Salida de la Virgen de la Paloma de la plaza de San Francisco.

Salida de la Virgen de la Paloma de la plaza de San Francisco. Amparo García

Cofradías

El Miércoles Santo ahonda en una Málaga atada al deseo de lo imposible

El retraso acumulado de la jornada provocó que la Archicofradía de la Expiración entrara en la tribuna oficial 45 minutos más tarde de la hora prevista. 

6 abril, 2023 05:00

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Dijo alguien que la política es el arte de lo imposible. Esta imprecisión en la cita no se debe a una carencia de interés por identificar al artífice, sino porque ha sido tantas veces escrita que a nuestros días ha llegado una obra con mil padres. Es igual si fue Aristóteles, Maquiavelo, Von Bismarck o Cánovas del Castillo. Lo importante es que existe una disciplina que, según cuenta, puede convertir en realidad aquello que es simple deseo.

No parece mala receta para aplicar a un Miércoles Santo que vive encajonado en medio de una Semana Santa de difícil encuadres. Este día es por definición el que mayor complejidad presenta, convirtiéndose en una suerte de rompecabezas para los responsables de horarios e itinerarios. Se sabía que no funcionaba antes de plazo, y los presagios se cumplieron. Los más poéticos podrán decir que estaba escrito. Más allá de las formas, la cuestión sigue siendo la misma. 

Mediadora

Visitar las calles por las que caminaron tus ídolos; recorrer los pasillos en los que se formaron; conocer las aulas en las que aprendieron a pensar en sus obras. Posiblemente, ese sea el único camino para llegar a la senda de la excelencia que otros emprendieron tiempo ha. En la Semana Santa de Málaga no existen estas escuelas de forma física, pero basta con acercarse a los tronos para entender que la ciudad también cuenta con sus particulares van der Rohe y Bauhaus (si habláramos de arquitectura).

Nazareno de Mediadora.

Nazareno de Mediadora. Amparo García

Popes del arte del varal se dan cita en la cofradía de Mediadora. Sus ensayos y papers están presentes únicamente de forma efímera, emanando de las voces de los capataces para desvanecerse en el aire: “Es mala la calle, pero nosotros la hacemos mejor (…). Estamos aquí para esto; para lucharlo. ¡Ya estamos en la película! ¡Poco a poco! Avanzamos con los talones". Las órdenes no cesaron en ningún momento, manteniendo la concentración de los hombres de trono que ejecutaron a la perfección las curvas del itinerario. 

La cofradía sigue siendo una lucha de fuerzas con el entorno. La obra de Navarro Arteaga sobresale entre el brutalismo de Hacienda, Correos y El Corte Inglés. Esta dicotomía no encuentra su relación en el conflicto, sino en la convivencia que demuestra que la vida también son contrastes. El trono, que continúa en su fase de ejecución, comienza a atisbar las líneas sobre las que caminará el Redentor, abrazado a su cruz y al grupo de jóvenes cofrades que con mimo cubrieron sus pies con claveles. 

Este trabajo de espada (bajo el cajillo) y pluma fina (sobre el mismo) se mantiene con la Virgen, iluminada por la personalísima candelería y exornada con exquisito gusto en sus andas procesionales. La conclusión es clara: la otra mirada del Miércoles Santo viene de calle Ayala.

Salesianos

Nazareno de Salesianos.

Nazareno de Salesianos. Amparo García

Con el patíbulum de la cruz del Redentor asomando entre las alturas, la trasera de la tribuna principal comenzó a vislumbrar los primeros nazarenos negros. Venían desde capuchinos y por las calles estrellas del casco norte iban dejando en el asfalto una hilera de gotas tinieblas. Algunas de esas lágrimas de cera caían sobre las túnicas de los mayordomos de tramo, estampando el tergal de un pasionista designed by Jackson Pollock.

