citas importantes de su agrupación, como una Gran Final. Asegura que, de inicio, fue pura casualidad.
"Fue bien para las preliminares y las semifinales y ya algunos componentes me pidieron que la echara para la final. Yo no soy supersticioso para nada, pero veo que hay componentes que se sienten más confiados si me ven con ella. De hecho, tiene que ser oscura, para la travesía, fue un modelo rojo y acabamos con la mitad de la comparsa con gripe", confiesa entre risas.
En cuanto a los detalles del disfraz, Cortés asegura que este año llevan "artesanía pura". Los collares que llevan están fabricados con hilos y decenas de bolitas de colores, insertadas, una a una, en esos hilos. Asegura que ha sido todo un trabajo de "chinos" en el que han participado muchísimas personas, al igual que en la colocación de las plumas en el pechero del disfraz. Tras esta obra de arte están Mari Boutique en el diseño y trabajos manuales y María Ángeles de El Costurero en la confección.
Otro detalle del que se ha hablado mucho este año ha sido que muchas comparsas han usado forillos proyectados, tapándoles la cara y afeando su puesta en escena. Es por ello por lo que Alhaurín, para la proyección del cielo ha usado "una técnica de proyección con máscara", con el fin de evitar que desde la proyección frontal, se manche con la luz del proyector a la comparsa y consiga ese efecto limpio del cielo estrellado sobre el templo maya que han recreado. El resultado fue alucinante.
Quiero hacer una comparsa, pero mi hermano no quiere
La murga de los Leones este año dividió el escenario en dos partes, una dedicada a la comparsa, y otra dedicada a la murga. Precisamente en la zona de la murga se podía ver un ramo y una sudadera azul en honor al malaguista José Hidalgo, que falleció repentinamente hace unos días y que formó parte de sus filas el año de Tengo mu mal perder.
Los gorros que llevan los músicos, tanto de la parte de murga como de comparsa son diferentes, algo que mucha gente no percibió al estar estos en segunda fila. "Además, el sombrero de comparsista de mi hermano era especial, tenía detalles de todos nuestros años anteriores", cuenta Francis León. En la zona de comparsa, el día de la final, llevaron a uno de los componentes de Mi Sonrisa, una comparsa juvenil que se quedó fuera de la final.
El misterio del tiempo
Al tener una puesta en escena tan cambiante, es complicado ofrecer detalles curiosos, asegura Ricky Loriguillo, uno de los miembros del cuarteto. Sin embargo, confiesa que aunque muchos no se dieron cuenta, el coche choque donde los dos feriantes viajaron en el tiempo durante las diferentes fases es el mismo con el que salió Richi, autor de El último superviviente, el año de Constantino el tiroriro.
El circo del sol
El Circo del Sol ha tenido una de las puestas en escena más llamativas del concurso, por no decir de la historia, por la cantidad de detalles que tenía. La comparsa de la peña Er Dito llevaron a las tablas, gracias a Luis Bermúdez, un circo romano cuyas gradas simulaban los palcos del Teatro Cervantes.
Sobre la puerta de la que salieron los gladiadores se podía leer 'Tumbaitum', en honor de su padre, también recientemente fallecido, que formó parte de Los tumbaítos. Las columnas que rodean a esta puerta, además, prosigue Bermúdez, "son prácticamente iguales a las del Puerto de Málaga. Se hizo así aposta".
Además, en el telón, aunque era difícilmente apreciable desde el ojo del espectador, estaban dibujadas las siluetas de tipos como el de Los Patronos, Los fabulosos, o El Cantón de Málaga, pero también la de David Santiago, en El capitán de la calle, o la sombra de Luis Bermúdez de pequeño junto a su padre vestido en Los tumbaítos y la del padre de Padilla, otro de los componentes, que perdió a su padre también hace poco.
Además, cabe recordar que esta agrupación llevaba 17 tipos diferentes para homenajear a agrupaciones de otros años: Belmonte, Febrerillo el loco; Selu, Mester de Juglaría; Tiriri, Los padres; Hugo Salado, La Amada Invencible; Padilla, El Dorado; Iván, La comparsa del futuro; Rubio, Los Reyes; Keji, Los tumbaítos; Juanlu, Juan sin miedo; Rubén, El Huérfano; Capote, Los fotógrafos; Negro, El guardián; Samuel, Ciudad del paraíso; Curri, Los musicantes; Juanki, La mar bravía; Juan Acedo, Los Patronos; y Peli, Los Cantores.
La cuenta, que nos vamos
Sin duda, el secreto mejor guardado de la Gran Final fue que Miguel Ángel Merchán apareció en el escenario volando por el cielo del escenario del Cervantes. La idea, según cuenta a este periódico Davicito, estaba más que pensada antes de empezar el concurso, sobre todo por los permisos que había que pedir para llevarla a cabo.
Merchán estuvo muy cómodo colgado de la cuerda, además, porque tiene su propia empresa con la que realiza trabajos verticales, por lo que estar colgado, precisamente, no era problema para él.
Sí que es cierto, según Davicito, que la parodia del cartel de la Semana Santa de Sevilla sí fue totalmente improvisada y se fraguó en apenas dos horas la misma tarde del pase.
En cuanto a si llevaban algún detalle especial, en su caso, por ejemplo, llevaba un antifaz que le habían regalado y que ya es un amuleto carnavalero para él. Sobre la mesa, por las horas que actuaron (sobre las cuatro de la mañana), decidieron cambiar la cena de los pases anteriores por un botellón.
Quizá en la tanda de milagros que hizo ante de los pasodobles no se enteraron bien de uno de ellos desde casa. Merchán, o más bien Jesús, dijo que Jesús estaba en todas partes. En ese momento, se apagaron todas las luces del teatro y un foco fue apuntando, poco a poco, a varios Jesús que estaban repartidos por el teatro. Una auténtica genialidad parte del show que que suele dar esta agrupación.
No se pasaron de tiempo por apenas unos segundos. Algo que la agrupación, y más concretamente Davicito lamenta, porque Miguel Ángel Merchán anunció su despedida en uno de los pasodobles y no pudo disfrutar verdaderamente del abrazo del público en un aplauso largo.
La tripulación del señor iluso
Y la comparsa de Almería cerró la noche con sus niños astronautas y soñadores. Según explica Francisco José Moya, director de la agrupación, en principio, este año iban a descansar. Sin embargo, en una de las cenas de la comparsa, hablando de tipos, el autor de la letra, Javier Vázquez y él coincidieron en la idea de ir de niños que juegan en su habitación con su mejor muñeco, que no fue otro que el personaje de La jaula de las locas, con el que se quedaron a apenas décimas de llevarse el primer premio el pasado año.
Ahí ya no pudieron decir que no y se pusieron manos a la obra. El disfraz de astronauta es más grande que la talla real de los componentes, apunta Moya, para simular el pijama de un niño. Así, uno de los planetas que se vio colgado del techo es una galleta cookie y todos están representados como si los coloreara un niño pequeño.
Esta comparsa ha sido, este año más que nunca, una comparsa de altura. No por su alto nivel, que le hizo lograr el tercer premio en su modalidad, sino porque cantaron en dos escalones. La primera fila a un metro de altura y la segunda a 1,30, incluidos el bombo y la caja, para reforzar la idea de que están flotando.
Remataron la actuación con pomperos, que dejaron una imagen preciosa. Probablemente, el año que viene algún comparsista se anime a llevar pompas a su escenario, ante el resultado tan vistoso que dejan.
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