Como cada Miércoles Santo desde hace más de 270 años, la Cofradía Nuestro Padre Jesús El Rico de Málaga volverá a liberar un preso. En esta ocasión, se trata de Antonio Daniel M.P, condenado por un delito de tráfico de sustancias estupefacientes.

El reo fue condenado por la Sección Novena de la Audiencia Provincial de Málaga, en sentencia, el pasado 21 de septiembre de 2021, como autor de un delito de tráfico de sustancias estupefacientes, a la pena de tres años de prisión con inhabilitación del derecho de sufragio pasivo necesario durante el tiempo de la condena, y multa de 1000 euros, por hechos cometidos en el año 2020.

Así se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado este miércoles, donde se puede localizar este decreto ley que aprueba el indulto. "Se han considerado los informes del Tribunal sentenciador y del Ministerio Fiscal, estimando que, atendiendo a las circunstancias del condenado y de acuerdo a la información que obra en el citado expediente, concurren razones de justicia y equidad, a propuesta de la Ministra de Justicia, y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 28 de marzo de 2023", se lee en el documento que oficializa el indulto. 

De esta forma, Antonio Daniel M.P. será indultado con la condición de que no vuelva a cometer ningún "delito doloso" en el plazo de tres años desde la publicación del real decreto.

Tradición

La tradición de liberar a un preso en Málaga se basa en una pragmática real de Carlos III, dictada tras una epidemia de peste en 1756 que incidió gravemente entre la población y ocasionó la suspensión de las procesiones de Semana Santa de 1759.

Ante esta circunstancias, los reclusos de la prisión pidieron al alcaide sacar ellos la imagen de El Rico -de la que se declaraban devotos- y, al serles denegada la solicitud, se amotinaron, escaparon y llevaron a hombros el cristo por las calles en la procesión más larga que se recuerda en la ciudad.

Tras acabar, los presos volvieron a sus celdas; lo que coincidió con la repentina desaparición de la epidemia -que se cobró numerosas vidas- y esto fue interpretado como un milagro que impresionó al rey, quien concedió el privilegio, ratificado por Juan Carlos I poco después de ser proclamado rey.

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