Los naranjos, cuajados de azahar, perdieron su batalla contra el calor tiempo atrás. Dicen que el cambio de estación llegó a Málaga el 20 de marzo, pero hasta ayer no entró la primavera. Son las paradojas de una ciudad que no responde a la autoridad del calendario gregoriano, sino a la canalización de las emociones en torno a su Semana Santa.
Recorrer la hilera de personas que se agolpan en las aceras para ver a la cofradía de la Pollinica es asomarse a las ojeras de los nervios que han mantenido en vilo al pueblo durante la noche más mágica del año. Algunos han madrugado tanto que han salido de sus casas cuando el sol todavía era un amago de realidad. Se reconocen fácilmente porque llevan los capirotes bajo el brazo y las túnicas en la bolsa para que lo único que se vea sea la ilusión renovada de la jornada.
Son niños de todas las edades, hacedores del rito más renovador de una comunidad que resucita una vez al año para no faltar nunca a su cita. Aquí uno llevaba un traje nuevo que le había comprado su madre algunas horas antes, pero no olvidaba que el verdadero estreno del Domingo de Ramos seguía siendo el cielo de Málaga.
La luz pintó de mañana el camino que recorrió la corporación de San Agustín. Palmas al vuelo, júbilo en las campanillas y los abrazos convertidos en tradición cuando el trono del Señor llegó a la tribuna oficial. Por allí andaba un nazareno nervioso que leyó en papel amarillo su primera venia. La nuestra.
Lágrimas y Favores
A las 15:55 salía la Virgen de Lágrimas y Favores de la parroquia de San Juan. Minutos antes, la feligresía había sido testigo de la puesta en la calle del numerosísimo cortejo nazareno de túnicas crema y capirotes verdes. Qué pena que esta estampa, tan plena en todos los sentidos, haya quedado relegada a un segundo plano en favor de la casa hermandad, con vistas a un río que sigue siendo cicatriz.
La celebración se torció cuando, a los pocos metros de la puerta del templo, la corona de la titular mariana sufrió daños al desprenderse el halo y hubo de ser repuesta. La primera de las cofradías Fusionadas aglutinó a un gran número de personas en calle Echegaray. Aquello fue apoteósico. Los espectadores que tuvieron que esperar algo de retraso sobre el horario previsto para ver pasar a la comitiva. Llegó a Santa Lucía a los sones de Pasan los campanilleros.
Más suerte tuvieron los hermanos que, otro año más, se fundieron en un abrazo para cantarle el himno a La niña de San Juan, contando como es tradición con la presencia del actor malagueño Antonio Banderas.
Dulce Nombre
Desde el barrio de Capuchinos, nazarenos de hábitos franciscanos salieron a la calle para acompañar a Nuestro Padre Jesús de la Soledad y María Santísima del Dulce Nombre. Con esta hermandad quedó inaugurada la Semana Santa en este espacio malagueño que el domingo vivió uno de sus días grandes. Los rayos del sol se colaban entre la malla del palio para hacer brillar el turquesa del manto. Flores blancas y tonos dorados que coqueteaban con la orfebrería del trono.
Los sones de la banda sinfónica de la Trinidad se escucharon de fondo mientras los vecinos exclamaban lo "guapa que venía la Virgen". Es curioso comprobar que el verdor de los jardines de la Pastora se sigue abriendo paso entre los ya casi extintos tinglados.
La luz también quiso colarse en el conjunto del Señor, dejando intuir las lágrimas que están a punto de brotar de los ojos. Así lo vivió uno de los muchos cofrades que hoy han estado al pie del cañón para que la semana mayor de Málaga llegue a todos los rincones.
Salutación
"Sube el Nazareno hacia el Calvario con la cruz". Las voces quebrantadas de las hermanas carmelitas son un canto al camino de una vida dedicada a la oración. Es un finísimo hilo dulce por el que desfilan los designios pertinentes de la cofradía de la Salutación. Solo la campana rompe la melodía, a la que se suman algunos tímidos coros que quieren sentir la compañía de Dios.
Calle don Rodrigo y Álvarez se resquebrajan para que la procesión siga desfilando hacia un Centro que no encuentra la verdad de los templos del extrarradio. Tras el misterio, con el Señor y la Santa Faz presidiendo el encuentro ante la Verónica, la Agrupación San Lorenzo Mártir. La prueba perfecta de que la música en Málaga tiene mil rostros.
Unos metros atrás, la primera conversación ahogada en lamento de la Pasión. San Juan y la Virgen del Patrocinio anticipan un final conocido a medias, pero para el desenlace todavía queda una semana. Claveles y rosas rosas componen el exorno floral, construido en estructuras cónicas. Exquisito.
Humildad y Paciencia
Había desbordado expectación desde los inicios, pero la nueva talla del Cristo de Humildad y Paciencia, de José María Ruiz Montes, ya escribe su historia en presente perfecto. Poco a poco, la hermandad carmelita ha culminado las estaciones de un año aún sin cerrar, consolidándose como el gran estreno del Domingo de Ramos.
