Todo parecía indicar que la jornada acabaría saliendo adelante: la complicidad entre las corporaciones; la solidaridad a la hora de ceder tiempos y posiciones; los gestos afectivos que se repetían en redes sociales... La propuesta que las hermandades del Martes Santo sacaron a relucir en la mañana de ayer reflejaban un escenario que finalmente no se acabó cumpliendo. La lluvia quiso tener su dosis de protagonismo y poco a poco, desde primera hora de la tarde, se fueron sucediendo las noticias en los seis puntos claves de la ciudad.
Tanto en el barrio de Nueva Málaga como en la Victoria reinaba el pesimismo. Nueva Esperanza, Rocío y Rescate, de manera escalonada, comenzaron a publicar sendos comunicados anunciando la suspensión de su salida procesional. Las sensaciones no eran muy distintas en Pozos Dulces, aunque las fuentes con las que este periódico mantuvo conversación aseguraban que la cofradía tenía claro que salía. Se cumplió el pronóstico. Eso sí, dos horas después del momento previsto e informando a los hermanos a través del canal interno. Las Penas fue encadenando prórroga tras prórroga, aunque quizá en otras circunstancias se hubiera tomado una decisión desde el principio.
Las Penas
De forma directa, accedió al recorrido oficial a través de Especerías-Cisneros. Por unos momentos, todos los prolegómenos quedaron ocultos cuando el Cristo de Buiza cruzó la plaza de la Constitución a los sones de A Jesús de la Agonía. Resulta tedioso repetir siempre lo mismo, pero el nivel de la banda de cornetas de la Esperanza parece no encontrar techo. Esa conjunción se ha convertido en un binomio inseparable de la Semana Santa de Málaga.
La Virgen de las Penas llegó a la Catedral luciendo el manto de flores diseñado por José Carlos Torres. El arreglo, compuesto a base de rosas en el frontal y claveles en los laterales, favorecía la sobriedad de la escena. Eso sí, tanto la candelería como las ánforas presentaron algunos problemas de sujeción.
La lluvia apareció cuando la cruz guía se encontraba a pocos metros de la puerta de la Catedral. Poco a poco, el cortejo fue accediendo al primer templo de la Diócesis, con el respectivo acompañamiento musical al trono del Señor y a la titular mariana. Durante algunos minutos, las dudas sobre lo que haría la hermandad se sucedían en los distintos grupos cofrades. La respuesta no tardó en llegar: los titulares regresarán al Oratorio el Jueves Santo por la mañana, a partir de las 11:30. El cortejo de nazarenos continuó su caminar hasta llegar a la plazuela, acompañados por algunos aplausos del público.
La Estrella
La tensión se mantenía suspendida en el aire dentro de la parroquia de Santo Domingo. En los alrededores, algunos portadores y nazarenos apuraban los últimos instantes antes de sumergirse en una atmósfera de incertidumbre. A cuenta gotas, fueron accediendo al templo. Las naves, abarrotadas, esperaban una respuesta. La junta se había reunido con anterioridad y habían tomado la decisión de que, si a las 19:45 seguía lloviendo, la salida se suspendía.
El tiempo cumplió con la parte del pacto que le correspondía (solo a medias) y poco antes de las 20:00 el arcoíris se dejó ver. Cada vez que algún directivo se acercaba a los micrófonos, se hacía el silencio. Después de varios amagos, el hermano mayor, Rafael Retana, se acercó al ambón. No hizo falta que finalizara la frase. El hecho de anunciar la puesta en marcha de la procesión vino acompañado de una cerrada ovación. Los niños, que durante varios minutos habían entonado al unísono el Padrenuestro, hicieron sonar las campanitas.
El cortejo formó desde la iglesia y discurrió por el lateral del NH para cruzar el puente de la Esperanza y pasillo de Santa Isabel antes de llegar a Especerías-Cisnero. La Virgen, bellísima en exorno y arreglo, se encontró con unas inmediaciones de la tribuna secuestradas por los aforamientos. Pasó por la plaza de la Constitución a los sones de su marcha, Estrella del Perchel, de Miguel Pérez. Sin embargo, el buen hacer con el que la Humillación deleitó a los presentes duró poco. Cuando el Cristo avanzaba por la Alameda, comenzó la lluvia.
La Virgen se encontraba en calle Martínez. Los dos tronos hicieron lo propio y, a paso ligero y bajo plásticos, decidieron regresar a su sede canónica para resguardarse del agua. Ya en la plaza de Fray Alonso de Santo Tomás, el conjunto del Señor y de la Virgen se lucieron con algo más de calma. La banda interpretó Mi Amargura y, al acabar, levantó el trono a pulso. Desde la distancia se podía apreciar como el pueblo, convertido en unidad, arropaba a la cofradía perchelera antes de finalizar un Martes Santo agridulce.
La Sentencia
La hermandad de calle Frailes presentaba uno de los horarios más favorables dentro de una jornada condenada a la continua reestructuración. El hecho de salir al filo de las nueve de la noche les permitía jugar con ese margen extra y aprovechar la mejora en la previsión meteorológica. Sin embargo, las predicciones fallaron y el agua llegó cuando la cruz guía avanzaba por calle Larios.
Desde los palcos oficiales se podía ver cómo la Sentencia traía por calle Granada un cortejo nutrido, bien formado, y desfilando a buen ritmo. Desde las alturas, toda la vía era una hilera de capirotes morados que antecedían al trono del Señor. El Cristo se encontraba girando en la plaza de la Constitución cuando comenzó a llover, pero eso no evitó que pasara a los sones de la agrupación musical Arroquia Martínez de Joda, que brilló a un sensacional nivel. Su paso por tribuna se vio acompañado de los aplausos con los que el público reconoció el esfuerzo de la procesión.
Antes de discurrir por el mismo punto, los mayordomos de trono protegieron el manto de la Virgen con un plástico y la talla de Marín Simón con una capota. Los músicos se resguardaron debajo de un techadillo, por lo que María Santísima del Rosario avanzó a golpe de tambor, eclipsado en varios momentos por las palmas de la gente que en un ningún momento dejó de ovacionarles.
Cabe señalar que la titular mariana presentó un cuidado arreglo, luciendo además varias velas rizadas en la candelería. La Virgen portó la medalla de oro de Enrique Cristófol, quien fuera hermano mayor de la cofradía y recientemente fallecido. Del mismo modo, en el otro del Cristo se ubicaron su escapulario y el bastón de mando en recuerdo del cofrade de la Sentencia.
La procesión no completó el recorrido oficial y decidió recortar por calle Bolsa. Una vez que amainó la lluvia, el trono del Señor volvió a recuperar su ritmo normal, avanzando al ritmo de la música y recreándose en varios puntos del recorrido, dando la sensación por algunos momentos de que todo continuaba con normalidad. Pasaron por Casapalma tal y como estaba previsto: enlazando marchas y con la tradicional petada a la Virgen del Rosario en calle Cárcer, esta vez a los sones de Siempre la Esperanza.
Las flores se mezclaban en el suelo con los charcos que todavía permanecían con vida. En alguno de ellos, quizá, se reflejaban las sonrisas de aquellos que desde la memoria volvieron a estar presente en el reencuentro con su hermandad.