La hermandad de los Salesianos, con su siempre carismático angelito guardando de la tradición, es ejemplo de solemnidad. El devenir de la cofradía, serio y regio, fue ganando los terrenos perdidos de la ciudad. Los pasos en firme y las cornetas tras el Cristo (bien podría redescubrirse la estampa con una banda de música) se escapaban entre las curvas rendidas de Santa Lucía. Las sombras de la estrechez se callaron para no acabar con el silencio. El contrapunto nazareno de la jornada.

Fusionadas

La inercia le lleva a uno a escribir que "desde San Juan partió la procesión de las cofradías Fusionadas". Sin embargo, aquel arranque clásico ya forma parte del pasado (¿y del futuro?). Segundo año y todavía sigue costando entender cómo la icónica parroquia del Centro no resplandece en el colorido tumulto de sus nazarenos cada Miércoles Santo. 

Las secciones de Azotes y Columna, Exaltación, Ánimas de Ciegos y Mayor Dolor (esta última, la más extensa de todas) desfilaron por Cisneros y Especerías, dejando una estela policromática que se quedaba grabada en los carriles de cera del suelo. 

Buena actuación musical de la Agrupación Musical del Cautivo de Estepona, que acompañó a la primera de las secciones. El trono del Señor continúa en la línea emprendida hace algún tiempo, consolidando un estilo reconocible cada tarde de Miércoles Santo. Marchas acompasadas y paso largo con el tambor.

En el caso de la Exaltación, las miradas se batieron en un duelo entre el sur y norte. Entre el arriba y el abajo. Por un lado, los que sabían que lo importante estaba encima del dorado; por otro, la curiosidad de querer ver al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, bajo los varales. 

Promesa detrás del trono.

Promesa detrás del trono. Amparo García

"Tú nos dijiste que la muerte/ No es el final del camino/ Que aunque morimos no somos/ Carne de un ciego destino". La letra de La muerte no es el final explica a la perfección la emoción que cada año levanta el tercero de los titulares de las cofradías Fusionadas. Como escribió José Saramago, para él la luz, esta luz, se había convertido en ruido. Pero esas sombras dejan ver la imagen del Cristo de Ánimas, aunque no sea necesariamente a través de la vista. 

En última instancia llegó la Virgen del Mayor Dolor, luciendo un cuidadísimo exorno floral en tonos azules y engalanada en su trono (de idóneas perfecciones) mientras era paseada con mimo por la ciudad. 

Paloma

Sones de bomberos rescatados después de que la Sangre prescindiera de ellos. Así abría el cortejo la cofradía de la Paloma, salvando del olvido a la banda capital de la ciudad (aunque en los tiempos actuales no sople el viento a favor). Tras ellos, una gran riada de capirotes blancos y túnicas burdeos que acompañaban al Cristo de la Puente del Cedrón (única advocación en el mundo). La incorporación de la faraona el año pasado dota de impronta clásica a un conjunto que ya goza per sé de la esencia del glosario malagueño. ¡Larga vida al verruguita!

Tras él, una interminable fila en la que el rojo deja paso al azul. Prácticamente calle Carretería al completo (también de aforo; no hay billetes en las aceras) se llenó de penitentes de la sección de la Virgen cuando el trono de comenzó a hacer posible lo imposible (esta vez sí). Los arbotantes plegados y el silbido de las macollas peinando las balconadas de la plaza de San Francisco. “¡Ostras, mamá! ¡¿Cómo lo hacen?!”, exclamó una niña. Se refería al sistema mecánico para recoger los arbotantes, aunque la frase sirviera para constatar el milagro conseguido.

La Virgen de la Paloma.

La Virgen de la Paloma. Amparo García

La presencia de protocolo, autoridades y etcéteras (este año con un Martínez Almeida más comedido -aunque los gritos por el fútbol siguieron entre el público-), se situó delante de las andas, convirtiendo la escena en un frente infranqueable. ¡Qué impresión sigue causando ver esa mole moverse con ligereza, en un vals de dos tiempos, mientras suena Reina de Triana!

