Dos años sin que la palmera de la Pollinica sea la única que no es por obra y gracia de Paco de la Torre, sin los que no se enteran de la fecha de reparto, sin hermandades que se acuerdan de sus hermanos cuando la cuenta está tiritando, sin el "este año sácame por fuera que ya llevo 15 días en la hermandad, y soy familia del teniente cuñado mayor", sin los indigcabreados por el cambio de localidades, sin las tribunas de estética distraída, sin los itinerarios que no se cierran, sin el recorrido oficial que no pone a nadie de acuerdo, salvo para ponerse de acuerdo en que no le gusta a nadie, sin los que solo piensan en las marchas, sin los que solo piensan en los encajes, sin los que se quejan de que no importan los nazarenos, pero nunca salen, sin los cristianos de golpe en el pecho pero no hagas lo que yo hago, sin que la élite de Palacio se acuerde de su rebaño salvo cuando hay que retratarse por cada hermano apuntado.
Dos años sin los que dictan cómo debe andar un trono, sin los que reclaman derechos para las mujeres de trono menos en la suya, sin los que solo quieren hermandades de fachas y sin la izquierda de superioridad intelectual que te mira por encima del hombro solo por ser cofrade, sin las voces de tuiter que huelen a cerrao y sin los que reclaman sus derechos pero no escuchan al de al lado. Dos años sin el "opine usted lo que yo le diga", sin niños que se visten de mayores y piensan como más mayores todavía, sin los que abanderan el malagueñismo de boina y los que solo ven con ojos del Guadalquivir, sin los que llevan 14 horas esperando que pase la legión y sin los que siempre pasan por medio, dos años sin pregones de pellizquito en los gemelos y sin presentadores del presentador del presentante presentado, del cartel que tengo aquí colgado.
Dos años sin concejales tocacampanas, sin agoreros de lluvia con 9 años, seis meses y catorce días de adelanto, sin presidencias que duran de la noche a la mañana, sin parones a la entrada de Tribuna, sin Tribuna desangelada, sin candidatos en la sombra esperando a que se consume la gamba, sin los que te critican por la espalda y luego son todo buenas caras. Dos años al fin y al cabo… sin Semana Santa. Qué ganas de que llegue…¡qué ganas!