Foto de familia tras la presentación del acto.

Foto de familia tras la presentación del acto. Agrupación de Cofradías

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La Málaga cofrade arranca la cuenta atrás con la presentación del cartel de la Semana Santa

El acto estrenó nuevo emplazamiento, celebrándose por primera vez en el cine Albéniz de calle Alcazabilla. 

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El cartel encargado de anunciar la Semana Santa de Málaga de 2024 ya ha visto la luz. Este jueves ha tenido lugar la presentación de la obra con la que el artista antequerano Ángel Sarmiento Burgos (1998) ha proyectado su visión de esta celebración: una escultura en madera y terracota en la que un frente de monaguillos y una tipografía protagonista conforman el conjunto de la pieza. 

El Cine Albéniz de calle Alcazabilla ha acogido el acto, que arrancó con la intervención del presidente de la Agrupación de Cofradías. José Carlos Garín inició su discurso defendiendo el papel que a día de hoy sigue desempeñando el cartel de la Semana Santa de Málaga. Incluso en unos tiempos en los que “parece haber perdido su función original”. 

Así, explicó que además de su “incuestionable valor histórico y artístico”, esta obra es el “primer estandarte” que se levanta para conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. “Tras él, nos ponemos en camino todos los cofrades malagueños, con el orgullo de pertenencia y el orgullo de hacer pública manifestación de fe por las calles de nuestra ciudad un año más”, añadió. 

Garín reconoció la riqueza simbólica y las señas identitarias de esta celebración, haciendo hincapié en la dificultad de representar plenamente su grandeza en un cartel: “Coincidiremos en que es imposible representar todas las Semanas Santas que cada uno lleva en su corazón cofrade, pero el cartel es ese símbolo con el que nos ponemos en marcha para afrontar la Cuaresma”, incidió. 

Así, subrayó que la creación de Ángel Sarmiento ha de servir para anunciar “nuestro compromiso de coherencia” con lo que somos y lo que proclamamos ser, convirtiéndose en una llamada para “prepararnos y profundizar” espiritualmente. 

“Todos somos partícipes”

La presentación del cartelista corrió a cargo de la comunicadora de 101tv Raquel Espejo, quien también forma parte del equipo responsable de custodiar el archivo de la Agrupación de Cofradías. Precisamente, la referencia a la historia de la institución no tardó en llegar. Espejo apuntó que la primera noticia de la hemeroteca que recoge la presentación de este acto es de 1924, por lo que en este año se celebra el primer siglo del “anuncio de nuestra expresión de religiosidad popular”. 

Entonces, hace 100 años, estas pinturas procedían de Madrid porque “había que promover esta semana en otras ciudades”: “Ahora, Málaga tiene un nivel con el que puede mirar a los ojos a otras celebraciones, por lo que debemos creérnoslo. Tenemos la tremenda suerte de poder presentarlo casi para nosotros, los cofrades. Y a la vez, para todos”, apuntó, destacando así el impacto que en los últimos años ha alcanzado el cartel gracias a la tecnología y los medios de comunicación. 

Espejo quiso destacar el papel inclusivo de esta celebración que ha de regirse por la expresión del “sentimiento cristiano” que tiene como mandamiento único el amor, “principal brújula” en el camino hacia Dios. Sin embargo, la comunicadora destacó que no siempre es fácil ponerlo en práctica, especialmente en una sociedad cada vez “más polarizada y con más extremos”, donde no hay “casi cabida” al silencio. En esta vorágine, escenas como las que se viven en Semana Santa (la mirada a la Virgen después de ver marcharse un palio, la música de las bandas, las promesas después de los tronos…) siguen siendo momentos de “equilibrio y paz”. 

“Es algo que se aprende desde pequeño y que con nuestro ejemplo transmitimos a nuestros hijos”, exclamó, antes de “desnudar el alma” para exponer ante los presentes lo que ha sido su último año: “Las aguas no vinieron calmas y mi océano se convirtió en un mar bravío donde las tormentas se encadenaban. Cada día era una nueva prueba de supervivencia. Oscuridad. Sólo había un faro, una luz, algo que milagrosamente permanecía y permanece en el caos: Él y la cruz. Él y su Madre”. 

Tras esta reflexión, dio paso al elemento protagonista de la cita: el cartel de Ángel Sarmiento, un antequerano con corazón “dulce”, que ha dejado la “sonrisa perenne de sus ojos” en el trabajo que le ha regalado a Málaga y al mundo y que fue recibido por una cerrada ovación del público presente en el cine Albéniz. 