Apuntes para los interesados: el cortejo de la Paloma acumuló 23 minutos de retraso (sin atisbo de querer recuperar durante el discurrir) que tuvo que asumir la cofradía de El Rico. Esta desajuste creció hasta los más de 45 minutos que sufrió la Archicofradía de la Expiración. 

Rico 

“Vamos a hacer historia una vez más. ¡A por ello! ¡Elegante!”. El mayordomo de trono quiso dejar constancia de la épica del momento. Para contextualizar la escena: nos encontramos en calle Postigo de los Abades. Son las 19:30 y el sol se cuela entre los áticos de calle Strachan. Solo algunos rayos de luz tienen la dicha de tocar la cara del Nazareno. La gran mayoría van a chocar a los ojos de los músicos, que han interpretado hace un momento Alma de la Trinidad.

Estos son los instantes previos antes de que la cofradía de El Rico enfile la plaza del Obispo para, ahora sí, convertir en realidad la herencia de otrora Semana Santa. El privilegio del indulto (época de Carlos III, pandemias, reos que se convierten en devotos… ya saben) constató la vida que derrama una primavera malagueña de leyendas y tradiciones. Tal es la vigencia de lo antiguo que el conjunto del Señor arrastra los sabores de tiempo imperecederos.

El Rico, camino al acto de liberación del preso.

El Rico, camino al acto de liberación del preso. Amparo García

Sonaba Nuestro Padre Jesús cuando la otra procesión, la institucional, llegó a la Catedral para dar fe de la legalidad del perdón salido de los despachos ministeriales.
La Virgen del Amor, enmarcada en tules de estreno, lució en un precioso exorno compuesto por rosas crema, rosas blancas, rosas ramificada blanca, iris blanco, orquídeas, flor de cera, peonías y flor de arroz. Un frontal inspirado las composiciones que crearon nuestros padres.

Sangre

Soberbio. Majestuoso. Superlativo. Sublime. Esplendoroso. Magnífico. Uno tiene que recurrir al diccionario de sinónimos para poder encontrar el término que mejor defina la procesión de la Sangre. Si hay alguna corporación que en los últimos años ha dado un cambio de rumbo para adentrarse en las aguas del éxito, esa ha sido la Archicofradía mercedaria.

Casi todo lo que salió a la calle es digno de elogio, aunque cuando la herencia patrimonial recibida no siempre alcance las cuotas de excelencia. La propuesta estética del misterio del Cristo fue un compendio de buen gusto. La composición de las imágenes, la vestimenta (sobre todo de la Magdalena) y en especial la altura del Señor son la prueba irrefutable de la imagen. La cruceta musical, acorde al camino de solemnidad tomado, fue igualmente exquisita.

Pero si soberbio fue el paso del primer titular, no se quedó atrás el de la Virgen. A los sones de Malacitana, de Antonio Rozas, desfiló por la tribuna principal, enmudeciendo al público (muy numeroso) que estaba presente. Igualmente acertado el cambio de las túnicas en ambos tronos, pasando del blanco con bocamangas al color rojo y malva en cada caso. La nota amarga (relativamente) recae sobre el cortejo, que en algunos puntos excedió la distancia entre nazarenos. 

Expiración

La Expiración en la calle es un paseíllo de Curro Romero. Son las zancadas en firme aplastando la solería burguesa de Málaga por el peso del oro y la plata. Es el quebranto, el lamento callado y las letanías infinitas que se pierden en las caracolas de sus tronos. 

La Expiración son los gritos de ¡viva la Guardia Civil! y la música callada del silencio. Los acordes de Mater Mea y de la coronación de los Dolores de Artola. Son las fanfarrias de la Benemérita, las campanillas de los niños con faraona, las velas como bastón para no manchar de cera la túnica nazarena y la voluntad de mimetizarse con el decimonónico centro de Málaga. 

La Expiración son las almas de San Pedro, las llaves del viejo Perchel sur, la antesala al inicio del fin que en realidad es el principio; las buganvillas y los claveles rosas, los hábitos nazarenos bordados y el reflejo de la vida en el brillo de la calle. ¡Ya está la luna llena!