Las imágenes de un Lunes Santo incompleto entre las lágrimas y la alegría

Las imágenes de un Lunes Santo incompleto entre las lágrimas y la alegría Francisco Hinojosa

Cofradías

El fantasma del agua y su amenaza del mediodía empaña un Lunes Santo salvado por Gitanos y Estudiantes

El temor a evitar imágenes similares a las del Domingo de Ramos eclipsó una jornada en la que las precipitaciones cesaron sobre las cinco de la tarde. 

25 marzo, 2024 23:31

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El Lunes Santo fue un encierro pamplonés de toros cárdenos y ensabanados. Los saltillo, los santacoloma, los prieto de la cal corrieron por el cielo malagueño desde el mediodía, dejando en las calles de la ciudad una lluvia que despertó los miedos todavía envilecidos. Nadie quería vivir la estampa que sucedió ayer; nadie quería pecar de valiente. El miedo era la opción más sensata.

Por eso, los comunicados no tardaron en llegar. Lo hizo Crucifixión, y luego Cautivo, y luego Dolores del Puente, y luego Pasión… Y luego no llovió. Gitanos y Estudiantes lograron salvar una jornada a la que algunos, con cierta anticipación, ya le habían puesto el rosco en la esquina superior del folio. 

Las estampas que se vivieron en la Cruz Verde bien podrían servir para ilustrar el dolor y el llanto contenido en los Mártires, Santo Domingo y la Trinidad. Los abrazos callados que intentaban apagar el silencio; las bandas que sonaron sin que haya trono que bailen a sus sones… La tristeza postrada en un portón de casa hermandad. 

Pero en esto de la Semana Santa, como en todo en la vida, las monedas tienen dos caras. Mientras que un grupo de acólitas del señor de Crucifixión intentaban saciar sus penas fundidas en un abrazo colectivo, la escena que se vivía en calle Frailes era radicalmente la contraria. 

Bien cabría apuntar que las caras largas presagiaban un destino similar. Las fuentes con las que EL ESPAÑOL de Málaga hablaba mientras la directiva de Gitanos decidía qué hacía así lo corroboraban. Solo dos palabras en un escueto mensaje de WhatsApp: “Reunidos. Mal”.

Por eso los rostros no hacían atisbo de sonrisa. Por eso el silencio recorría los aledaños cada vez que alguien se asomaba al balcón. Si saben de qué va todo esto, seguramente sepan identificar a ese “alguien”. Se trató, ni más ni menos, que de Juan Rosén, quien en una suerte de antiguo juglar iba lanzando pequeños mensajes que despertaban la esperanza del respetable. 

“Ojalá cambie el tiempo y nuestra cofradía pueda realizar estación de penitencia. Os pido un aplauso para el Señor y la Virgen", fue el primer grito que dejó a su pueblo, como papa bendiciendo en San Pedro. El siguiente vendría a constatar la tensión y la emoción con la que se vivieron los minutos venideros: “La junta de gobierno está reunida y están tomando una decisión porque el tiempo es inestable. En el momento en el que digan sí o no, me asomo para que os enteréis los primeros”. 

Risas nerviosas porque aquello iba a ser posible. Palmas para el Cristo y la Virgen. La banda, que tocaba. Un ruido en la puerta… La revolución llegó a los, literalmente, cinco segundos de que Estudiantes publicara el comunicado anunciando que salía. Se celebró como un gol de final de mundial. Decía Miguel Gutiérrez para la radio que esto pasará a los anales de la historia. Condicionantes para ello tiene. 

Entre tanto caos, volvió el orden de los hombres de trono morados y burdeos entrando en fila india a la casa hermandad, mientras que por la otra puerta comenzaba a desfilar el cortejo. El Señor, con las cornetas y la marcha A esta es; la Virgen, con el himno de Andalucía como reina gitana de la tierra que la venera. Larga vida al paso calé de los Lunes Santos. 

A esa hora de la tarde, la noticia también estaba en Alcazabilla. Los días anteriores solo se había tratado de un rumor, pero se confirmó casi a la misma hora que la corporación de la Columna. La cofradía ubicada en el Santo Cristo de la Salud había suprimido su paso por Carretería, ganando suficiente tiempo como para poder acceder al recorrido oficial detrás de la O. 

Esa fue, precisamente, la fotografía que se veía desde lo alto de un balcón de la Constitución: una inmensa hilera de penitentes burdeos y verdes que consiguieron poner la estampa nazarena de la jornada. Planos clásicos, de trajes y corbatas, capirotes arrejuntados y velas caramelo hasta el Coronado de Espinas llegó, eso sí, no sin cierto parón antes de las 10 de la noche. 

En un cariñoso gesto con los hermanos de la Pasión, el Señor entró en la tribuna a los sones de su marcha homónima de Perfecto Artola, antecediendo así a la hilera de cofrades verdes que recorrían calle Granada. Misma elegancia en el caso de la Virgen de Gracia y Esperanza, que recorrió el cruce de Granada con Santa Lucía a los sones de Virgen del Amor Doloroso, de Eloy García, cerrando así una jornada de vacíos insaciables.