Un año más, los cientos de miles de ciudadanos que cada día se echan a las calles de Málaga para disfrutar de la Semana Santa van a tener que estar atentos al suelo. La empresa municipal de limpieza del Ayuntamiento seguirá usando el famoso líquido anticera, criticado por el peligro de caídas y los daños que provoca en las túnicas de nazarenos.
Es por ello por lo que este jueves se celebró en la Agrupación de Cofradías una reunión a la que asistieron diferentes representantes de las hermandades, de Limasa y de A&B Laboratorios de Biotecnología, la compañía encargada de suministrar este producto al Ayuntamiento.
Durante el encuentro se trataron ambos asuntos. Sin embargo, pese a la “buena disposición” de las partes implicadas y la “gratitud” mostrada por las corporaciones de pasión, distintos asistentes con los que se ha puesto en contacto EL ESPAÑOL de Málaga muestran su preocupación ante un problema sin atisbo de arreglarse para este año.
Esta sensación se produce después de que la alternativa que se planteara al famoso líquido fuera usar cucuruchos de cartón para evitar que la cera de la vela caiga sobre el pavimento (como expuso la edil responsable, Teresa Porras, junto a un hermano mayor) o que los nazarenos vistan túnicas y capas más cortas para que el tejido no arrastre por el suelo.
Otra de las críticas a las que se refieren parte del informe presentado por Limasa en la que se recogen los efectos que el producto genera sobre los equipos de los penitentes. Y es que este documento está realizado, precisamente, por A&B, la compañía distribuidora, que en este caso se encuentra actuando como juez y parte.
De hecho, hablan de incongruencia en algunos de los aspectos a los que se refiere el texto: por ejemplo, aseguran que han identificado desperfectos en la zona del costado de algunas túnicas por lo que concluyen que los daños no proceden del líquido. Sin embargo, sobre este extremo, fueron respondidos con la manera que hay en la ciudad de llevar los cirios al cuadril; es decir, apoyados sobre el costado, constatándose así el origen del problema.
“Las soluciones no cuadran”, afirma otro de los presentes. Así, asegura que propusieron “acortar túnicas y capas”, algo que resulta inviable teniendo en cuenta el modelo malagueño en el que los equipos nazarenos no pertenecen al hermano, sino a la hermandad.
“También nos dijeron que se podría hacer un lavado inmediato nada más acabara la estación de penitencia”, exponen. La dificultad de materializar esta solución es más que evidente: operativamente no hay medios materiales para proceder a la limpieza de todos los ropajes. Todo ello sin contar con que cada cofradía tiene un sistema de recogida diferente, llegando a extenderse durante varios días durante los que el líquido continúa actuando.
Otros problemas
Aunque al final del encuentro se concluyó que se iban a realizar estudios a fondo (analizando tipos de líquido, comportamiento ante los tejidos y exposición al mismo), varios asistentes enfatizan el descontento con algunos comentarios producidos en el foro. Uno de ellos, pronunciado por uno de los miembros de Limasa, fue que él “nunca se había resbalado” y que a lo mejor hacía falta “revisar los zapatos”.
Entre los problemas añadidos, señalan la imagen “tan negativa” que produce ver a operarios esparciendo con manguera este producto; un remedio “peor que la enfermedad” que ha derivado en que ya no puedan participar unidades de caballería en algunos cortejos por el peligro evidente a que los equinos se caigan.
Una solución
El próximo miércoles, Limasa va a recoger una serie de túnicas de hermandades fuera de inventario para continuar haciendo pruebas reales e in situ, con el objetivo de afinar más las conclusiones. Esta solución es motivo de celebración para la concejala responsable del área, Teresa Porras, quien en conversación con este periódico incide en la idea de que “todos tenemos que colaborar”: “Lo que no puede ser es que las túnicas se laven 3 meses después”, afirma.
Con respecto al riesgo de resbalones, asegura que esa situación ya se produce a día de hoy en calle Larios cuando llueve. Por último, a tenor de las alternativas a la cera natural, subraya la propuesta de llevar un cirio con cucurucho o velas de pilas: “He pensado en poner hasta una alfombra, pero creo que es un peligro”, afirma.
Por su parte, el presidente de la Agrupación de Cofradías, José Carlos Garín, agradece el hecho de haber tratado ambas cuestiones en el espacio dedicado para ello, incidiendo en la importancia de que se trataran los dos principales problemas: el peligro de caída y los daños a las túnicas.