La presentación del cartel de la Semana Santa marca el arranque del año natural cofrade. Una de estas tradiciones que en muchos foros aparece acompañada de la coletilla clásica los signos de la espera. Un rito que, pese a haberse visto eclipsado en los últimos años por un omnipresente protocolo político e institucional, aguarda la magia que supone representar la Semana Mayor de la ciudad.
En este 2022, si las circunstancias lo permiten, la obra que Fernando Prini presente el próximo 18 de enero en el Echegaray servirá para anunciar la vuelta de las procesiones a la calle por estas fechas. El autor habla con EL ESPAÑOL de Málaga los días previos de la que tendría que haber sido la presentación oficial, antes de que se conociera el aplazamiento de la misma.
Reconoce sentirse "muy feliz", aunque también se encuentra nervioso porque la obra guste y no se filtre: "Es algo que no beneficia a nadie", subraya el artista. Explica que nunca se habría imaginado ser elegido para este encargo, aunque siempre le ha encantado la cartelística, especialmente la de la primera mitad del siglo XX.
¿Cómo está viviendo las vísperas de la presentación del cartel
Salió la noticia a mediados de noviembre. Unos días antes la Agrupación me había comunicado la decisión. Fue algo que me pilló completamente por sorpresa; creo que lo he dicho en varias ocasiones, nunca se me hubiera ocurrido que contaran conmigo para hacer el cartel de la Semana Santa. Cuando me lo dijeron, pensé que se referían al 2023, teniendo en cuenta la fecha en la que estábamos. Al principio quedé muy sorprendido y totalmente apabullado. Estuve dos noches sin dormir por la responsabilidad de hacer algo importante, que tiene que salir bien, y con poco tiempo de margen.
No sabía lo que hacer así que rápidamente elaboré un planteamiento de cartel que me convenció. Sobre esa idea he ido trabajando. Han sido días de mucha actividad laboral y poco ocio, pero me he sentido muy querido. He recibido muestras de apoyo de muchísimos sitios y de gente que no conozco. Es un disfrute ver cómo se comportan contigo. Las poquísimas personas que lo han visto me han dicho que les ha gustado, así que estoy muy feliz.
Desde un punto de vista emocional, ¿cómo han sido estas semanas?
No sé si llamarlo orgullo. Te prometo que nunca pensé que sería elegido para esto, porque mi actividad va enfocada hacia otro lugar. Yo no soy pintor ni cartelista. Nunca me había considerado candidato así que estoy superagradecido. Me siento muy feliz, muy querido y muy orgulloso de hacer el cartel de mi ciudad, algo que es muy importante
¿Cómo se canalizan los temores antes de ponerse delante del lienzo (o del soporte sobre el que haya realizado la obra)?
Yo no te voy a decir sobre qué soporte lo he hecho, pero precisamente el lienzo es con el que menos he trabajado (bromea). Pongámosle por nombre el síndrome del papel del blanco. Quien vive en su día a día este tipo de actividades artísticas sabe perfectamente de lo que estoy hablando.
Cuando estoy inmerso en algún proceso creativo, como diseñar una pieza, un trono, o un manto, me encuentro con este problema. La pregunta entonces es qué hacer. Siempre quieres hacer algo conforme a tus criterios artísticos, accesible al máximo número de personas, que guste a la mayoría de la gente, y que además sea ampliamente representativo de tu ciudad.
Al final, el cartel no deja de ser la representación de la Semana Santa de tu tierra al mundo. Suele ser una obra muy publicitada y que aparece en muchos lugares. Es por ello por lo que he sentido una gran responsabilidad, también muchísimo miedo, pero a los pocos días comencé a trabajar en un planteamiento que me convencía.
¿Ha buscado la inspiración en algún referente o modelo artístico?
No, porque mi estilo no es cartelístico per se. A mí desde siempre me ha encantado la cartelística de la primera mitad del siglo XX. Aunque no lo ejercite, me apasiona. De hecho, estoy bastante informado de las corrientes que hubo a lo largo de los años. Pero no tiene nada que ver con lo que yo he hecho. Es más, mi cartel no es representativo como tal de lo que yo suelo hacer.
Leo entre líneas. ¿Va a sorprender con este cartel?
No, no. Yo no me atrevo a decir eso. Creo que el formato no es el habitual mío, vamos a decirlo así.
Un Fernando Prini 2.0.
Bueno, aunque yo tengo mis años, siempre intento hacer cosas que no suenen a nada repetitivo. Sinceramente, creo que no se parece a ninguno.
¿Cómo está viviendo estos momentos previos a la presentación, con la Navidad y los Reyes por medio?
Logré terminar el cartel durante las Navidades. Una pequeña comisión de la Agrupación vino a casa y lo vieron por primera vez. Al día siguiente se lo llevaron y se empezó a trabajar en las pruebas de imprenta, marco y presentación en el Echegaray. Ahora mismo lo que toca es esperar con ilusión el momento en el que se dé a conocer.
Se le nota feliz.
Es una altísima responsabilidad y conlleva un gran respeto por lo que significa. Pero eso no quita que esté realmente feliz por una razón, y es que me siento muy querido porque se han acordado de mí. He recibido muchas muestras de afecto.
También estoy muy nervioso por varios motivos: que guste, que no se filtre ni se dé a conocer antes de tiempo... Esas situaciones son muy desagradables y no benefician a nadie. Ni al pintor, ni a la entidad, ni siquiera al que las publica.
Después de la presentación del cartel, ¿qué retos artísticos trae este 2022?
Tengo tres retos tremendos e importantísimos. Terminar el manto del Monte Calvario, el manto de la Virgen de la Esperanza y el nuevo trono Humildad y Paciencia. Todos los tengo empezados, pero necesito seguir trabajando al mismo nivel que el de las últimas semanas.