El Carpena también es terapia para el renacer de Jabari Parker

Este viernes se ha paseado por la pista del Martín Carpena un número 2 del draft de la NBA que ha dejado EE.UU. para reencontrarse en el baloncesto europeo y dejar atrás el calvario de lesiones que ha condicionado su carrera en la meca del baloncesto. Con el 22 a la espalda y el pelo a lo afro, Jabari Parker (Chicago, 1995), tuvo que poner toda su clase a disposición del FC Barcelona para acabar con un Baxi Manresa que llevo la lucha hasta el final del partido vendiendo muy cara la derrota en los cuartos de final de la Copa del Rey. 

El norteamericano cambió este verano la NBA por el baloncesto europeo para resetear su carrera, en la que ha vestido las camisetas de Milwaukee, Chiago Bulls, Washington Wizards Sacramento Kings, Atlanta Hawks, y Boston Celtics. No es cualquier cosa. Pero dos roturas de cruzado le impidieron mostrar porqué fue el número 2 del Draft 2014.

Pero no fue el único, en la fiesta del baloncesto que es la Copa del Rey, Willy Hernangómez, Laprovittola -siempre hay que migar para el argentino porque nunca falta al convite- y un sideral Brandon Taylor llevaron el espectáculo al límite en pabellón que vivió en tensión los últimos diez minutos del choque cuartos de final de la segunda jornada del torneo. El foco malagueño era Darío Brizuela, con su familia en la grada y su recuerdo en la mente de la afición cajista. Cuatro puntos en algo más de diez minutos. 

El Carpena, como el día anterior, fue tomando temperatura a medida que los asistentes a la Copa iban saliendo de sus trabajos o terminando la sobremesa. Fuera hacía un día gris, aire y fresco, dentro, la caldera que eran las gradas la apagó Parker a falta de dos minutos con un palmeo, otra canasta y un tapón que permitieron a Laprovittola (MVP con 25 de valoración) abrir la brecha definitiva. 

La afición del Barça no paró. En la otra esquina, más numerosa, la de Baxi Manresa soñó hasta el final con llevarse el derbi catalán y coger sitio en semifinales. No fue posible y el Barça de Roger Grimau, que ha recuperado el crédito que se dejó por suelos en los últimos días de diciembre en esta misma pista, cumplía con los pronósticos con la afición blaugrana marcando el paso en las gradas. 

Mientras Satoransky cerraba el partido con un vuelo para el 102-91 en las gradas ya sonaba el "¡Málaga! ¡Málaga!" preparándose para lo que venía.