El mundo del deporte malagueño está de luto. Mari Pepa, una de las aficionadas más queridas del Unicaja de Málaga y del Málaga C.F, falleció el pasado viernes por la tarde dejando un vacío irreparable en La Rosaleda y en el Martín Carpena.
La usuaria de Twitter Mar Padilla lleva años relatando ese vínculo de Mari Pepa con los equipos de su ciudad, pero también con todas sus tradiciones. Mari Pepa era una gran seguidora de la Semana Santa, del Carnaval y de la Feria de Málaga. Tanto es así que ha decidido marcharse para siempre durante los festejos de agosto.
El amor por el deporte de esta entrañable señora no nació en su infancia. Cuando cumplió 60 años, su familia le regaló unas entradas para ver al Unicaja de Málaga en Ciudad Jardín y, pese a que nunca había mostrado un ápice de interés por el deporte, comenzó a enamorarse del baloncesto hasta el punto de ocupar el asiento 11301 del Carpena. Tras ello, vinieron el fútbol y las camisetas blanquiazules.
El tercer anillo de La Rosaleda y el Martín Carpena ha sido testigo de las victorias y derrotas del Unicaja de Málaga y del Málaga C.F, pero también de las celebraciones y llantos de Mari Pepa, que sentía como una aficionada más las vivencias de sus equipos.
Ambas instituciones han querido tener mensajes de ánimo hacia la familia y de recuerdo para ella, que les ha tenido en cuenta hasta en sus peores momentos. Durante sus largas estancias en el hospital, Mari Pepa seguía los partidos de ambos clubes desde su móvil en la cama del hospital y rodeada de sus colores en la bufanda para llenar de energía a los jugadores en la distancia.
La familia de Mari Pepa ha querido agradecer públicamente el apoyo del Hospital Clínico de Málaga, especialmente a la doctora, enfermeras y auxiliares de Cirugía de las habitaciones pares de la sexta planta.
Puerta Blanca
Otros que echarán mucho de menos a Mari Pepa serán los vecinos de la barriada malagueña de Puerta Blanca, pues en cada festejo, esta vecina era conocida por decorar el exterior de su vivienda. Si era carnaval, Mari Pepa colocaba en su reja unas coloridas máscaras y boas de plumas. Si era la Feria de Málaga, farolillos y volantes. La cuestión era celebrar la fiesta, pero sobre todo la vida. Allá donde esté, descanse en paz, Mari Pepa y siga decorando el cielo con su alegría.