Llegó. Tal y como estaba previsto que sucediera; tal y como parecía que estuviera olvidado. La Cuaresma se ha adentrado ya, sin atisbo de duda, con toda su fuerza en Málaga. El minuteo es imparable y la primera prueba de ello es que la ciudad ha vuelto a vivir el Vía crucis que, desde hace 22 años, marca el inicio de este tiempo de preparación antes de la llegada de la Semana Santa.
Tal y como estaba previsto, el cortejo, presidido por el Cristo de Ánimas de Ciegos en su 375 aniversario, partió desde San Julián conformado por una sección de hermanos de la corporación, miembros de las distintas hermandades agrupadas y la junta de gobierno de la propia Agrupación y sin más acompañamiento que dos tambores roncos de Bomberos.
Tras recorrer las calles de San Julián, Nosquera, Comedias, Santa Lucía, Granada, Plaza del Carbón, Plaza del Siglo, Molina Lario y Santa María, el crucificado (portado sobre el trono de la cofradía de Estudiantes de Álora) llegó a la catedral de Málaga pasadas las 20:00, dando comienza al rezo de las estaciones.
Este ejercicio espiritual viene a recordar que el Vía crucis del hijo de Dios no fue simplemente el camino hacia el lugar del suplicio. “Cada paso, cada gesto o palabra de Jesús, así como lo que vieron e hicieron todos aquellos que tomaron parte de este drama, hablan continuamente. En su Pasión y muerte, Cristo revela la verdad sobre el misterio de Dios y sobre el misterio del hombre. Con la contemplación de este ejercicio de piedad, se busca meditar el contenido de aquellos acontecimientos únicos de la historia de la humanidad, para que hablen con renovado vigor a la mente y al corazón y preparen a los cristianos para una auténtica participación de los Misterios de la Pascua del Señor”.
Con estas palabras comenzó un acto que contó con la participación del obispo de la Diócesis, monseñor don Jesús Catalá, quien se dirigió a los presentes tras finalizar la última estación. Durante su intervención, Catalá invitó a todos a leer de forma continua la palabra de Dios, concretamente el evangelio de Marcos, de manera que sus versículos “nos acompañen durante la Cuaresma”.
Del mismo modo, además de referirse al ayuno y a la penitencia, recomendó a todos a participar del sacramento de la penitencia para “limpiarnos y pedirle perdón al Señor”: “Deseo un fecundo y gozoso camino cuaresmal para disfrutar con gran alegría la noche Pascual en la vigilia, en la que deberíamos estar todos”, subrayó.
Anteriormente, participaron como lectores de las distintas estaciones miembros de la Junta de Gobierno de la Agrupación de Cofradías, así como diferentes hermanos mayores; todo ello con la presencia de Rafael Carmona, delegado episcopal para asuntos económicos, como celebrante del acto.
Tras las lecturas, comenzó el traslado de regreso del Santísimo Cristo de Ánimas de Ciegos desde la Catedral hasta su Iglesia de San Juan según el horario previsto. En este caso, se han incorporado al cortejo la Banda de Cornetas y Tambores del Real Cuerpo de Bomberos en la cabeza y a la de Cornetas y Tambores de la Esperanza tras el Cristo.
La procesión se alargó en exceso por un recorrido que buscó callejear antes que dirigirse de manera directa a su templo, dando una vuelta alrededor de San Juan por calle Nueva y la calle homónima. Sin embargo, hay que destacar la adaptación de la banda de la Archicofradía, que llegó a interpretar piezas típicas del Miércoles Santo como el clásico Bolero.
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