Viernes, 5 de julio de 2024. Minuto 118 del encuentro en cuartos de final de la Eurocopa entre la anfitriona, Alemania, y la Selección Española de Fútbol. El marcador, empate a uno. Algunos ya se veían cruzando dedos ante una posible tanda de penalties contra una de las selecciones más poderosas. Otros, especialmente los malagueños, después de lo que hicieron los blanquiazules en la final de los playoff de ascenso en el último minuto de juego, se agarraban a un posible milagro.

Y ocurrió. El milagro se hizo y la magia del fútbol inundó Stuttgart. Un minuto después, en el 119, Mikel Merino hacía una verdadera aparición estelar que hizo enloquecer a toda España. Tras un majestuoso centro de Dani Olmo, autor del 1-0 que puso la balanza a favor de España, Merino remató el balón con un cabezazo que ya ha pasado a la historia de la selección tras lograr sobrepasar al guardameta alemán.

El césped del estadio de Stuttgart se convirtió en una auténtica algarabía. Todos los jugadores de la Selección Española se abalanzaron sobre el navarro. Aquel gol les hacía estar en semifinales. Según declaró al final del partido Merino, fue consciente de que había metido gol cuando recibió un auténtico festín de collejas por parte de sus compañeros.

Cuando le liberaron, no dudó en dirigirse hacia el córner y dar una vuelta al banderín. Esta celebración tiene mucha historia detrás. Su padre, exfutbolista, Miguel Merino, anotó en el mismo estadio 33 años antes, el 5 de noviembre de 1991, un gol histórico para el Osasuna. Con aquel gol metió a los pamplonicas en Europa. Mismo estadio, misma celebración e incluso mismo narrador en la retransmisión televisiva, Juan Carlos Rivero.

¿Y de dónde viene esa celebración? Pues bien, aunque puede resultar curioso, como cuenta el propio Miguel en el documental Yo Jugué en Osasuna, el origen de esta manera de festejar el gol está en La Rosaleda. Corría el año 1989 cuando Miguel Merino estaba jugando en Málaga contra el Club Deportivo Málaga vistiendo la elástica del Osasuna. Su madre estaba enferma y le prometió que si marcaba haría algo especial para sorprenderla. 

Al final, aquel dia logró que el balón cruzara la portería en dos ocasiones. Desde entonces, siempre celebra los goles dándole una vuelta al córner con el puño cerrado. Sin duda, un gesto que queda ya para los anales del fútbol español, más ahora, tras la gesta de Mikel en Alemania, clasificando a la Selección Española a semifinales.