Espejo describió al artista (el segundo más joven en asumir el encargo de la Agrupación de Cofradía en más de 100 años) como un estudiante continuo de Bellas Artes, con “mirada profunda” pero transformado en un adulto que “bebe de los clásicos” para adentrarse en un horizonte “sencillo, firme” y libre de cánones.

“La infancia, y todo lo que conlleva alrededor, es algo muy serio. A través de estos monaguillos y con la contemplación limpia de estos niños inocentes de hipocresía, maldad, encorsetamientos y vanagloria, observamos y vemos la forma más limpia de una Semana Santa”, describió la comunicadora. 

"Risas y travesuras"

Son esas cualidades, las palabras de Espejo, las que permiten que el cartel refleje el recuerdo de lo que “hemos vivido” en primera persona a través de ese grupo de monaguillos que “entre risas y travesuras” soplan un incensario: “Un cartel que nos hace gigantes a su lado, gigantes adultos que necesitan del arte para sentir esos viejos latidos de jóvenes corazones que despiertan a una nueva vida”. 

Sobre el proceso creativo, Espejo subrayó que Sarmiento “estudia y analiza” continuamente la obra que está en su taller, restándole “ruido” hasta llegar al silencio. Todo ello como fruto de la dedicación de un artista, con poco más de doce años, se inició en el mundo del modelaje. Es un trabajo de meditación el que antecede a una creación de este tipo.

La sencillez de Ángel es una virtud de las almas grandes y de las personas nobles que le hacen cercano, humilde y delicado, no sólo en el trato, si no en la exquisitez de la obra, donde en todos los pequeños detalles veremos la grandeza de este artista”, afirmó. 

Sus estudios de Bellas Artes le inclinan a los clásicos, aun siendo una pieza contemporánea que bien podría ser una escultura, o un trampantojo visto desde el papel. Un cartel que es capaz de “igualar en altura estética” a un relieve de la catedral de Jaén, a un friso clásico, pasando por los Niños del Coro del Museo del Duomo en Florencia o recordarnos a la Fuente de los Niños de Mariano Benlliure. 

Su lectura sería una composición literaria del género de la picaresca, cercano al Lazarillo de Tormes y su expresión pictórica que recuerda a “cuadros eternos” por su disposición velazqueña de estos chiquillos, del tipo de Las Hilanderas o Las Meninas. La armonía del conjunto de los monaguillos incluidos en la pieza transmite equilibrio y convierte la pieza en una obra homogénea sin estridencias, elegante, clásica en concepto, moderna en la presentación.

“Todos, mayores y niños, los que gustan y los que no, somos participantes de este espacio de tiempo que se vive en la ciudad en la intensidad de una semana, donde tradición, cultura, religión y futuro se reescriben en cada una de ellas”, finalizó Raquel Espejo. 

Ángel Sarmiento, “transparencia y sencillez”

El artista antequerano Ángel Sarmiento defendió la “transparencia y sencillez” con la que ha trabajado a lo largo del proceso, intentando dejar atrás “complejos y pensamientos” que le ataban: “Me he blindado de aquello que me disfrazaba de lo que no soy”, confesó. 

Definió su obra como una “suspiro” en blanco y albero que se tiñe con los colores del Ayuntamiento para convertirse en una “víspera”: “Es un trozo de algo que no es, pero que está a punto de llegar. Este silencio antes de vuestro ruido; este blanco antes de todos vuestros colores”, anunció. 

Así, con sus manos “sucias de barro”, Sarmiento se reafirma como escultor, pero también con la magnitud de afrontar este reto “desde el corazón”, preguntándose qué le hace feliz: “El cartel busca acercarse a ti con la simpatía de la felicidad que nuestra semana nos ocupa. Con esa forma española de retratar nuestra sociedad llena de matices y pormenores. De sintetizar un abanico tan amplio como es la Semana Santa de Málaga, en lo más sencillo, lo más pícaro, en el Sancho del Quijote, el puchero en Santa Teresa o el travieso del Lazarillo”, expuso. 

Sarmiento quiso dedicar esta obra a su familia y, en especial, a la ciudad de Málaga, "motivo y fin" de todo cuanto ocupa: "Gracias, cofrade malagueño, por dejar tu cartel en manos de esta travesura de niños que no es más que un dejad que los niños se acerquen a mí. Pido que sólo como niños os acerquéis a Él, con los corazones blancos y la mirada nueva. Que nada os arrebate ese ratito de ser niño con tu hermandad”, exclamó al acabar.