Las descripciones que se puedan hacer son innecesarias frente a lo esclarecedor de la escena. La altura, la espalda, los ángulos. Un descubrimiento constante de realidades. Salió la talla del trono en la primera fase de ejecución, sobre un monte de corcho con vegetación silvestre y elementos pasionistas.
Por su parte, la Virgen de Dolores y Esperanza lució un conjunto cuidadísimo (desde el atavío hasta las flores) que se vio acompañado de una cruceta a la altura de las circunstancias. Estos cofrades son el ejemplo perfecto de lo que supone llevar el barrio al Centro de Málaga.
Humildad
Málaga coquetea en una danza constante de azules y blancos. El Mediterráneo perenne a veces se viste de tonos impolutos para encarnar la pasión. En Mariblanca, la madurez nazarena del domingo se abre paso como un capítulo más de las etapas de una vida. Tras la niñez (con Pollinica) llegó el momento de vestirse de adulto. Se deja ver en las arrugas que huyen tras los agujeros del antifaz. Cualquiera soñaría con que sus hermanos siguieran al pie de la cruz cuando las fuerzas del varal flaquean.
Pero estas reflexiones no son más que el anticipo al Cristo de Buiza, este año con túnica bordada, que sigue conformando una de las más perfectas teatralizaciones de la Semana Santa. Es de los pocos casos en los que el público es juez y parte, convirtiéndose en un elemento más del misterio.
Claveles sangre de toro en las piñas del patio de Pilato y la banda de cornetas de la Esperanza, que interpretó Ora pro nobis. La configuración narrativa expuesta se repite en el caso de la Virgen. Qué gusto dan los barrios en este día, reviviendo los entornos que la Semana Santa defiende con sus garras barrocas. Qué decir de la Virgen de la Merced. Perfectísima composición.
Salud
Rigor y seriedad nazarena. Desde la Trinidad, tras lograr una salida casi imposible, llegó la hermandad de la Salud al Centro de la ciudad. Es indudable el impecable caminar con el que cada año realizan la estación de penitencia, consolidando estética y fondo en una composición catequética extraordinaria.
Una vez más, son la prueba de que la Semana Santa es una amalgama riquísima de estilos, influencias y composiciones que renacen en la forma que la tierra tiene de vivir estos días. En cuanto a los conjuntos, el clasicismo de la propuesta no restó protagonismo a la belleza de los mismos. La vuelta hacia el barrio sigue siendo el gran atractivo para aquellos que buscan la mirada del silencio.
Huerto
Con 12 minutos de retraso, arrastrado a raíz del incidente de Lágrimas y Favores, entró la hermandad del Huerto en tribuna oficial. Desde las orillas del Guadalmedina, esta corporación de los Mártires hizo brotar los olivos por Málaga. En sus andares, la talla de Ortiz mantiene los sabores clásicos de un lugar que todavía se aferra ser lo que siempre fue. Dicho está que lo que funciona no ha de ser cambiado. Faraonas, agrupación y la siempre perfecta túnica que todos los años luce el Señor. El conjunto resurgía tras un inmenso árbol que copaba más de la mitad de las andas, emanando la escena entre las ramas.
Por su parte, la Virgen de la Concepción presentó un cambio sustancial. La restauración del manto impidió que la obra de Leopoldo Padilla pudiera salir, luciendo en sustitución una pieza lisa. La luminosidad se concentró en la candelería y en los bordados del palio, conjugando en tonos dorados el rostro de la dolorosa y su mirada implorante al cielo.
Prendimiento
El recogimiento de los frentes de procesión en silencio contrastan con las propuestas anteriores. No es la única bifurcación conceptual, porque aquí el blanco se reviste de capas rojas y azules. Tampoco hay palermazos, sino toques de campanillas y mantillas.
Los pináculos colorados y las peinetas negras no impiden que se vea a lo lejos, por la plaza de Capuchinos, el olivo integrado en el trono del Prendimiento. Eso sí, de unas proporciones perfectas. Veremos en el futuro. Todo el protagonismo lo acapara la talla de Lastrucci, que ataviada de blanco y oro con mantolín burdeos luce en la parte principal de las andas. Un detalle, las monedas de Judas ya están a los pies del Señor, aun cuando todavía quedan horas para que eso suceda.
De la mano derecha emanan las rosas rojas. Los sones de la Agrupación Musical marcan el compás. Sin perder de vista el conjunto del Cristo, la Virgen del Gran Perdón aparece a lo lejos. La inmensidad del trono contribuye a ello, llenando la avenida con el palio y el manto. La talla lució un terno entero azul marino, pidiendo el conjunto un mayor lleno del espacio destinado para la cera.
Antes de eso, la sección infantil volvió a renacer las sonrisas. ¡Qué bonito es ver una sección de faraonas tan nutrida! Una pena que otros opten por llenar el cuerpo de acólitos con tropecientos monaguillos. Siguió su caminar por cuestas descendientes (porque a Málaga se baja y al cielo se sube), siguiendo el itinerario que le llevaría de vuelta al barrio, ya en los primeros momentos del Lunes Santo.