La Semana Santa de Fuengirola es, pese a su corta edad, una de las más esplendorosas de la provincia de Málaga en lo que a titulares y patrimonio cofrade se refiere. Hablamos de una localidad pequeña y también reciente en su fundación municipal -apenas 180 años desde que se emancipó de Mijas- pero que, en las últimas décadas han experimentado un fuerte crecimiento. También en lo cofrade.
Un auge fuerte y veloz, que a su vez, ha atraído a personas de otros lugares de la provincia, de Andalucía y del resto del país, y con éstas, sus costumbres y devociones. Por eso, la Semana Santa de Fuengirola, como la del resto de la Costa del Sol, no se puede explicar sin el vertiginoso desarrollo socioeconómico que la ha colocado como una de las ciudades más pobladas y prósperas de Málaga. Y es que, precisamente, lo que caracteriza a su Semana de Pasión es el increíble crecimiento que año a año han vivido las distintas corporaciones nazarenas costasoleñas.
Las Hermandades de Fuengirola son, por lo general, de corta vida, si comparamos los siglos de historia que poseen algunas de la capital u otras partes de Andalucía. Son grupos humanos que nacen de una particular y callada devoción popular, y que en los últimos 30 años se han tornado en estaciones de penitencia que cuentan con toda clase de enseres y gran seguimiento de sus vecinos y visitantes. Son procesiones que nacen de la intimidad y el cariño de sus primeros habitantes, pero que se han transformado a lo largo de los años gracias al empuje y la experiencia de los nuevos vecinos de estos municipios.
Cuatro hermandades son las que conforman la Semana Santa de Fuengirola. Pasión, que este año cumple su 50 aniversario fundacional -lo que le vale el título de más antigua de la ciudad- abre la Semana Mayor Fuengiroleña con la Pollinica, en cuya procesión participan decenas de niños con palmas para recorrer las calles de su barrio de El Boquetillo. El Señor a su Entrada en Jerusalén es la obra más reciente de la Semana Santa fuengiroleña (2014) y salió de las gubias de Álvaro Abrines. El día grande esta corporación nazarena es el Jueves Santo, cuando procesionan el nazareno de la Pasión, imagen póstuma de Antonio Eslava, y la Virgen de la Esperanza, que despiertan sentimientos muy hondos a partes iguales en El Boquetillo. Mientras que el Viernes Santo es el momento del silencio y el recogimiento en la popular barriada del municipio con el desfile Virgen de la Soledad, portada por mujeres desde hace décadas.
Jueves y Viernes Santos son los días que realizan su estación de penitencia los titulares de la Cofradía Fusionada, que hunde sus orígenes en los gremios de los antiguos comerciantes y los labradores fuengiroleños. Jesús Atado a la Columna -ejemplo preclaro de la imaginería antequerana del siglo XVII- y su Madre de la Amargura -de Pedro Pérez Hidalgo- derrochan clasicismo en la noche del Jueves. El Santísimo Cristo de la Expiración, del recientemente desaparecido Rafael Ruiz Liébana y que procesiona en el antiguo trono del Cristo de Ánimas y Ciegos de la Reales Cofradías Fusionadas de la capital, y la Virgen de los Dolores, encogen el corazón de sus devotos, ya el Viernes Santo, en las calles del centro de la ciudad.
También el Viernes Santo es el turno de la Cofradía Oficial de la ciudad, la del Cristo Yacente, que es una talla del imaginero sevillano Manuel Carmona. Le acompañan los otros dos titulares de la Hermandad; el imponente crucificado de la Caridad Ruiz Montes, y la belleza compungida que Luis Álvarez Duarte esculpió en el rostro de la Virgen del Amor y la Soledad. Digno de ver su discurrir por el entorno del parque de España y las calles del centro en busca de la Estación Penitencial que todas las corporaciones agrupadas de la parte oeste del arroyo Real desarrollan frente a la Iglesia del Rosario, patrona de la ciudad.
No es el caso de la Hermandad del Cautivo, que radica en el popular barrio de Los Boliches. La imagen vertical y conmovedora del Señor que gubió Juan Manuel Miñarro, arrastra mares de devoción en la barriada marinera cada Miércoles Santo y despierta la emoción de bolicheros y visitantes a su paso por la plaza del Carmen. Tras él, Nuestra Señora de los Dolores, de morado intenso en su manto y mirada baja, consigue sobrecoger a propios y extraños con su lento discurrir por las calles de esta zona de la ciudad. La tercera imagen de esta grey cofradiera es Jesús Resucitado -también obra de Eslava-, que, naturalmente, es el encargado de cerrar la vibrante Semana Mayor fuengiroleña, acogiendo en sus filas nazarenas representación de todas las cofradías de pasión y gloria de la ciudad con los respectivos estandartes de todos y cada uno de sus titulares.